Poemas de José Asunción Silva, ordenados del mejor al peor

Revista Diners
José Asunción Silva es considerado por la mayoría de críticos como una de las cumbres de la literatura colombiana y uno de los precursores – con nadie menos que Rubén Darío – del modernismo en la poesía hispanoamericana.
A 156 años de su nacimiento son muy pocos los colombianos que conocen a fondo su obra, con excepción de Nocturno– en particular el de la sombra, que forma parte de lo que podría denominarse la poesía popular colombiana– y de Los maderos de San Juan– que convertido en ronda infantil le dio la vuelta al mundo sin el nombre de su autor–, el resto de su poesía es relativamente desconocida.
En Diners seleccionamos el mejor y el peor de los poemas de Silva:
El mejor: Vejeces
Las cosas viejas, tristes, desteñidas,
sin voz y sin color, saben secretos
de las épocas muertas, de las vidas
que ya nadie conserva en la memoria,
y a veces a los hombres, cuando inquietos
las miran y las palpan, con extrañas
voces de agonizante dicen, paso,
casi al oído, alguna rara historia
que tiene oscuridad de telarañas,
son de laúd, y suavidad de raso.
¡Colores de anticuada miniatura,
hoy, de algún mueble en el cajón, dormida;
cincelado puñal; carta borrosa,
tabla en que se deshace la pintura
por el tiempo y el polvo ennegrecida;
histórico blasón, donde se pierde
la divisa latina, presuntuosa,
medio borrada por el liquen verde;
misales de las viejas sacristías;
de otros siglos fantásticos espejos
que en el azogue de las lunas frías
guardáis de lo pasado los reflejos. (…)
El de los versos inmortales: Midnight Dreams
Anoche, estando solo y ya medio dormido,
mis sueños de otras épocas se me han aparecido.
Los sueños de esperanzas, de glorias, de alegrías
y de felicidades que nunca han sido mías,
se fueron acercando en lentas procesiones
y de la alcoba oscura poblaron los rincones
hubo un silencio grave en todo el aposento
y en el reloj la péndola detúvose al momento.
La fragancia indecisa de un olor olvidado,
llegó como un fantasma y me habló del pasado.
Vi caras que la tumba desde hace tiempo esconde,
y oí voces oídas ya no recuerdo dónde.
Los sueños se acercaron y me vieron dormido,
se fueron alejando, sin hacerme ruido
y sin pisar los hilos sedosos de la alfombra
y fueron deshaciéndose y hundiéndose en la sombra.
El mejor de sátira y doble moral: Don Juan de Covadonga
José Asunción Silva no tiene poema malo. Uno de los favoritos de los lectores es Don Juan de Covadonga, por su ironía por ser una sátira contra la doble moral.
Don Juan de Covadonga, un calavera,
sin Dios, ni rey, ni ley, y cuyo hermano,
Hernando, el mayor, era,
después de haber llevado airada vida
Prior de cierto convento en Talavera;
don Juan, el poderoso, el cortesano,
grande de España, seductor de oficio,
el hombre en cuya mano
tuvo grandeza excepcional el vicio
después de amar, de odiar, de lograr todo
cuanto es posible e imposible, un día
sintió el cansancio de la vida, el lodo
de cuantos goces le ofreció la suerte,
se mezcló a su tenaz melancolía
el ansia de consuelos superiores;
pensó en Dios, pensó en Dios, pensó en la muerte,
pensó en la eternidad y desprendido
del lujo, del amor, de los honores. (…)
El peor: El Recluta
Así lo creemos por ser parte de la línea de poemas explícitos todavía con el lastre un poco truculento de un romanticismo anacrónico y cargado de cierto mensaje que limita la poesía a ser explícita y no como en el gran Silva, simplemente urgente.
Hasta que manos piadosas
Algún sepulcro le dieron,
Al bajar de la cañada
Junto á las matas de helecho,
Destrozada la cabeza
Por una bala de remington;
Con la blusa de bayeta
Y la camisa de lienzo
Un escapulario santo
Colgado al huesoso cuello,
Los pantalones de manta
Manchados de barro fresco,
Las rudas manos crispadas,
Los ojos aún abiertos,
Y la sangre, ya viscosa,
Pegándole los cabellos,
Estuvo toda la noche
De aquel combate sangriento
Abandonado el cadáver
Del pobre recluta muerto. (…)
“Asunción Silva no fue tan bueno”
Consultamos con el poeta y crítico literario Harold Alvarado Tenorio, autor de Summa del cuerpo (2003) y es demoledor en su respuesta:
“La obra de José Asunción Silva no es nada extensa si se la compara con otros de su tiempo como Rubén Darío, Leopoldo Lugones o Machado de Assis.
Consta de un puñado de poemas, unos artículos y una novela. De ese puñado de poemas, podemos confiar hoy que una decena fueron redactados de su puño y letra.
Entre ellos están los más favorecidos por el tiempo y las circunstancias como el llamado Nocturno, Los maderos de San Juan o Vejeces.
Pero de los tres, o de los cuatro, o de los cinco que usted quiera, no se hace un buen caldo si se los compara, solos o de conjunto, con las monumentales obras poéticas de Darío y Lugones, para no hablar de otros ámbitos lingüísticos distintos del español”.
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