Odio a Botero, cuando el rock sí habla

Después de lanzar Bardo en 2017, la agrupación bogotana muestra su historia en el documental Clamoroso Silencio.
 
Odio a Botero, cuando el rock sí habla
Foto: Dahian Cifuentes (Buen Ayre Visual)/Cortesía Odio a Botero
POR: 
Renata Rincón

“Las mejores historias suceden en una buseta”, dice René Segura, vocalista de la agrupación bogotana Odio a Botero, quien cuenta que hace unos meses se subió un habitante de calle al bus en el que iba, quien tenía una parte de su cuerpo paralizada y, para pedir limosna, dijo varias veces “10 mil metros de altura, 255 pasajeros. Solo yo sobreviví. Es un milagro de mi Dios”. Según el señor, era el único sobreviviente de un accidente aéreo de un vuelo México a Bogotá, que ocurrió hace varias décadas. Nadie lo ayudó en ese momento y por eso ahora vivía de la caridad.

Esas palabras se convirtieron en el estribillo principal de ‘255 pasajeros’, una canción que cita varios hechos trágicos de la historia colombiana como la toma del Palacio de Justicia y la avalancha de Armero, con la intención de dar a entender que Colombia es un gran accidente. Este tema abre Bardo, un álbum de ocho canciones que estaban en el tintero y por fin ven la luz, gracias al impulso que unos realizadores audiovisuales le dieron a la banda al grabar un documental sobre su historia.

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“‘Ellos aparecieron cuando estábamos tocando en 2015, con la idea de hacer un documental sobre el rock nacional y, al encontrarse con Odio a botero, decidieron que la banda sola les daba para hacerlo”, cuenta Segura. La propuesta, dirigida por John Fernando Velásquez de la productora ‘Los monstruos del cine’, ganó una convocatoria de Señal Colombia y el programa será emitido por primera vez este fin de semana bajo el título de ‘Clamoroso silencio’. “Se trata de una pieza audiovisual que tiene como trasfondo aquello de poder decir lo que uno piensa a través de una banda”, explica el cantante. “En ese proceso, la agrupación renació”, explica.

Pero no precisamente las letras de amor o despecho son lo que caracteriza a Odio a botero. A diferencia de la mayoría de las bandas colombianas de rock actuales, sus letras evidencian una preocupación constante por denunciar la realidad política del país. “Para mí es políticamente incorrecto dejar de joder con la política porque es algo que nos afecta a todos”, dice Segura. Jaime Angarita, el guitarrista, concuerda con el vocalista en la importancia de hablar de la actualidad del país. ”Le corresponde a cualquier forma de arte o su equivalente narrar, hacer una crónica del presente y de la cultura que habita. Si no lo hace, pierde la oportunidad y se queda en un ejercicio de pretensión estética”, opina.

Desde sus inicios en 2001, la banda se ganó un espacio particular en la escena musical colombiana por la forma de comunicar sus ideas. Los conciertos son más un espectáculo humorístico que presenta cada canción con sarcasmos y crudeza. Hay disfraces, chistes, premios cuyo galardón es un rollo de papel higiénico y un espíritu crítico del que no se salva nada ni nadie.

Hoy día, a René, Jaime y Alejandro Pinzón (bajista), los acompañan Camila Moreno en la batería y Gabriela Ponce, quien remplazó a Carolina Cantor, la voz dulce original de la agrupación en otras épocas, antes de que la banda se desintegrara alrededor de 2010.

“Esa versión de que la banda se terminó porque nos amenazaron no es del todo cierta. Yo ya estaba cansado de los punkeros saboteadores. Me fui a estudiar fuera del país porque quería hacer eso y punto. A mí nunca me persiguieron, ni nunca nos sentamos a decir ‘hasta aquí vamos’”, cuenta Jaime.

Para René fue distinto. De sus chistes en el escenario no se reía todo el público y tuvo confrontaciones con grupos de jóvenes punk y ‘cabezas rapadas’. “A diferencia de Jaime, a mí sí me hackearon mis cuentas en internet y me fui para Fusagasuga porque me corretearon”, asegura el cantante, quien dice que en ese momento no se podía hablar mal del Gobierno.

A pesar de la situación, la banda no ha cambiado, ni piensa cambiar sus letras y actuaciones. “Odio a Botero tiene mucho sarcasmo pero también es una banda absurda, con mucho contenido absurdo en las letras”, dice Gabriela. Ella y Camila apenas sobrepasan los 20 y se podría pensar que su llegada es parte de una estrategia de mercadeo para llegar a los millenials, hipótesis que les causa gracia.

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Lo cierto es que las dos jóvenes admiten que unirse a la agrupación las hizo conectarse con la política. “Odio a botero me ha dado espacio para no creer en nada y conectarme con la vida y la realidad política”, dice la cantante. Para su compañera baterista es igual. “He estado muy encerrada en mi mundo, tenía idea de la problemática social pero tal vez me gustaba ignorarlo”, dice.

Aunque acaban de lanzar Bardo, la banda ya prepara nuevo material y, por ahora, se presentará el próximo 24 de febrero en el festival de aniversario de La Hamburguesería en Bogotá y luego pasará por Soacha, antes de hacer su debut fuera del país en México. ¿Por qué Soacha? Porque en la letra de ‘No importa’ -la canción más escuchada de Odio a Botero en plataformas de streaming- René dice que estaba en Soacha comiendo una almojábana mientras mataban allí a (Luis Carlos) Galán, así que los integrantes sintieron que debían saldar una deuda histórica con ese municipio.

Mientras tanto, los colombianos podrán conocer más sobre estos músicos viéndolos por televisión en el documental ‘Silencio clamoroso’, que se estrenará a través de Señal Colombia el próximo viernes 16 de febrero a las 8:30 p.m. y se repetirá el sábado 17 a las 9:00 p.m.

         

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febrero
15 / 2018