Les Luthiers, los siempre nuevos “viejos hazmerreíres”
Ángela Cruz
Hace poco más de un año los miembros de Les Luthiers sufrieron la pérdida de uno de los más agudos y carismáticos humoristas hispanoamericanos de la historia, Daniel “Neneco” Rabinovich quien, a través de sus monólogos, su espontaneidad y su carácter amigable, además de sus dotes como escritor y actor, dejó un vacío enorme en el panorama de la risa en nuestro continente.
Sin embargo, como dijera el mismo Rabinovich en el famoso sketch del Centro de apoyo al suicida: “La vida merece ser vivida, pero acaso, la muerte, ¿merece ser morida?”, por lo que Les Luthiers continúa en los escenarios, esta vez acompañados de Horacio Tato Turano, con su espectáculo antológico “¡Chist!”, que durante este fin de semana se presentará en Bogotá.
Les Luthiers, que inició su carrera en el seno de los coros universitarios de la Argentina de los 60 a partir de parodias acompañadas de música barroca y que, como su nombre lo indica, ha trabajado con instrumentos creados por sus propios integrantes, ha logrado lo que muy pocos humoristas, y en general artistas, logran conseguir: que su obra escape al tiempo y que exceda la geografía.
Durante casi 50 años, a celebrarse en 2017, Les Luthiers ha ofrecido funciones inolvidables que ahora los más jóvenes disfrutan a través de sus DVDs o de los videos que miles de fanáticos se encargan de subir a Youtube.
Los argentinos han logrado superar el paso del tiempo y ofrecerse al público siempre frescos, siempre modernos en su rol de “viejos hazmerreíres”. Esta característica se debe, en mayor parte, a la capacidad de adaptación de sus textos y el trabajo constante de sus integrantes para incorporar sutiles variaciones en el repertorio sin que se afecte la ironía propia de las secuencias cómicas y que tanto los jóvenes de ayer, como “los jóvenes de hoy en día” puedan sentirse apelados por el absurdo hilarante de los números.
En mi caso, que no soy una joven de ayer ni mucho menos una de hoy en día, Les Luthiers ha sido, desde la infancia, el fundamento de mi amor por los juegos de palabras y la fuente de mi admiración por la sutileza. Para mi padre, por ejemplo, fue una manera de resistir a las ridiculeces de la ritualidad social y de la función pública, una fuente de resistencia política a través de la parodización, indirecta, de nuestros, muchas veces ridículos, líderes latinoamericanos. Para mis hermanos y mi hijo, por otra parte, ha sido a través de la combinación de instrumentos propios de la música de cámara con los géneros populares, como la obra de Les Luthiers se ha convertido en un referente de la creatividad y de la posibilidad de escapar a las solemnidades impostadas.
Es así como Les Luthiers, entre otras cosas, a través de su divulgación de la obra de Johan Sebastian Mastropiero, han logrado que una audiencia fiel y heterogénea agote en cuestión de minutos las entradas a sus shows. En estos días, en que tanto necesitamos desternillarnos de risa para vernos con ojos frescos, la visita de Les Luthiers es un motivo más de regocijo.
Viernes 26 y sábado 27 de agosto, 8:00 p.m. (agotados); domingo 28 de agosto, 6:00 p.m.
Palacio de los Deportes, Bogotá.
31 de agosto, 7:00 p.m.
Plaza Mayor, Medellín.