Entrevista a Zubin Mehta, director de la Orquesta Filarmónica de Israel

Conversamos con Zubin Mehta, uno de los directores más importantes del mundo, con motivo de su visita a Bogotá.
 
Entrevista a Zubin Mehta, director de la Orquesta Filarmónica de Israel
Foto: Cortesía Teatro Mayor
POR: 
Gabriela Sáenz Laverde

El concierto del maestro Zubin Mehta y la Orquesta Filarmónica de Israel podrá verse en www.teatrodigital.org.

¿Cuál es el efecto de la música sobre el espíritu humano? Hay quien dice que para alcanzar la paz mundial hay que ir por el mundo tocando la Novena Sinfonía de Beethoven…
Más allá de la Novena Sinfonía, la música de todos tipos eleva el espíritu humano. Todas las noches del año hay música en todo el mundo, miles de veces. Cada vez que tocamos una sinfonía de Beethoven, de Mozart o de Bruckner, siento que el público sale con el espíritu elevado, sin duda. Y ese es el poder de lo que estos caballeros nos dejaron para interpretar. Somos gente muy afortunada.

Estamos en un país que está a punto de firmar la paz después de medio siglo de guerra. Usted siempre ha sido activista de la paz, cómo cree que la música nos ayuda a alcanzar la paz?
Invitemos a las dos partes en conflicto al concierto, y preguntémosles cómo se sienten después de la sinfonía de Schubert. Estoy seguro de que se sentirán más alegres, se darán la mano con una sonrisa. Esto es lo que hace la música. Y me alegra mucho este acuerdo de paz, leí acerca del tema antes de venir, y les deseo lo mejor a todos los colombianos.

Usted es seguidor de Zoroastro. Cuéntenos un poco de esa religión

Creemos que es la primera religión monoteísta del mundo, y sin duda tanto el judaísmo como el cristianismo tienen características similares. Nuestra filosofía es “Buenos pensamientos, buenas palabras, y buenas obras”. Es una trinidad, y los cristianos también la tienen, aunque con otro nombre. Cubrimos nuestras cabezas como lo hacen los judíos. Cada maestro le ha dado inspiración al siguiente: Zoroastro, Moisés, Jesucristo, Mahoma, etc. Si la gente aprendiera a vivir con estos tres principios creo que la gente viviría más tranquila en el mundo.

Los zoroastristas somos muy pocos, y somos distintos porque no nos interesa convertir a nadie. Los judíos tampoco están convirtiendo a nadie. Los cristianos y los musulmanes sí lo han hecho y por la fuerza. Creo que algún día cambiará eso de decirle al mundo “La mía es la única religión”.

Cuando usted hace audiciones para la Orquesta Sinfónica de Israel utiliza una cortina para mantener el anonimato del músico. ¿Ha tenido audiciones de algún músico palestino tras la cortina?

Aún no, pero es mi sueño tener a un árabe israelí, o palestino, en la orquesta. Y tenemos a muchos adolescentes palestinos en una fundación que creamos en el norte del país, en Nazareth. Allá tenemos más de cien estudiantes y algunos han ido a estudiar en la escuela Buchman de la Universidad de Tel Aviv, con maestros de la orquesta. Estamos progresando mucho, y hay mucho talento ahí. Espero que algún día abramos la cortina y detrás haya un niño o una niña palestina. No tenemos problemas con ese tema.

¿Cree que la música pop tiene el mismo poder de la música clásica?
Por supuesto. El pop tiene una audiencia mucho más grande, tocan en estadios. Con un acorde de la guitarra hacen explotar una ciudad, y creo que es muy positiva la alegría de tanta gente joven que se sale de su piel para disfrutar la música. Es maravilloso.

¿La música se puede separar de la ideología del músico?
La mayoría de los grandes compositores tenían un compromiso político. Mozart, por ejemplo, tenía un compromiso social, y esto es claro en las Bodas de Figaro. El barbero se rebeló contra su jefe, un aristógrata. Eso era impensable en la época de Mozart y Beaumarchais, el autor de la obra. Beethoven era de izquierda, apoyó a Napoleón y luego se desilusionó cuando Napoleón se convirtió en aristógrata. Lo mismo pasó con Wagner. Él era parte de la primera ola de izquierda en Europa y por eso el rey lo desterró de Dresden. Schönberg peleó por Austria en la Primera Guerra Mundial y luego su país lo traicionó al ser judío.

En el caso de Wagner, por ejemplo, que era un favorito de Hitler, ¿podría tocarlo algún día en Israel?
Lo intenté en 1981 y no tuvimos éxito. La orquesta estaba casi 100% a favor de tocar a Wagner y le preguntamos al público si querían escucharlo, porque lo tocamos después de que el programa original había terminado. Les dije “vamos a tocar a Wagner, si se quieren ir pueden hacerlo”. Y nadie se fue, pero hubo varias personas que empezaron a gritar. No se puede tocar música entre los gritos. Lo tocamos hasta el final, pero no fue saludable, así que decidimos no volver a hacerlo.

En Israel todavía hay personas que tienen tatuado el número del campo de concentración. Por respeto a ellos, no podemos discutir este tema desde el intelecto. Es un tema emocional. Las personas que tienen el número tatuado han sufrido de una forma que no nos podemos imaginar. Y la música los devuelve a esa era. Así que tenemos que esperar un tiempo.

         

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agosto
11 / 2016