Portada: Taylor Swift, la tormenta perfecta
Revista Diners
Sin importar a qué generación pertenezca, lo más probable es que usted haya escuchado y conozca más de una canción de Taylor Swift. Aunque su base de fans está concentrada entre los adolescentes y los millennials, el público de los cuarenta hacia arriba no le ha sido esquivo. Con seguridad, si está en este último grupo y hace el ejercicio, reconocerá por lo menos dos canciones de 1989, su último álbum, cuyo éxito y trascendencia fue comparado con el lanzamiento de Thriller, de Michael Jackson. Vendió 1,3 millones de ejemplares en la primera semana, algo que no sucedía desde 2002, cuando Eminem, con The Eminem Show, vendió una cifra similar. Además, ganó el Grammy a mejor álbum del año.
Pero si tiene dudas, y no puede recordar la melodía de Shake it Off –nominada a tres Grammy– o las palabras de Blank Space, no trate de refrescar su memoria con Spotify, pues allí no las encontrará. La razón es que desde hace dos años Swift tomó la decisión de romper relaciones con ese servicio de streaming –considerada la fuente de consumo de música más grande del mundo, con millones de suscriptores–. Aunque algunos lo vieron como una movida arriesgada y de poca visión, ella se mantuvo firme y defendió su posición.
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En julio de ese año, la rubia de 24 años publicó una columna en The Wall Street Journal donde cuestionó el valor que se le está dando a la música hoy en día. “La música es arte, y el arte es importante y excepcional. Las cosas importantes y excepcionales tienen valor. Se debe pagar por las cosas con valor. En mi opinión, la música no debe ser gratis, y mi predicción es que los artistas y sus sellos algún día decidirán cuál es el precio de un álbum. Espero que no se subestimen o le resten valor a su arte”, escribió Swift, quien poco después tuvo el coraje de enfrentarse con Apple –algo que pocos artistas se han atrevido a hacer– porque el gigante de la tecnología pretendía promover su servicio de streaming con tres meses gratis, pero los artistas no serían compensados por la música que se escuchara durante este tiempo de prueba.
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De nuevo, Swift, esta vez en su blog, dejó clara su posición. “Con todo el respeto, le digo a Apple que no es muy tarde para cambiar esta política y la opinión de aquellos en la industria de la música, que se verán gravemente afectados por esto. Nosotros no les pedimos que nos regalen iPhones. Por favor, no nos pidan que les demos nuestra música sin esperar compensación”. La comunicación, que leyeron los millones de seguidores que tiene la cantante, cumplió su cometido y en menos de veinticuatro horas Apple cambió su política. Nuevamente se puso en evidencia el poder de esta joven que en menos de dos años ha puesto el mundo a sus pies.
EL ORIGEN DE TODO
Swift, cuyo nombre completo es Taylor Alison Swift, nació en el seno de una familia de clase media alta en Pensilvania. Su papá, Scott Kingsley Swift, es un ejecutivo de la importante empresa financiera Merryll Lynch y su mamá, Andrea, dejó a un lado su carrera en marketing para convertirse en ama de casa. No es precisamente la historia de Cenicienta favorecida en el mundo del country. Sin embargo, fue en Nashville, el epicentro de la música de vaqueros y camioneros, donde Taylor Swift conoció el éxito.
Para Alejandro Marín, director de la emisora La X, y experto en música y cultura pop, el fenómeno Swift tiene varios factores. Uno de los principales es Nashville, la capital de la música en Norteamérica. “Llegada allí comenzó a trabajar en su carrera, como suele suceder con la mayoría de estas figuras nativas de la escena country norteamericana: entran desde los 14 a trabajar duro en la composición de las canciones, en el manejo de públicos, en la construcción de audiencias, en el mundo del mercado y posteriormente se lanzan con una canción”. En el caso de Swift, fue Our Song, compuesta para su novio de secundaria, y lanzada en 2007, cuando tenía 18 años.
“Our Song es una balada que al oírla hoy en día es testimonial de la transformación de Swift de novia del country a estrella global del pop. Se mantiene fiel a la fórmula del country de Nashville, sin mucha sorpresa y sin mucho ruido más allá del convencional, sin arriesgar mucho más de lo que la radio country quiere y el público country espera. En ella están todas las características que aún acompañan a Taylor Swift: el pelo rubio, los ojos azules, la estatura, la esbelta figura, la voz dulce. Lo que llamarían los norteamericanos: ‘America’s Sweetheart’, directamente desde el cinturón bíblico del sur de los Estados Unidos”, explica Marín.
El discjockey añade que en 2008, con la canción You Belong with Me, Swift se aparta de la mayoría de los intérpretes del pop en ese momento, donde la sensualidad tenía un papel fundamental, tanto en la música como en la imagen. “Establece una poderosa diferencia entre el símbolo femenino del pop desde la sexualidad y reinventa astutamente la narrativa de la adolescencia”.
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La cantante comenzó su carrera a los 14 años en Nashville, capital de la escena country norteamericana
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Desde entonces, la carrera de Taylor Swift ha ido en constante ascenso. Ese año su canción White Horse apareció en la premier de la quinta temporada de Grey’s Anatomy, entonces un fenómeno televisivo imperdible. El capítulo tuvo una audiencia de 18,3 millones de personas y la canción fue ganadora de dos premios Grammy a la mejor canción country y mejor actuación femenina de country. Fearless, el disco que contiene la canción, se llevó el galardón al mejor álbum y mejor álbum country del año.
ENEMIGOS FAMOSOS
Un año después, las controversias empezaron a perseguirla. You belong with me, quizás la canción más popular de la época country de Taylor, recibió en 2009 el premio MTV al mejor video del año, superando a la icónica coreografía de las Single Ladies de Beyoncé. Esto no le gustó para nada al rapero Kanye West, quien interrumpió el discurso de agradecimiento de Swift para protestar. “Te dejaré terminar, me alegro por ti, pero Beyoncé tiene uno de los mejores videos de la historia”. El incidente causó tal desconcierto que hasta Barack Obama, recién posesionado en la Presidencia de Estados Unidos, llamó idiota a Kanye.
Y aunque West se disculpó públicamente, no desperdició la oportunidad de lanzarle un nuevo dardo lleno de veneno en 2016, cuando estrenó el sencillo Famous. “Creo que Taylor debería acostarse conmigo. ¿Por qué? Porque hice famosa a esa perra”, dice uno de sus versos. Cuánta clase.
No contaba Kanye con que se enfrentaría a una Taylor más empoderada que nunca. Siete años después de su primer desplante, Taylor ganó por segunda vez el Grammy a mejor álbum del año con 1989, el disco con el que dejó atrás el mundo del country y llegó pisando tan fuerte que abrió grietas al mundo del pop. Es la única mujer que, hasta ahora, ha recibido dos veces el premio tan codiciado. “Como la primera mujer en ganar el Grammy por álbum del año dos veces, quiero decirles a todas las jóvenes ahí afuera que siempre habrá personas que quieran menospreciar su éxito o robarse el crédito por sus logros. Pero si se enfocan en su trabajo y no dejan que esas personas las saquen de su rumbo, un día, cuando lleguen a donde van, podrán mirar a su alrededor y ver que fueron ustedes y la gente que las ama quienes las llevaron ahí, y esa será la mejor sensación del mundo”.
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En otras palabras, Shake it off –la canción considerada un himno al “y a mí qué me importa”–.
La cantante Katy Perry también ha sido objeto de la ira casi bíblica de Taylor. Prueba de esto es el éxito de Bad Blood, un vehículo que utilizó para hablar de una artista que trató de sabotear la gira de Swift. La prensa especializada sostiene que se trata de Perry, y esta última no lo ha negado. Pero como contraparte a estas disputas públicas –la de West ya es cosa del pasado, gracias a la intervención de Jay-Z y Kim Kardashian, esposa de West–, Swift se precia de tener a las mejores amigas del mundo, y en varias oportunidades ha dicho que, junto con su familia, son su prioridad, y polo a tierra.
UNA FUERZA PODEROSA
Poco queda de la Taylor Swift que confesó que no tenía muchos amigos cuando estaba en el colegio. Ahora cuenta con millones de seguidores en sus redes sociales –que se apodan “swifties” y con los que tiene una relación especial, permanente y cercana: Swift les envía regalos, les escribe consejos, les paga sus deudas y hasta los ha llevado a sus conciertos–.
Pero además de ese mundo virtual en el que navega a la perfección tiene un grupo de amigas de carne y hueso, exitosas y hermosas, con las que se suele reunir en cualquier parte del mundo, desde Londres hasta Los Ángeles, y hacen planes cotidianos como salir a tomar un té o preparar desayuno. No protagonizan escándalos, son independientes y se ayudan entre sí. Entre la lista de este selecto grupo figuran modelos, como Cara Delevingne, Gigi Hadid, Karlie Kloss; actrices como Emma Stone y Lena Dunham –con la que se conectó por Twitter en 2012–, y cantantes, como Selena Gomez, con la que lleva más de una década de amistad.
“Estoy rodeada de mujeres inteligentes, hermosas, apasionadas y ambiciosas. Las mujeres que lo están intentando deberían motivarse, emocionarse, retarse e inspirarse en vez de ser una amenaza y sentir que deben compararse. Lo único que hago es compararme conmigo misma, dos o un año atrás (…) Solo trato de predicar con el ejemplo, y espero que si hablamos lo suficiente de feminismo, quizás comenzaremos a ver una diferencia en la manera en que las jóvenes se perciben a sí mismas y entre ellas”, afirmó en una entrevista a la revista Time.
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La actriz (nominada al Oscar) Hailee Steinfeld, la modelo Cara Delevigne, la cantante Selena Gomez y la modelo Serayah con Taylor en los VMAs de 2015.
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A nivel mundial, su grupo de amigas saltó a la fama cuando varias de ellas aparecieron en el video de su canción Bad Blood –reproducido más de 20 millones de veces en 24 horas–. Selena Gomez, Lena Dunham, Cara Delevingne, Jessica Alba y Cindy Crawford, entre otras, salen a lo largo del video vestidas como unas heroínas sexis y violentas.
Su gran poder de convocatoria y popularidad también ha quedado en evidencia durante el Tour 1989, en el que para cada concierto tiene como sorpresa invitados especiales. Y no solo cantantes, como Alanis Morissette, Mick Jagger, John Legend o Joan Báez, por nombrar a unos cuantos. También llevó a la actriz Julia Roberts, la comediante y presentadora Ellen DeGeneres o la tenista Serena Williams, a los que muchas veces ve unos minutos antes de comenzar el concierto y les propone que suban al escenario. Toda una sensación.
¿CUÁL ES SU SECRETO?
En realidad son varios, pues en Taylor Swift confluyen una serie de talentos y virtudes que la hacen una artista y un ser humano excepcional. Parte esencial es la cercanía que ha creado con su público, no solo a través de las letras de sus canciones –todas escritas y compuestas por ella, contrario a lo que algunos han dicho–, donde deja ver que tiene problemas, dudas e inseguridades, como cualquier persona. Otro aspecto muy importante consiste en que al ser una celebridad tan influyente, se ha convertido en modelo para seguir, una responsabilidad que en varias oportunidades ha dicho disfrutar, y que la he llevado a ser muy cuidadosa con lo que hace o dice. Aun así, admite que puede equivocarse, pero sabe que esto es natural, y la mejor forma de aprender.
Así mismo, Swift, además de tener un talento musical maravilloso, está dotada de una aguda mente para los negocios, hecho que ha repercutido en la fortuna que ha acumulado en poco tiempo. Según Forbes, es la estrella mejor pagada del mundo, con 170 millones de dólares.
Y aunque su vida personal ha dado mucho que hablar –en este momento no hay un periódico o una página web donde no aparezcan fotos de Swift con su nuevo novio, el actor británico Tom Hiddleston–, ella ha aprendido a tomárselo con humor, así como todo lo que especulan de ella en las revistas de chismes del espectáculo. De hecho, muchas de estas cosas le han proporcionado material para sus canciones más exitosas, como We are never getting back together, que compuso después de un breve romance con el actor Jake Gyllenhaal, o Blank Space, en el que hace referencia a su “larga lista de examantes que la llaman loca”.
Como explica Marín, Swift, además de controlar todos los aspectos de su música y su mercadeo, “hace parte de una generación nueva de artistas de pop: radicalmente dispuesta a tumbar las barreras de los géneros musicales que la encasillan, defensora absoluta del artista contemporáneo, en contra de los nuevos modelos de pago de servicios de streaming, Swift es la voz de una nueva comunidad de artistas: osada, hermosa y talentosa. Para ella, el éxito apenas comienza”.