Reseña: Anna, una película fundamental para el cine colombiano
Juliana Uscátegui
Juana Acosta, a quien Colombia vio comenzar una carrera en la televisión colombiana en experimentos como Mascarada y La dama del pantano, y quien se estrenó en cine como protagonista en Mejor ser rico que pobre (una historia escrita por Dago García), se liberó del cajón de niña perfecta hace años pero sus películas no han rotado mucho entre el público colombiano. Hay que aprovechar Anna, entonces, para ver una gran actriz colombiana en todo su esplendor.
Anna es una inmigrante en Francia que vive con desorden bipolar. Tiene un carisma increíble durante sus momentos de euforia pero una tristeza profunda que desnuda en su lado oscuro. La película se esfuerza por derrumbar el tabú que va asociado a las enfermedades mentales. A Anna no le cuesta ser madre pues ella emana mucho amor, pero hacerle daño a los demás es especialmente fácil para ella. Esto construye una escalera peligrosa.
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Cuando Anna decide regresar a Colombia “secuestrando” a su hijo, encuentra en su novio (el francés Bruno Clairenfold) una compañía tan comprensiva que a veces parece irreal: es el novio/hombre/cocinero perfecto, hombre perfecto, que camina entre las calles de la provincia colombiana sonriendo y dando las gracias aunque por dentro viva su propia angustia.
En el papel de Nathan, el hijo de Anna, está el joven actor Kolia Abiteboul. Su actitud frente a los desvaríos de su madre deja ver ese amor incondicional del niño, que sabe ser la manzana de la discordia entre sus padres sin rebelarse o convertirse en un niño conflictivo: sabe que pertenece a dos padres, dos mundos, dos países, dos vidas, dos estados mentales.
En el viaje hacia la supuesta libertad aparece la familia, colombiana y tradicional; comprensiva y silenciosa, de Anna. Su presencia en escena es corta pero suficiente para enmarcar más sentimientos de las dos naturalezas del personaje.
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Anna es la opera prima del director franco-colombiano Jaques Toulemonde. El 80% de los diálogos son en francés así la protagonista sea colombiana y los escenarios un 90% locales: Anna vive en francés en su universo exterior; los tres hombres de su vida tienen este idioma, pero para muchas alegrías y desaciertos el español surge en ella como una vía de escape. El infierno, en su cabeza, se vive en español.
La cinta tiene muchos matices de una road movie: desde una caminata nocturna de la mano de su hijo en Francia, el escape entre aeropuertos y el viaje hacia la costa prometido en donde se podrán ver los nevados desde la playa como los añoraba en Paris.
Anna se suma a la lista maravillosa que la nueva generación de directores colombianos está creando. No ir a verla en esta su tercera semana de proyección es una falta. Porque hermosa es un adjetivo que logra describirla.