La dueña del hotel Poe: una parodia de las “novelitas picantes”

Uno de los libros recomendados del mes es esta "autobiografía ficticia" de la escritora Barbara Jacobs.
 
La dueña del hotel Poe: una parodia de las “novelitas picantes”
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POR: 
Juan Gustavo Cobo Borda

LA DUEÑA DEL HOTEL POE
BÁRBARA JACOBS
EDICIONES ERA
México, 2014. 456 páginas

Con un guiño a Cervantes y a los seis personajes en busca de autor de Pirandello, con una parodia de novelitas picantes de formación donde ama y pupila se lanzan por el mundo a vivir aventuras, Bárbara Jacobs se saca de sí otra escritora de 60 años que debe animar a su sobrina, de 30, a decidirse por fin a publicar. Pero juego, broma y experimento, el libro se ríe de sí mismo desde el prólogo y nos sumerge en equívocas expectativas, que satirizan el género y el mundo editorial. Hay feminismo y una escritora más, dueña del hotel Poe, a la cual admira la narradora. Pero ella es también la misma Bárbara Jacobs, viuda de Augusto Monterroso, quien conoció o conoce mucha gente, de Elena Poniatowska a Julio Cortázar, para empezar. Pero también está el socorrido tema del doble, del nuevo compañero que considera demasiado plagado de literatura, esas primeras versiones.

De la visita, como sicóloga de carnet que es, al siquiátrico, donde aparecerá el personaje que mató a su hija. En fin, pieza autobiográfica donde se pierde la identidad y se ven, en vivo, concretizarse los aún fantasmales personajes, in status nascendi. El libro se proyecta más allá de este artilugio en una autobiografía ficticia donde los orígenes de inmigrantes libaneses judíos nos traen la dolorosa nostalgia de El Bled, esa patria remota que duele aun más con cada caída de su padre, en la fragilidad de sus huesos y la imposibilidad incluso de levantarse del piso y tener que dormir en el suelo. Pero en México, en la colonia Polanco, el hotel que dejó como herencia cobra vida con sus pensionistas tan particulares como el Sr. Bridge, autonombrado bibliotecario.

Allí ese sueño a quien llaman Poe vuelve a evadirse entre digresiones, capítulos prescindibles y demás desvíos. Cuando el exasperado lector ya se impacienta, descubre que lo que la dueña del mismo quiere es dar una fiesta, con motivo de su primer año de reinauguración, a treinta amigos. Aquí se presenta, con mayor presencia como razonable consejero, el actual compañero de Bárbara Jacobs, el gran diseñador, artista plástico y escultor Vicente Rojo, para los colombianos autor de la carátula de Cien años de soledad con aquella letra invertida. En fin, que la fiesta es de papel. Formula la invitación Carola Q, sosias de la escritora en su evolución y metamorfosis, de la timidez dubitativa a la expansión creativa, y que al ser enviadas y recibir aceptación se incorporan a la fiesta, que no es otra que el libro que ahora leemos. Quedará así el conjunto como diversidad poliédrica de miradas sobre personajes que termina por ser apenas juegos de palabras, rimas de sonidos mágicos y agradecemos por haber sido invitados a una fiesta en la terraza de este hotel.

         

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septiembre
25 / 2015