¿El libro digital es un amenaza para el libro impreso?
Jhonny R. Quintero
Uno de los invitados fue Manuel Gil, consultor del libro para empresas del sector del libro como la Cadena de Librerías 4Caminos, Paradox Multimedia, Marcial Pons, Ediciones Siruela, Odilo TID, y es docente de varias maestrías en España y América Latina. Con él hablamos sobre el futuro del libro y su situación actual.
Con la llegada y revolución del libro digital ¿qué va a pasar con el libro impreso?
El libro impreso empezará a descender en la medida en que el libro digital emerja. Los datos actuales revelan que la venta digital ha incrementado, aunque de una manera quizás más lenta de lo que en un principio podíamos pensar y nos hizo cree que de la noche a la mañana todo el mundo se iba a pasar al libro digital e iba a abandonar el papel. Lo que se denota es que se tiene un ritmo pausado pero hacia arriba. Evidentemente en este emerger del libro digital lo que ocurre es que si el libro digital emerge, baja el formato papel.
Esto en marketing es lo que se llama “canibalización de formatos”, es decir, si compro un libro digital no compro papel. A esto le añadimos el factor precio, un libro digital cuesta la mitad o menos de lo que un libro impreso. Si además estamos educando a los jóvenes con libros digitales desde que están en la escuela, podemos pensar que en una o dos generaciones el libro de papel será un libro de lujo.
¿Y esto aumentará la piratería?
Piratería ha habido siempre. Los libros digitales están siendo protegidos por software DRM o una marca de agua, que lo que hace es convertir al comprador en el primer vigilante de la propiedad intelectual, porque cuando compras un libro digital lo que está poniendo es tu nombre o tu correo electrónico. Tú puedes prestar ese libro a un amigo, pero lo que no haces es colgarlo en una plataforma P2P porque te enfrentarías con problemas.
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En cualquiera de los casos hay que pensar que la piratería no puede ser una especie de coartada para explicar la crisis editorial. Los editores deben pensar en términos de que deben abrirse a nuevas licencias como Creative Commons, muchos más amigables con el usuario, porque los protectores de contenidos, por ejemplo el DRM, al único que perjudica es al que paga, al usuario final ni le va ni le viene.
El “bajo nivel de lectura” ¿afecta a las editoriales?
Eso es una leyenda urbana. Yo soy de la opinión de que estamos en la edad de oro de la lectura. Pensemos, por ejemplo, que un joven va ahora mismo con un Smartphone en la mano. Está leyendo, lo que sea, pero está leyendo. Para lo que menos utiliza el dispositivo es para llamar por teléfono. Otro problema es que centremos la lectura en la lectura de libros, y, en parte también, porque esas encuestas de lectura vienen mediatizadas por la industria editorial que ha pretendido pensar que la lectura era sinónimo de la lectura de libros. Aun siendo eso cierto, tenemos un problema: imagínate la cantidad de libros gratuitos que hay y va a haber en el mundo.
Libros autopublicados, libros que los autores directamente los cuelgan con una licencia, con lo cual la oferta disponible gratis para el usuario va a ser un tsunami de contenido. Entonces desde luego tiene un problema la industria editorial, porque los libros autopublicados y gratuitos se convierten en un factor competencial.
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¿Cuál es la dificultad que hay entre las editoriales por los libros digitales y las bibliotecas?
Las editoriales no tienen un modelo definido sobre cómo venderle a una biblioteca. Uno de los modelos es que la biblioteca compre el libro a perpetuidad, por ejemplo, todos los libros que se venden en impreso son a perpetuidad; otra es considerarlo una licencia de uso y limitarlo en el tiempo, es decir, venden el libro a determinado precio por tantos meses y si quieren seguir usándolo porque sus usuarios lo piden, vuelven a pagar; la editorial lo puede vender de manera concurrente, es decir, lo venden por dos años para que lo lean durante ese tiempo 50 usuarios en simultáneo, si es un Best Seller no tiene sentido hacerle esperar a la gente para leerlo.
En digital hay mucha reticencia a vender. En paralelo las bibliotecas tampoco tienen una modalidad de compra definida, no saben si comprar cualquier libro que sale al mercado por si lo demandan sus usuarios, o si comprarlo como una licencia de uso, hay muchas modalidades ahora mismo.
Para editores y escritores ¿cambia su trabajo con la revolución de los libros digitales?
Sí. Hay que tener en cuenta que las habilidades editoriales para la edición digital son diferentes para la edición en papel. La página, la tipografía, que casi nunca corresponden la de papel a la digital. Si algo pone de manifiesto internet, y sobre todo la digitalización, es que las habilidades con que se enfrenta la editorial requieren un reaprendizaje de su propia profesión. Los metadatos, que en el impreso son prácticamente cuatro datos (ISBN, autor, título y año), en digital son tablas de metadatos inmensas para que los buscadores puedan indexar y encontrar los libros.
Entonces la industria editorial en este momento está en un proceso de aprendizaje, porque van a un ecosistema completamente nuevo. Hay que tener en cuenta que lo que pone de manifiesto la digitalización es que es un algoritmo que cambia la producción, la comercialización y el consumo. En el caso de la producción, tienen que comenzar a pensar que el flujo de trabajo de una editorial también cambia. Un editor, a futuro, tiene que saber usar HTML 5, porque el libro va a salir en simultáneo en impreso, en Epub, en PDF. Tienen que reconstruir todas sus habilidades a futuro. Ahora hay un debate y es si el editor tiene un futuro en la era digital, porque ahora mismo cualquiera es un “manitas” de Internet, escribe bien, genera su libro y lo autopublica. Hay 40 plataformas de autopublicación.