Vetusta Morla y su momento mágico de Rock and Roll

Alejandro Convers realizó una crónica del grupo español Vetusta Morla, cuando estuvo en Bogotá en 2013.
 
Vetusta Morla y su momento mágico de Rock and Roll
Foto: @carofotos9 / @pequeno_salto_mortal/ https://www.instagram.com/vetustamorla/
POR: 
Alejandro Convers

En seis horas Vetusta Morla, la banda de rock que el año pasado se convirtió en la preferida de la prensa y el público en su natal España, dará su primer concierto en Colombia. Yo espero sentado en el cuarto de Jaime Nieto, un colombiano que vive hace más de diez años en Barcelona y que ahora hace parte del crew de la banda.

Jaime no lleva mucho trabajando con Vetusta, pero ha sido él quien organizó sus fechas en Colombia, el concierto de esta noche en Armando Records y su concierto del fin de semana en Estéreo Picnic.

Hace menos de seis meses empezó a trabajar con esta banda que fue nombrada por la revista Rolling Stone España como mejor grupo y mejor disco del año en 2011 y como mejor gira en 2012.

Es también el único sudamericano en un equipo completamente español. Con Vetusta viajan, además de los seis músicos de la banda, un tour manager, un ingeniero de sonido, el director de la disquera y Jaime, a quien los muchachos de Vetusta han decidido darle el título de guía espiritual.

Vetusta Morla en Colombia

En unos cuantos minutos saldremos a la prueba de sonido en Armando Records. Jaime me ha dado acceso total para ver como es la experiencia de Vetusta en su primer concierto en Colombia. Bajamos al lobby en busca de la van que debe llevarnos al bar. Apenas llegamos nos informan que la banda ya se fue.

Confundido, veo a Jaime acercarse y saludar a un enorme tipo calvo que se está registrando en el hotel. Es Kin, el director de la oficina de management de la disquera. Mientras se saludan veo salir a otro español del ascensor. Este es flaco, muy flaco, con la mirada inquieta, un poco desgarbado, apariencia sin pretensiones, jean y camiseta.

Este tipo sencillo, sin pinta de rockstar, es Pucho, el cantante de Vetusta Morla. El nos cuenta que la van ya se fue con lo músicos, que él se ha quedado a tomarse un café y que en un rato la van regresará por nosotros. Pucho saluda a Kin, le da un enorme abrazo, hacen bromas y se ríen. Kim sube a su habitación, Pucho sale hacia un café frente al hotel y yo salgo detrás de él.

MAPAS de Vetusta Morla

Mientras se toma un espresso, me cuenta que este será su primer concierto luego de una enorme período de vacaciones de más de 4 meses. Con su último disco “MAPAS” (2011) giraron hasta el cansancio.

Tocaron más de 100 fechas a lo largo y ancho de Europa, inclusive haciendo una versión filarmónica de su show con la orquesta sinfónica de la región de Murcia. Luego de ese montón de conciertos pararon por un rato. Pucho se fue a viajar por Nueva Zelanda, Nueva Caledonia y Vanuatu.

Allá estuvo dorándose en las playas del Pacífico, visitando a viejas amistades y luego, de repente, tuvo que montarse en un avión y aterrizar luego de un largo viaje en la helada Bogotá. Un cambio súbito.

La magia previa de los españoles

Pucho termina su café, le promete al barista regresar al día siguiente, volvemos al hotel y nos montamos en la van. Kin le pregunta a Pucho como está todo y sobre todo (probablemente pensando en las largas vacaciones) cómo estuvo el ensayo de ayer.

Pucho responde sonriente y emocionado, dice que estuvo tan bueno que deberían haber grabado un DVD en vivo. “En Vivo en Bogotá Desde el Salón de Ensayo” dice, mientras suelta una carcajada.

Antes en el lobby del hotel, me había dicho “Espero que el bolo (el toque, el ‘gig’) salga bien porque ya sabes, cuando el ensayo es horrible, el bolo es buenísimo pero cuando el ensayo es así de puta madre.”

Le dije que me parecía increíble que tocaran así de bien luego de 4 meses de no verse y me respondió que era él quien no los había visto, pero que los chicos si habían seguido tocando entre ellos.

Un ronda frenética

En menos de diez minutos llegamos a Armando Records. Antes de entrar al bar un fanático reconoce a Pucho, le dice que está feliz, que oye la banda hace más de cinco años y no puede creer que hoy los vaya a ver en vivo. Pucho le da las gracias pero no parece sorprendido. Por su reacción puedo suponer que le ha pasado mil veces antes.

Subimos los 4 pisos que nos llevan al bar y, como es de esperarse, el sonido todavía no está listo y falta bastante. Pucho saluda a los otros miembros de la banda. David “El Indio” le pega a la batería lentamente y con paciencia.

Al mismo tiempo un grupo de técnicos termina de montar luces para grabar un especial para televisión que coordina Alejandro Marín, que se enamoró de esta banda hace rato, y ha hecho todas las batallas con los dueños de su emisora para ponerla a rotar con fuerza.

Marín está transmitiendo toda la tarde en vivo desde el bar, y muchos de los invitados al concierto de hoy son oyentes de su emisora.

En la adversidad de Vetusta Morla

Las pruebas de sonido son un proceso largo y tedioso que no vale la pena narrar. Un par de horas más tarde cuando faltan apenas unas 3 horas y media para el concierto la banda toca por primera vez una canción. El sonido no es el mejor y todos se detienen con cara de pocos amigos.

Pucho, el cantante, es probablemente el más incómodo. Explica que no se escucha bien, ni por los monitores ni por los in ears (monitores de audífonos). No se ve cómodo e inclusive grita en un segundo “Así yo no puedo trabajar”.

El ingeniero de sonido se acerca con su computador portátil para medir las frecuencias en el sistema de sonido. Desde el escenario le pide a su asistente que corte ciertas frecuencias y luego de unos veinte minutos de correcciones la banda vuelve a probar.

Suena mucho mejor, las letras se entienden, hay un buen balance entre los instrumentos, y para mí, la forma de tocar del baterista es excepcional. Me acerco a Jaime y le comento mi asombro. Se ríe y dice que entre la banda el chiste personal es que David, el baterista, es el equivalente a Iniesta el centrocampista de la selección española de fútbol.

Cuando David está en la zona, conectado, se sube el nivel de toda la banda, todos vibran, el concierto es un éxito. Cuando David falla, hay desconexión y el partido se pone mucho más difícil.

De los medios de comunicación y otras cosas

Faltando unas dos horas y media para el concierto, cuando ya empiezan a llegar los clientes del bar, la prueba de sonido termina. Los chicos se bajan del escenario y empieza un movimiento lento, como que nadie sabe muy bien qué hacer.

Jorge, el percusionista y Guillermo Galván, uno de los guitarristas, se sientan a conversar al lado de Kin y no pueden evitar mirar y hacer comentarios sobre las bartenders.

Unos segundos después llegan las ediciones prensadas en Colombia de “Un día en el Mundo” su disco de 2008 y “Mapas”. Ellos celebran recibirlos y luego, de repente, en un solo movimiento sincronizado por su tour manager salen a descansar un par de horas en el hotel.

La van está llena (son seis músicos, tres técnicos, más el director de management) así que Jaime (el guía espiritual) y yo nos quedamos en el bar haciendo inteligencia, viendo que es lo que va pasar. Comentamos sorprendidos lo heterogéneo del público que va desde chicas muy sofisticadas que lucen sus vestidos de última moda hasta rockeros huraños que no levantan la mirada del piso. Me pregunto si este es un público para Vetusta, o mejor: cómo harán para conquistar a una audiencia tan disímil.

La génesis de las canciones

“A lo mejor como en el Vive Latino del año pasado” me responde Jaime, “Estábamos en México, y tuvieron que tocar a las 4 de la tarde que es la hora en la que nadie pone atención y todo el mundo está tirado en el piso viendo pasar el tiempo. Cuando los Vetusta se subieron nadie les paraba ni cinco de bolas, empezaron entonces a tocar “Los Días Raros” y lentamente la gente empezó a reaccionar.”

“Los Días raros” es una canción que parece diseñada para despertar el espíritu de hasta el más reacio. Un beat recurrente en la batería y una melodía que crece y se hace cada vez más urgente hacen que sea inevitable que todo el mundo ponga atención. “A la mitad de la canción, todo el mundo estaba mirando hacia el escenario. Al final, las miles de personas que estaban en el Vive Latino no paraban de brincar”. En una hora Vetusta está a punto de hacer el mismo milagro en Bogotá.

Listos para el concierto de Vetusta Morla

Son tal vez las 11 y 15 cuando se suben al escenario. Pucho, que parado al lado de uno se ve como un tipo flaco y normal, en el escenario se convierte en una estrella. Su sonrisa, que de cerca es un poco perturbadora, en el escenario se hace enorme y enamora. El bar está completamente lleno y la banda empieza, por supuesto, con “Los Días Raros”.

Pero aquí no tienen que enamorar a nadie. Esta banda, que muchos ni conocen, tiene una fanaticada enorme en Bogotá. Escuchar el concierto en frente del escenario es prácticamente imposible porque sus fans cantan las canciones a grito herido. Tal vez por eso Pucho reconoce la fuerza de las redes sociales y dice qué es gracias a ellas que los fans los han halado hasta aquí.

En el escenario podría pensarse que a Pucho los problemas del sonido ya no le importan más: puede cantar con dulzura y luego con una fuerza y potencia que recuerdan al flamenco. Soportado por una banda impecable, todos juntos crean un momento mágico de rock and roll.

El público

La gente grita feliz luego de cada canción. Aunque no es un festival de miles de personas, esto suena a concierto clásico de rock. La banda se desliza entre colores y sonidos, la intensidad “indie” se encuentra con un rock ligeramente romántico, las letras poéticas se bañan en las exploraciones sonoras de los teclados.

La percusión le da un poder particular al ritmo y eso sumado a la impecable batería de David “El Indio”, que hoy juega como un crack, convierte el concierto en un éxito total.

Kin salta emocionado, abraza a Jaime y le dice en el oído “Esto todo lo has hecho tú”. El concierto termina entre ovaciones y pedidos de Bis, por lo que vetusta sale a tocar tres canciones más. Al final todo es éxtasis, rocanrol, celebración. Entre aplausos que no quieren detenerse Vetusta Morla regresa al camerino.

Guillermo y Juan Manuel, los dos guitarristas, se quedan al lado de los discos firmando autógrafos. Me detengo a mirarlos y antes de entrar me imagino la escena del camerino:

¿Qué hace una banda luego de un concierto muy exitoso en un país al que nunca han visitado antes? Me los imagino cantando, gritando de la emoción todos en un abrazo comunal tal como una selección nacional luego de ganar un partido importante.

La tranquilidad después del concierto

Por eso cuando entro al camerino quedo aterrado. Todos están sentados, unos lejos de otros, relajándose y descomprimiéndose. Pucho está lejos de todos, tumbado en un sofá con los audífonos de su ipod en las orejas y los ojos cerrados completamente. Los otros músicos hablan entre ellos con tranquilidad. Sin euforia, sin locura. Algunos toman agua, otros cerveza, otros se comen un pedazo de pizza.

Espero unos cuantos minutos, hasta que Pucho abre los ojos y se da cuenta que estoy allí. Su mirada me invita así que me acerco y me siento a su lado. “Estuvo bien.” le digo. Él niega con la cabeza y empieza a hablar.

Está afónico, su voz afectada. “Quedé cascao, me dice” y se le nota. Aunque mientras cantaba era imperceptible, los problemas de sonido se mantuvieron durante el concierto, Pucho tuvo que empujar, excederse y ha terminado por hacerse daño.

Un paso en una gira que estuvo medio “régulo”

Por eso el concierto, que desde afuera se ve como un éxito total, para él fue duro. “No por hoy” dice, “es que estoy pensando en mañana, y pasado”. Es ahí que caigo en cuenta que para la banda más importante de España en la actualidad, luego de cientos de conciertos, un “bolo” en un bar es solo un paso más en el camino. Ellos juegan a largo plazo. Como Pucho, tienen un ojo aquí y otro en el futuro.

Tras once años, Vetusta Morla empieza a levantarse como una voz clara y sonora en el mundo del rock en español. Son y se comportan como la nueva revelación española en el mundo del rock: tocando con calidad, permaneciendo tranquilos, trabajando organizadamente y mirando siempre hacia delante. Son rocanroleros de carrera y van para largo.

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abril
12 / 2021