La serie oro Davivienda en el Festival de Música de Cartagena
Carolina Conti
Obras de Bach a Balanescu, pasando por el flamenco o por la polifonía tradicional de Bulgaria es lo que se ha podido apreciar en la Serie Oro de Davivienda.
Este espacio, ya tradicional en el Cartagena Festival Internacional de Música, se ha concentrado en la Capilla del Hotel Santa Clara y este año acogió la música española en lo popular y lo culto con artistas como la cantaora de flamenco Marina Heredia, el guitarrista Carles Trepat y el Cuarteto Casals. También fue un espacio para la lejana música tradicional de Europa del Este con el cuarteto vocal Svetoglas que interpreta las canciones ancestrales de Bulgaria como han ido pasando de generación en generación con una perfección armónica que asombra al público y lo hace sonreír aún cuando no entienda las historias que estas canciones cuentan.
Con Svetoglas compartió escenario el Cuarteto Balanescu de Rumania, fundado en 1987 por su líder, el violinista Alexander Balanescu que se ha especializado en el repertorio de vanguardia con obras de Michael Nyman o Gabin Bryars entre otros. El cuarteto interpretó dos obras del siglo XX, el Cuarteto de cuerdas n. 3 de Béla Bartók y el Cuarteto de cuerdas n. 2 de George Enescu, dos composiciones muy abstractas, incluso difíciles para algunos, pero que definitivamente amplían los horizontes sonoros en el festival, pues van más allá del repertorio que se interpreta con más frecuencia, un punto importante a destacar en esta edición que ha presentado una enorme diversidad de estilos y sonoridades, con el sugerente hilo conductor del Mar Mediterráneo.
Solo un aspecto negativo que comentar de este concierto, el uso de la amplificación pues un gran atractivo de estas músicas y de este tipo de festivales es el disfrute de la música ‘en persona’ en toda su vitalidad, sin filtros que medien en la experiencia irrepetible del ‘vivo’.
LA MÚSICA SE HABLA
Las conversaciones que hacen parte de las Serie Oro de Davivienda ya se han consolidado como un complemento único a los conciertos. El público se acerca a los músicos y escucha las historias de su vida y su trayectoria.
En la primera de las tres conversaciones de esta edición el mandolinista israelí Avi Avital habló sobre su formación y nos contó cómo ha tenido que abrir un camino para su instrumento, en lo académico y lo popular, que antes no existía.
La conversación que el flautista turco Kudsi Ergüner sostuvo con el periodista argentino Diego Fisherman fue toda una lección de convivencia desde la música. Para el reconocido músico “la música es un arte que conjuga el pasado y el futuro en el momento presente. Por eso toda la música que interpretamos invita a vivir el momento… La música es un arte que es un poco la esencia de la civilización entera, que comprende la literatura, el pensamiento, la madurez humana, la piedad, la certeza de la fé, todo eso conforma una sola cosa que es expresada por la música. Todo intérprete de la música debería servir a ese propósito, pero no siempre es el caso. La música no es un arte de saber, sino un arte de ser”
La última de las conversaciones de este ciclo se realizó entre Diego Fisherman, el escritor mexicano Jorge Volpi y el compositor cubano Leo Brower, una leyenda viviente. En sus 75 años ha consolidado un repertorio fundamental para la guitarra y un importante repertorio sinfónico que conocemos gracias a esta edición del Festival.
En la conversación nos reveló su calidad humana, su historia personal en la que destaca la importancia de la amistad con personajes como Pierre Boulez, Morton Feldman, Gabriel García Márquez y Julio Cortázar.
Este cubano que admira igualmente a los Beatles y a los Rolling Stones, habló sobre la música que conocemos como ‘contemporánea’ un término que asusta a tantos, pues significa una música abstracta y eso asusta a gran parte del público porque, dice Brower: “el hombre necesita referentes, el hombre es un animal de costumbres, siempre tiene modelos de conducta, modelos estéticos… y la música abstracta ha quedado relegada porque no tiene esos referentes históricos. Esta música rompió con muchas cosas y planteó otra nuevas. Sin embargo es muy distinto cuando se trata de la plástica. El público menos informado va a un museo y ve un Jackson Pollock o un Francis Bacon y no pasa nada”
Resulta curioso que estos tres músicos de culturas y geografías diferentes coincidan en el concepto esencial de la música como un arte de convivencia, belleza y espiritualidad que abarca a todo el género humano, más allá de ideologías, religiones, políticas e incluso de los mismos géneros musicales.