El universo literario de Ivar Da Coll
Juliana Muñoz Toro
Es la primera vez que el Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil se lo gana un autor que es a la vez ilustrador: Ivar Da Coll (Bogotá, 1962). A propósito de este reconocimiento, uno de los más importantes de la región, presentamos una breve ‘enciclopedia’ sobre su obra, pionera del álbum ilustrado en América Latina; sus procesos creativos; y algunos relatos que nos contó el propio creador de la serie Chigüiro.
ÁLBUM. Ivar Da Coll es uno de los pioneros en América Latina en crear álbumes ilustrados, o libros-álbum, en los que el texto y la imagen son inseparables a la hora de contar la historia. La ilustración, más que un soporte, es un lenguaje crucial que enriquece las palabras.
En este caso, para lograr que un texto tan corto funcione, Da Coll es muy exigente con el concepto y sonoridad de las palabras que emplea: “He dedicado mi trabajo a que la imagen tenga fuerza y un sentido narrativo muy claro”. También le gusta introducir en sus obras elementos de la cultura colombiana y de su entorno.
CREATIVIDAD. “Empecé a dibujar cuando era tan grande como ustedes, luego crecí mucho más y continué dibujando”. Así responde Da Coll cada vez que los niños preguntan cuánto tiempo lleva ilustrando. Su proceso creativo nace en las experiencias cotidianas, en el trabajo solitario –ideal cuando se es tan tímido como él -. “Hay que llenarse de cosas que lo enriquezcan a uno para sacarlas en algún momento”, asegura. Por eso estudia a diario historia del arte y programas novedosos para dibujar.
En este proceso Ivar Da Coll piensa qué problema debe resolver en su obra, investiga referencias de otros autores y del contexto, selecciona con cuidado su paleta de color, traza los primeros bocetos a lápiz. No es fácil. Cada libro le toma entre dos y tres años porque su prioridad es la calidad, el cuidado de los detalles.
CHIGÜIRO. Chigüiro es el personaje más conocido de los libros de Ivar Da Coll. Es, incluso, la figura con la que comienza toda su obra. Lo creó en 1985 sin texto. El artista quería que la narración fuera elemental y que hiciera sonreír a los más pequeños, además de hacerlos imaginar lo que venía después. Hoy en día Chigüiro habla, tiene amigos, y se amolda a la realidad de los niños colombianos. Es un animal silvestre guiado por la imaginación.
ESTILO. Según María Osorio, editora de Babel (editorial que ha trabajado durante años con Da Coll): “Ivar trabaja con su imaginación y observando a su alrededor. Sus libros son universales y pueden tener lecturas diferentes según la edad”. Quiere decir que son libros para todos, en los que además no hay una intención didáctica de “tienes que ser así”. Es el personaje el que toma la decisión, no el adulto. Los valores están implícitos. En estas obras es vital el sentido del humor, pues, según el autor, “me salva de caer en la cursilería”.
INFLUENCIAS. La casa-taller de Ivar Da Coll está tomada por los libros, y en especial los de historia del arte. En los anaqueles también se pueden ver ilustraciones enmarcadas de otros artistas, objetos pequeños de otras culturas y varios cuadros y figuras de la Virgen María. En su biblioteca el autor busca los colores y las figuras poéticas de Marc Chagall; el estilo para dirigirse a los niños de Maurice Sendak, conocido por Donde viven los monstruos; y las ilustraciones del norteamericano Arnold Lobel y el belga Rogier van der Weyden.
OBRA. Este es un artista que sorprende. Cada libro nuevo es una mirada distinta de lo que sucede alrededor. En El día de los muertos, por ejemplo, se basa en la costumbre mexicana de celebrar la muerte, en los colores: “nos recuerda que la vida es muy bonita”, dice.
En Azúcar quiso contarles a los niños quién fue Celia Cruz, inspirándose en su propia adoración por ella y en una investigación de fotografía y archivo de prensa. De hecho, este libro tuvo la aprobación de Pedro Knight, el esposo de la cantante. Y en Cuentos pintados de Rafael Pombo creó las ilustraciones a partir del contexto colombiano. Así, Rinrin Renacuajo vive en la Costa, la Pastorcita es boyacense y la gata Mirringa Mirronga hace parte de una parranda vallenata.
TENGO MIEDO. Este es el libro que lo ubicó las listas de honor de IBBY (International Board on Books for Young People) y de los diez mejores libros infantiles del año del Banco del Libro de Venezuela. Su primera versión se publicó en 1989 y hace dos años salió una nueva con la editorial Babel que surgió porque los niños ya no le tienen miedo al ‘coco’, sino a lo que sucede en su entorno.
En este libro los monstruos representan a los desastres naturales, el desplazamiento forzado, el secuestro y a los violentos. Da Coll busca enfrentarlos con literatura: “Si los vemos en un libro tal vez los podemos digerir mejor”. En este, que es a la fecha su último libro publicado, el autor quiso ponerle color, trabajar en escenarios y animales de Colombia y hacer imágenes más complejas. Aquí cada elemento tiene un sentido, como cuando los objetos del cuarto son utilizados para crear a los monstruos.
TITIRITERO. Ivar Da Coll fue titiritero antes de ser escritor o ilustrador. Lo fue incluso desde los 12 años, y con el tiempo empezó a diseñar los muñecos y la escenografía. En este oficio aprendió a analizar a cada personaje y hacerlo verosímil, a tejer historias que mantuvieran atrapados a los niños.
X PREMIO. El 8 de septiembre de 2014 el jurado dio a conocer su veredicto: Ivar Da Coll era el ganador del X Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil, que reconoce a los autores que han desarrollado con excelencia una carrera literaria dedicada al libro infantil y juvenil en Iberoamérica. Este premio será entregado durante la 28 Feria del Libro de Guadalajara en diciembre de 2014.
El jurado elogió “la sencillez y la fuerza expresiva de sus historias, el manejo inteligente del humor y la fantasía, así como su sensibilidad hacia el mundo de la primera infancia”. También comentó que Da Coll ha tenido una carrera en la que su obra “es a la vez local y universal; trasciende la geografía colombiana al apropiarse de tradiciones e imaginarios de otras culturas”.
Al respecto de este reconocimiento, el autor colombiano dijo: “si hubiera sentido que mis historias no funcionaban con los niños, me hubiera dedicado a otras cosa, pero he tenido una retribución de ellos: su agradecimiento”. También aseguró que este tipo de premios contribuyen la promoción de la literatura infantil en países como Colombia y que espera “que los niños sientan al leer mis libros lo que yo siento al hacerlos: gratitud, emoción”.