Juan Pablo Raba y Cristina Umaña se enfrentan a la pregunta más difícil en ‘Respira’

Conversamos con los actores Cristina Umaña y Juan Pablo Raba sobre la obra de teatro Respira, la primera en la que aparecen ambos en tablas. Esta es la historia de cómo se unieron y las preguntas que les surgieron al leer un texto tan crudo.
 
Juan Pablo Raba y Cristina Umaña se enfrentan a la pregunta más difícil en ‘Respira’
Foto: Fotos cortesía
POR: 
Simón Granja Matias

Estamos en La Favorita, el restaurante del chef español Coldo Miranda, pareja de Cristina Umaña. Ella se sienta en una mesa en el centro del lugar, y a su lado, Juan Pablo Raba. Piden la comida y comienzan a conversar, como los buenos amigos que son. Mientras hablan, se dan cuenta de que están cerrando un círculo: fue en un restaurante español recomendado por Coldo en Madrid donde nació la idea de hacer una obra de teatro juntos. El tiempo ha pasado y ahora están aquí, a punto de presentarse en el Auditorio Sonia Fajardo de la Universidad Konrad Lorenz con su obra Respira.

En esta obra, los actores interpretan a una pareja que, en medio de las incertidumbres del siglo XXI, debate si tener o no un hijo. A partir de esta pregunta existencial surgen muchas otras que quedan sembradas en el espectador.

PUBLICIDAD

Dirigida por Nicolás Montero, quien les presentó Lungs de Duncan Macmillan, texto en el que se basa la puesta en escena, la obra estará en cartelera hasta el 12 de abril. Pero, ¿qué mejor que conocer su historia desde la voz de sus protagonistas?

Revista Diners conversó con Cristina y Juan Pablo en un restaurante español, una tarde lluviosa en Bogotá.

¿Dónde surgió la idea de unirse para hacer esta obra? 

Juan Pablo Raba (J.P.R): En Madrid, en un restaurante recomendado por Coldo. Así que: “círculo completo acá”. 

PUBLICIDAD

Cristina Umaña (C.U): Estaba Coldo, estaba Moni (Mónica Fonseca, esposa de Juan Pablo Raba), estaba nuestro director de Noticia de un Secuestro (Andrés Wood), su esposa; una productora de teatro argentina. Pero, creo que donde realmente surge es de las ganas que teníamos los dos de hacer algo juntos en donde interactuáramos de verdad, porque tanto en Distrito como en Noticia de un secuestro, nuestros personajes siempre se cruzaban. Y teníamos como pendiente ese espacio donde de verdad pudiéramos jugar un montón. 

J.P.R: Los dos teníamos ganas de tener algo montado en teatro, a mi me quedó sonando una clase que tuve en Los Ángeles hace como 5 años y la profesora, que se llama Leslie Can, me acuerdo que hizo una pregunta: “¿Cuántas horas al día o días a la semana creen que entrena un atleta?”. Y todos respondieron como, “No, pues 5 horas al día, todos los días”. “Y ustedes, ¿cuántas horas al día entrenan?” Claro, todo el mundo se mira. Yo siempre he pensado que los actores igual tenemos una forma diferente de ver una película o leer un libro, de alguna forma siempre estamos como trabajando, pero cómo entrenamos permanentemente la voz, cómo entrenamos el ingenio, la mente, las emociones. Entonces yo sí lo tenía como medio presente y Cris de alguna forma también, entonces fue muy fácil tomar la decisión.  

PUBLICIDAD

C. U:  También sucede que si uno está en su zona de confort, salir de ahí a veces es difícil. Yo siento que llevaba muchos años también sin hacer teatro y que ya es hora, creo que lo necesito, creo que es importante sacudirme de ciertas mañitas o de cierta perecita. Tener otros retos creativos y a veces los espacios te los tienes que generar tú porque también estamos acostumbrados a esperar a que nos lleguen las cosas. Y creo que el tomar acción, decir: “bueno, hagamos un proyecto juntos, construyámoslo, produzcámoslo, generémonos esa posibilidad” era algo que teníamos en común los dos, unas ganas mutuas… y bueno, pasaron 2 años. 

¿Cómo llegaron al texto? 

J.P.R: Me encontré con Nicolás Montero y le conté que queríamos hacer algo con Cris, pensamos que sería chévere que él nos dirigiera. Hasta que en un punto nos dimos cuenta que Cris y yo estábamos libres, y nos lanzamos. 

PUBLICIDAD

¿Qué sintieron cuando leyeron Lungs? 

C.U: Yo nunca voy a olvidar esa lectura. Fue muy emocionante. Porque creo que McMillan te lleva por un recorrido emocional muy bonito dentro de lo que puede ser la cotidianidad de cualquier pareja a través del tiempo. Hay un planteamiento existencial muy profundo pero que él lo maneja con mucha ligereza. A mí me tocó personalmente un montón. Yo me acuerdo que yo lloraba, lloraba, lloraba, lloraba, lloraba, lloraba, no paraba de llorar cuando terminó la obra y hay como un algo profundo en mí que tocó mucho sobre el existir. Y sobre el ser madre, sobre la maternidad…

J.P.R: Yo quedé fascinado con la dramaturgia. Me pareció de una desfachatez y de una originalidad como se plantea esta obra que quedé prendado, me parece que realmente es un texto bien rebelde por la forma como está expuesto, es crudo, es al desnudo, es ahí en tu cara, es sin nada. Y el no tener elementos de distracción, es lo que pasa ahí y no hay nada más, no hay ningún otro elemento, es una conversación sumamente rápida. Todo pasa muy rápido, cuando te diste cuenta pasó una vida completa de esas personas. 

PUBLICIDAD

C. U: Con unas verdades, como dice Juanpa, muy fuertes, muy escuetas, pero que se dicen de manera muy ligera, como en la vida misma. Eso hace que se puedan tocar estos temas tan trascendentales de nuestra humanidad y en este momento cultural, social, económico en el mundo, que se puedan tocar de esa manera, que la gente pueda reírse de ellas, pero son apreciaciones muy complejas y muy profundas y creo que lo hacen pero de forma muy cotidiana.

J.P.R: Yo siento que todo lo que pasa ahí refleja a todas las parejas porque son conversaciones que si tú no las has tenido, las has imaginado, que quisieras poder tenerlas de esa manera. Entonces, en esa medida creo que es muy fácil sentirse atraído al texto y a la situación. Yo digo, “he pensado eso, pero no lo he dicho. Uf, como me hubiera gustado haber dicho esto en ese momento, pero no me atreví”.  Entonces siento que estamos representados todos de alguna forma en esa pareja. 

PUBLICIDAD

C.U: Sí, y hay una cosa muy bonita que me llega ahora y es como un imaginario que podemos tener sobre el deber ser: “Esto es lo que está bien. Esto es lo que nos hace buenas personas. Hacemos esto, somos buenas personas”. Él lo cuestiona y se burla un poco de eso y es bien bonito porque hace que tú mismo también te puedas hacer esas preguntas, si has pasado por esos deberes ser también a lo largo de tu historia. 

El amor es transversal a la obra, un amor crudo… ¿qué descubrieron con esta obra sobre la forma como entienden el amor? 

J.P.R: Yo pienso mucho. Yo siempre en cada función, en cada ensayo, me hace pensar mucho en mi relación de pareja, en mi propia vida, en muchas de las cosas que se dicen ahí, en muchas situaciones que han podido ser similares. Me pregunto, por ejemplo, si tuviera hijos hoy en día, si los hubiera tenido con el mismo entusiasmo con todo el exceso de información que tenemos. En algunas me toca esta parte del texto, en algunas me toca esta otra, en algunas me siento identificado con esto otro, en algunas recuerdo que alguna vez alguna pareja me dijo algo parecido. O sea, está ahí, es un texto muy vivo. Es un texto muy real, muy presente y muy actual.

C.U: Yo pienso en mi historia de vida, en las relaciones que he tenido. En mi maternidad pienso un montón, en mi experiencia de madre a través del tiempo. En que yo no me hice tantas preguntas. Eso pienso, que yo no me hice muchas tantas preguntas como se las puede hacer esta mujer o se las ha hecho esta mujer. Eso pienso. Que no sé si fui más irresponsable. Según ella sería muy responsable (risas). Pero no, no me hice tantas preguntas y pues obvio, también como cualquier acción tiene una consecuencia, pero pues el hecho de poder vivir mi experiencia de maternidad también ha sido tan bello, tan hermoso, he crecido tanto también en mi experiencia de vida, no solo como madre, sino como mujer, como pareja, como todo, que ha sido maravilloso. Pero aquí lo interesante es eso, que cada una de las personas que está sentada ahí viendo este espectáculo puede hacerse esas preguntas personales y todas cazan a la perfección en tu experiencia de vida que es personal y única.

¿Qué preguntas les surgieron a ustedes frente a la relación con sus hijos? Específicamente en cuanto a la existencia en este mundo tan desesperanzador… 

C.U:  Digamos que yo siempre pienso que hay que tener esperanza, más allá de cualquier cosa, de lo difícil que puede llegar a ser y a veces pienso: “qué momentos difíciles los que estamos viviendo hoy”, pero siempre creo que hay que tener esperanza porque sino cómo vives, cómo vives tu día a día. Ya mi hijo tiene 15 años, es otra cosa, pero sí me pregunto: “si yo estuviera en este momento en la decisión de tener un hijo, ¿será que lo haría?”. Sí me pasa eso un poquito como por la cabeza, pero creo que hay que hacerlo, si no nos vamos a desaparecer. Creo que hay una cosa de de conservación de especie que sí va más allá de nosotros mismos.

J.P.R: Yo los tendría igual, yo siempre he querido ser padre, a mí me parece lo máximo y lo disfruto todos los días. Creo que lo que sí me ha cambiado es que hoy en día respeto mucho a la gente que no quiere. Si viene una pareja y me dice: “lo hemos pensado y no queremos ser hijos”, le digo, “es la mejor decisión.” Y si una pareja me dice, “Oye, lo hemos pensado y sí queremos ser hijos.” Les digo: “Es la mejor decisión”. Hay tanto en la vida, hay tanto que pasa sin planificar… Yo no creo que uno nunca esté listo para tener hijos realmente. Creo que uno toma la decisión o encuentra la persona sin estar realmente seguros porque es algo que uno definitivamente no sabe cómo enfrentar. Es un ejercicio de empatía e improvisación permanente en donde todo está permanentemente cambiando. Y ese mismo miedo que produce esa improvisación y esa incertidumbre del mundo también te da la oportunidad de sentir un amor más grande y más relevante de lo que jamás pensaste que podrías sentir. Entonces, yo no me arrepiento ni un segundo, sí tengo miedos, angustias, claro que sí.  Que si he tenido una crisis de mediana edad, por supuesto que la he tenido. 

Por todo lado nos dicen que el mundo se va a acabar… 

J.P.R : Si creo que también a veces la información se pasa un poquito y los medios a veces pueden ser un poco amarillistas con las noticias y les gusta decir que el mundo se va a acabar mañana. Y yo siempre pongo el caso de que yo pasé de estar viviendo en Estados Unidos un día a irme a Canadá a hacer un proyecto al día siguiente. Mientras vivía en Canadá nunca sentí que el mundo se iba a acabar. Porque la información que me llegaba era completamente diferente. Entonces también, hoy, como papá digo, “está bien que pongamos las cosas como son, pero ¿tenemos que llenar a nuestros hijos de esta ecoansiedad permanente y de quitarles la esperanza?” Pero así como hay un montón de gente que de pronto no trabaja en pro de la humanidad, hay mucha gente que sí la hace. Lo que pasa es que más atractiva la noticia del derrame de crudo, de la explosión… genera más clicks, que la historia del que salvó al mono araña.

Yo empecé a hacer eso con mi propio algoritmo, empecé como a reeducarlo y empecé a evitar las noticias fatalistas. Entonces, en mi mente, en mi cabeza, el mundo no se está acabando. Que tenemos que actuar, que tenemos que hacer cosas, ser responsables, por supuesto. Vivo en un ambiente completamente ecoresponsable, pero vamos a manejar la información porque finalmente es eso, es información, 

La música está muy presente en la obra, ¿qué canción les recuerda a sus hijos? 

C.U: Yo me acuerdo que yo le ponía a Baltasar mucho Eres, de Café Tacuba. Cuando me fui a vivir a Miami, no sé si por nostalgia, escuchaba un montón a Fonseca, Baltasar tenía como 5 años o 6 años, entonces hay muchas canciones de él que me recuerdan a Balti. Y ahora tengo que decir que el reggaeton, porque mi hijo me pone reggaeton todos los días de mi vida, o sea, me voy a volver una dura en reggaeton. Él a veces me dice: “No, mamá, esta no te la voy a poner.” También le ponía muchos mantras como El eterno sol. Pero ese tipo de cosas me acuerdan mucho de de mi niño chiquitico.

J.P.R: La primera canción que yo oí cuando Moni me dijo que estábamos embarazados fue With Arms Wide Open de Creed. Y lloré y lloré y lloré de emoción porque quería mucho mucho ser padre. La puse a todo volumen y la canté. Mi vida con ellos ha estado permanentemente rodeada de rock, porque es mi género. El reggaeton todavía no forma parte de nuestras vidas. Tengo amigos, artistas, reggaetoneros todos, pero como yo no lo oigo, entonces no lo oímos. Con Joaquín el playlist siempre fue hacia el grunge, el rock clásico. Y hoy en día, por ejemplo, le encanta oír Bon Jovi, le encanta oír Mötley Crüe, cosas así.

Con Josephine  he sido tal vez un poquito más deliberado. Y es que a ella le hago una playlist de mujeres estrellas de rock, de mujeres rockeras. Porque quiero que siempre tenga muy presente que hay mujeres muy importantes en el mundo de la música. Entonces ella ama a Dolores O’Riordan de los Cranberries. Pero le fascina también los Beastie Boys. La primera canción que ella se aprendió fue Calma de Pedro Capó. Eventualmente si es el reggaeton, pues será el reggaeton, pero que la música nos acompañe siempre ha sido importante. 

Daniel Álvarez Medía, guitarrista de Diamante Eléctrico, hace la música de la obra, ¿cómo nació esa relación? 

J.P.R: Dani es una persona muy importante en mi vida en este momento. No nos conocemos hace mucho, pero fue invitado en Los hombres sí lloran. Y la canción de Diamante eléctrico, Los chicos sí lloran, es la que le da el nombre a mi podcast. Yo tenía un nombre completamente diferente y cuando oí esa canción me cambió completamente inclusive el concepto de lo que quería hacer como proyecto. Lo llamé, nos hicimos amigos telefónicos primero. Le expliqué lo que la canción significaba para mí, la tratamos de poner en el programa, por temas de derecho no se pudo, pero ahora ya lo logramos. Así que va a ser el himno real del programa. Y después lo tuve invitado. Y fue amor a primera entrevista. Nos hemos vuelto grandes amigos.

Él ha pasado por una serie de cambios en su vida, como la paternidad, cambios laborales y en algún momento en que me dijo que tenía tiempo, después de un ensayo, Nicolás nos dice que estaba pensando que de pronto algo musical sería interesante en la obra. Y fue automático, les dije, “Chicos, mi amigo Daniel Álvarez de Diamante Eléctrico está en este momento justo como en una especie de tiempo libre. ¿Qué pasa si hablo con él?” Hablé con él, vino a un ensayo y compuso una canción. Es un desgraciado. Le dije, “Eres un… Te odio por talentoso”. Y bueno, realmente trajo algo muy especial. Y creemos que es un personaje de la obra. La canción nos acompaña de una forma impecable.

¿Cuáles son las expectativas frente a la audiencia? ¿Cómo imaginan ustedes que los van a ver?

C.U: En mi experiencia siempre es difícil tratar de no tener expectativas, espero que la gente disfrute un montón y que viaje con nosotros cada noche. Que pueda sumergirse en lo que estamos, en nuestro diálogo durante esa hora y 40 que dura más o menos la obra. Me da también esperanza.

Creo que la gente va a poder conectar con su experiencia personal de una manera muy bonita en ese espectáculo, porque te llena de cosas, aunque tiene momentos dolorosos y que te tocan, creo que es un texto muy bonito y que la emoción que prevalecerá puede ser una sensación bonita sobre el existir, que hace muchas preguntas, por supuesto, pero que nos invita a abrazar nuestra historia de vida. 

J.P.R: Para mi ya todo es ganancia, que hayamos podido sacar el tiempo, haber tenido la disciplina de haber armado la obra, los ensayos, ya ganamos, eso es todo lo que yo quería de hacer, este ejercicio. Y mi expectativa siempre con cualquier proyecto va a ser que genere una conversación. Que no se quede en la sala, que no se quede en el set, que no se quede en la tele, en la pantalla, lo que sea.

Que podamos generar una conversación que finalmente es el objetivo del arte, y es que a través de esa representación, de esa pieza, de esa obra, nos podamos sentir más humanos, y dos, nos podamos hacer preguntas importantes, y no simplemente pasar el rato. Algo que tiene esta obra y ese dramaturgo es que de una forma muy sutil y casi que sin que te des cuenta, a medio escondidas, te deja sembradas unas preguntas sumamente relevantes.

¿Qué descubrieron el uno del otro estando en tablas? 

J.P.R:  Simplemente ratificé… 

C.U: ¿Que soy intensa? (Risas) 

J.P.R: Yo ratifiqué lo que siempre había sabido y es que es una actriz sumamente dedicada, visceral, emocional y que ama mucho esto. Y eso es bien bonito porque después de varios años de carrera, a veces se puede perder un poquito de emoción, caer un poquito en esa zona de confort. Esto es desacomodarte completamente, podríamos hacer la obra desnudos, no lo vamos a hacer porque pues ¿para qué? Pero es ahí, es ponerte en esa posición de hacerlo por amor a la profesión. Entonces yo descubro en ella eso. Todos los días descubro su compromiso con este arte, con esta pasión y lo que le gusta, las ganas. Qué delicia poder hacer un trabajo con ganas. 

C.U: Sí, hay una cosa muy bonita que yo ratifico también de Juanpa y descubro a profundidad y es su gratitud por todo. Como siempre ver el lado bonito de las cosas y que Juanpa es un compañero extraordinario, con todos. Eso es un regalo maravilloso, siempre tiene una palabra linda para decir… a crear un buen ambiente laboral, a valorar el trabajo del otro, a ser consciente del otro. Eso me encanta y que tiene mucha verdad en su interpretación, eso me fascina. Que para cualquier actor o cualquier actriz tener un partner con verdad es un regalo, es como el mayor regalo que puedes tener.

Y su forma amorosa de de relacionarse y de ver la vida, eso me encanta. Y ahora en este día a día con su experiencia de vida que además he podido acompañarlo en su proceso como que digo, “Dios mío.” O sea, me quito el sombrero con Juanpa. Qué espíritu, qué fortaleza y qué manera tan bonita de ver la vida. Te amo.

J.P.R: Te amo. ¡Brindemos!

         

INSCRÍBASE AL NEWSLETTER

TODA LA EXPERIENCIA DINERS EN SU EMAIL
marzo
12 / 2025