Zubin Mehta por primera vez en Colombia
Carolina Conti
Entre los grandes nombres de la dirección orquestal de nuestro tiempo están Seiji Osawa, Daniel Barenboim, Lorin Mazel, Claudio Abbado y, sin duda alguna, Zubin Metha, una leyenda viva de la música y un hombre consciente de su papel en el mundo. Los afortunados que lograron conseguir boletas, disfrutaron este martes 13 de agosto de su arte, al frente de la Orquesta Filarmónica de Israel en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.
La vida del director indio es digna de una novela, y ya ha generado una película, Portrait of Zubin Mehta de Terry Sanders, además de algunos documentales. A los 25 años ya había dirigido la Filarmónica de Viena y la Filarmónica de Berlín. Un año más tarde era el director de la Filarmónica de Los Ángeles. Luego asumiría la dirección de la FiIarmónica de Nueva York, en la que se mantuvo por trece años.
Mehta ha dirigido las más prestigiosas orquestas del mundo, y aunque todas tengan más o menos el mismo repertorio, cada orquesta es única. El maestro define la Filarmónica de Israel, de la cual es director vitalicio desde 1981, como “una orquesta con un sonido muy cálido, que se ha especializado en los clásicos vieneses. Muchos de nuestros músicos interpretan también música de cámara, como sucede con la Filarmónica de Viena o de Berlín. Desde el punto de vista del director es ideal tener músicos que hagan música de cámara”.
Para su primer concierto en Bogotá escogió dos obras que revelan todo su amor por Viena. Una es la Sinfonía n. 40 de Wolfgang Amadeus Mozart, conocidísima, una hermosa obra que uno no se cansa de escuchar porque en ella, nos dice el maestro, “hay un equilibrio entre tragedia y humor. Tiene tanto encanto, pero también a veces mucho llanto, como al principio. Es similar también a muchas de las óperas de Mozart”. Y de la Viena del clasicismo el concierto seguirá a la Viena del post-romanticismo con la Sinfonía n. 5 de Gustav Mahler. “Después de que Mahler escribió varias sinfonías con voz, la segunda, la tercera y la cuarta, esta es un nacimiento puramente sinfónico. No tiene historia, no tiene texto. Por supuesto tiene el estilo típico de Mahler, que empieza con una marcha fúnebre, y termina casi como una opereta, de una manera muy humorística y positiva. Además tiene ese adagietto tan sublime que te transporta a otro mundo. El final es pura diversión. Pero es música matemática, geometría, concebida de manera muy clásica”.
Aunque no le gusta repetir mucho un mismo repertorio, fue inevitable retomar muchas obras, como es el caso precisamente de la quinta de Mahler “la hemos hecho recientemente, para la apertura de nuestra nueva sala en Tel Aviv, así que la practicamos para el tour por sudamérica. Pero habitualmente, cuando retomo una obra que conozco bien, después de varios años, para mi implica completamente un nuevo estudio, hay que repensar todo y así se descubren tantos detalles. La nuestra es una vida maravillosa, redescubriendo una y otra vez estas obras maestras.”
Son muchos los momentos inolvidables en la vida del maestro. Las galas, las óperas, los multitudinarios conciertos de los tres tenores, todos momentos muy felices. Pero Zubin Mehta sabe que en el mundo no todo es felicidad y ha sentado su posición muchas veces, del lado de los derechos humanos y la paz. A los 20 años organizó una orquesta de estudiantes para tocar en un campo de refugiados húngaros en la frontera austríaca; se negó a ir a Suráfrica como rechazo al apartheid; dirigió en Buenos Aires tras la derrota de las Malvinas; organizó varios conciertos en Estados Unidos contra el uso de armas nucleares y dirigió un emotivo concierto en las ruinas de la Biblioteca Nacional de Sarajevo. “No hay que subestimar el poder de la música y no solo de la música clásica sino de toda la música, la que se hace en África, el rock que se hace en grandes estadios, o en un concierto de cámara en Viena. La gente que oye la música se enaltece con el mensaje de paz, de unanimidad. Dentro de poco voy a dar un concierto en Kashmir, en mi país, por primera vez con música clásica, donde hindúes y musulmanes se van a sentar juntos a escuchar a Mozart y Beethoven. Quizás se sonrían entre ellos. Es una zona de gran tensión. De pronto hacemos algo bueno. Aquí en Israel, ofrecemos conciertos en los que judíos y árabes están juntos. No estamos cambiando la situación, pero por lo menos se sonríen los unos a los otros”.
Otra manera de cambiar algo en el mundo es a través de la educación, por eso otro de los proyectos importantes en su vida es la Fundación Musical Mehli Mehta en Bombay, que lleva el nombre de su padre, violinista y uno de los fundadores de la orquesta de la ciudad. “Ha sido un gran descubrimiento para los jóvenes, hay un enorme talento. Tenemos unos 250 niños hasta de 14 años estudiando música. Es maravilloso verlos descubrir este nuevo mundo. Sus padres quieren que desarrollen el gusto por la música aun cuando no se vayan a convertir en profesionales. En el futuro van a tener un gran aprecio por esta cultura y eso viene a través de la música. Luego empezarán a mirar libros de pinturas y otras cosas y eso va a ser muy importante en su formación, que será una educación completa y no solo musical”.
A sus 77 años, Zubin Mehta trabaja 18 horas al día. Solo descansa cuando su esposa lo obliga a ir de vacaciones por pocos días, “mi tiempo libre lo paso en el podio”, porque su profesión que es su gran pasión, no le da respiro. Después de un concierto en Tel Aviv, cuando para él son casi las dos de la mañana, evidentemente cansado, nos expresa su emoción por el primer concierto que ofrecerá en Bogotá. Su esposa, la actriz Nancy Kovack, en su juventud estuvo en el Festival de Cine de Cartagena y le ha hablado de la hermosa ciudad amurallada. Él, por lo pronto, espera poder visitar el Museo del Oro, eso sí, después de compartir con el público lo que sabe hacer maravillosamente, esta vez con Mozart y Mahler.