Crónicas del rock: Acceso total con Ariel Rot

Diners pasó dieciséis horas con el músico argentino Ariel Rot, uno de los invitados principales del Festival Centro.
 
Crónicas del rock: Acceso total con Ariel Rot
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Alejandro Convers

EN LA MAÑANA

Entro a su cuarto en el hotel y Ariel Rot sale del baño. “Llegaste justo a tiempo, cuando estaba meando” me dice y se ríe. Son las diez de la mañana del miércoles ocho de enero. En exactamente 12 horas tocará por primera vez en vivo en Colombia, como artista principal del segundo día del festival Centro de Bogotá.

Ariel Rot tiene 53 años, pero aparenta menos. No es tanto que se vea joven, más bien se ve atemporal. Flaco y no muy alto, con el pelo completamente blanco, gafas y una enorme sonrisa que deja salir cada cierto tiempo. Tiene la apariencia de un rocanrolero que lleva décadas con la guitarra colgada y que podría durar con ella para siempre.

Bajamos y en el lobby del hotel están Fede, su road manager, revisando las cuentas y Jaime, su “brújula” en Colombia, encargado de manejar los medios de comunicación. Ese es todo su equipo porque en este concierto tocará solo. Un formato heredado de su penúltimo disco “Solo Rot” en el que él con su voz, tres guitarras y un teclado repasa las mejores canciones de su larga carrera.

En la camioneta que nos lleva a la prueba de sonido Ariel habla de todo un poco. El día anterior le han contado sobre la burundanga, y ha quedado intrigado por esa droga que te deja como un zombie y con la que no recuerdas nada de lo que pasó. Bromeando dice “Imaginá el Burundanga Tour, te la dan y a los tres meses te levantas y has tocado en Rusia, en Japón, has hecho quién sabe que más cosas, te han garchado, y tu ni te has enterado”.

Tras imaginar y reír por el Burundanga Tour empieza a recordar giras con “Tequila” la primera banda con la que se hizo famoso en España y luego con la legendaria “Los Rodríguez” que tuvo al lado de Julián Infante y Andrés Calamaro. Recuerda un par de conciertos en Venezuela que se hacían en dos fines de semana consecutivos. Durante la semana todos los artistas del festival tuvieron que permanecer en el hotel sin hacer nada. Los Rodríguez, Soda Estéreo, Fito Páez, Miguel Ríos y muchos otros, encerrados en un hotel en Caracas por una semana. “Por los corredores sólo se veían chicas y dealers” dice y vuelve a reír.

En La Candelaria Ariel y su equipo no dejan de hablar de la belleza del centro de la ciudad. Fede hace detener el auto para tomar un par de fotos. No hay problema, vamos temprano a la prueba de sonido y la prueba no debe ser complicada. “Pero es mejor llegar con tiempo” dice Ariel. No le faltará razón.

Antes de empezar la prueba Ariel va a la oficina de comunicaciones del festival para hacer una entrevista telefónica con Gustavo Gómez. Mientras llaman de la emisora Ariel habla de nuevo de Los Rodríguez que ha sido, por supuesto, el tema central en las docenas de entrevistas que ha hecho en Bogotá. Es inevitable, tocando desde 1976 Ariel hace parte de la historia del rock en español.

La primera vez que fue a tocar a México, recuerda, fue en 1980 con “Tequila”, allí la disquera los llevó a comer a un restaurante pero no los querían dejar entrar por su apariencia. Luego de que los representantes de la disquera explicaron que se trataba de unos invitados especiales traídos de España los dejaron entrar… pero por la cocina, para que nadie los viera. Eran otras épocas, y el rock en español todavía no había reventado en Latinoamérica. Todavía faltaba esperar a la década del 90, el año de fundación de “Los Rodríguez”.

Durante la entrevista telefónica Ariel explica el formato del concierto de la noche, dice que tocará solo pero que “si cierras los ojos parece que hay una orquesta tocando” y de nuevo se ríe. Verlo hablando con prensa es una lección: sabe medir cada palabra, es afable y relajado, lo disfruta. Cuando cuelga el teléfono sonríe “¡Que majos!” exclama. Satisfecho baja de las oficinas y llega al escenario a probar sonido.

UNA PRUEBA DE SONIDO INFERNAL

Él mismo conecta sus pedales en el escenario, mira a un roadie y riéndose le dice “Oye, me podría dedicar a esto”. Entonces conecta la guitarra y uno de sus efectos principales el Fulltone Tube Tape Echo no funciona. Tras revisar cables y conexiones por unos diez minutos el efecto de la guitarra sigue sin funcionar así que Ariel, para no perder tiempo, decide probar el piano.

Se sienta frente al teclado y pide un sonido simple de piano. Empieza a tocar y el pedal de sostenido no funciona. Uno de los técnicos del escenario trata de arreglarlo pero no da resultado. Rot mantiene la calma. Mientras arreglan el pedal del piano decide probar la guitarra acústica.

Entonces, el preamplificador que ha traído para su acústica no funciona. Prueba una caja directa que trajo por si acaso y, aunque funciona, crea un ruido horrible. El ingeniero de sonido le pide que pruebe una caja directa de la organización del festival. La conectan y el ruido permanece.

La mitad del tiempo de la prueba de sonido transcurre y hasta el momento no funcionan ni la guitarra eléctrica, ni el piano, ni la guitarra acústica. Sorprendentemente Ariel mantiene la calma, les habla con tranquilidad a los técnicos.

Los técnicos arreglan el pedal del teclado. Entonces Ariel se sienta y toca “Cenizas en el Aire” y el ambiente cambia de repente. Aunque el sonido no es cómodo, aunque todavía faltan montones de problemas por solucionar, hay una magia en su forma de cantar, en el piano, en esa letra dulce y melancólica. “Estoy en el medio de la vía, en el medio de la vida si hay suerte tal vez.” Es una música que te hace recordar que todo va a cambiar.

Tras un cambio de voltaje el Fulltone empieza a funcionar, rápidamente prueba la guitarra y tras unas pequeñas correcciones se pasa a la acústica que sigue produciendo el mismo ruido de antes. “Es un ruido de tierra”, dice “Tendríamos que pegar un cable del Jack y pegármelo a mí, y yo soy la masa”. Nadie en el equipo técnico parece entender muy bien lo que pide. El tiempo termina porque otra banda tiene que probar sonido.

Ariel no está cómodo. No hubo tiempo de ajustar el sonido, sólo de solucionar problemas, y aún así, la guitarra acústica sigue produciendo un ruido horrible. Afortunadamente habrá una pequeña prueba de sonido justo antes del concierto.

LA ESPERA

Son casi las dos de la tarde. En el lobby del nuevo hotel Ariel revisa el cuarto que le han asignado y lo cambia con Fede porque le parece muy grande. Quiere un cuarto más pequeño y sobre todo menos frío. “Porque aquí es todo tropical menos el clima” dice, y se ríe. Antes de almorzar o hacer cualquier otra cosa, pide que vayan a una ferretería y consigan un cable para hacer el arreglo que ha sugerido para la acústica. Él mismo agarra el cable y con sus dientes y una navaja deja listo el cable.

La prueba de sonido lo ha puesto nervioso. “¿Sabes esa regla que dice que cuando hay una buena prueba de sonido el concierto es malo y cuando la prueba es mala el concierto es bueno? Bueno, pues según eso hoy voy a dar el concierto de mi vida.” Se ríe y continúa: “Pero esto es bueno para tu artículo, ¿no?” y se ríe de nuevo.

Almorzamos en un restaurante de carne. Pide un bife de chorizo y una botella de vino. Comenta lo caros que le parecen los vinos en Colombia y, por supuesto, no se equivoca. La carne no le gusta, le parece dura, pero se la come igual y parece disfrutar el almuerzo, la tranquilidad, hablar un poco de otra cosa. Al regreso al hotel decide acostarse por un rato.

Un par de horas más tarde nos llaman del cuarto de Fede. Llegamos y Ariel está parado con su Guitarra Gretsch colgada. Ensaya en varias ocasiones un solo difícil. Toca “Baile de Ilusiones” y todos en el cuarto (Fede, Jaime, la cantante Sol Okarina y yo) quedamos hipnotizados. En silencio movemos nuestras cabezas al ritmo de la música. Jaime habla de “Vicios Caros” una de sus canciones preferidas y entonces Ariel la toca hasta que la letra termina, porque de ahí en adelante es una de esas canciones de tocar con banda. Igual suena perfecto.

La música que Rot se carga por dentro es gigante. Más grande que él, más grande que un mal sonido, más grande que la ansiedad. Se descuelga la guitarra y dice “Esa tocadita me hizo bien”. Se va a alistar su ropa para el concierto. La tarde va cayendo y a las 8 de la noche, una hora antes del show, será la prueba de sonido. Él prefiere esperar en el lugar del festival así que salimos del hotel un poco más temprano.
Pero no llegamos un poco más temprano, llegamos muy temprano porque el festival va con una hora de retraso. Esperamos un rato en la oficina de la dirección del festival hasta que el camerino está listo y al cabo de media hora vamos al camerino que nos recibe con una enorme nube de humo.

La banda mexicana Porter que toca antes que Ariel ha pedido iniciar su show en medio de un escenario cubierto de humo. Desafortunadamente el humo del escenario entra al camerino y lo convierte en un bosque de niebla. A los pocos minutos llega el catering: cuatro bolsas de papel con un sánduche adentro y cuatro botellas de agua. Ariel mira sorprendido y dice “¿Eso es el catering?” Entonces mira a Fede y le dice “Ponélo lindo Fede, Gastá gita.” Fede sale y tras media hora regresa al camerino y organiza una pequeña bandeja con Empanadas argentinas y varias gaseosas. Pone una botella de vino dentro de hielo en el lavamanos, saca el vaso que ha traído del hotel y le sirve un vino a Ariel.

Rot le ha pedido a Jaime no hacer ninguna entrevista antes del concierto, sin embargo, una cámara del Canal 13 llega al camerino con la excusa de hacer una foto y le piden responder dos preguntas. La segunda pregunta es si él es “Un testarudo del Rock and Roll”, como queriendo decir que él toca rock and roll clásico, de verdad. Ariel dice que para nada, que lo mejor de rock es que no tiene moldes, que cada quien puede aportar lo suyo, que no hay una sola forma de tocar rock. Cuando los periodistas se van me comenta que es una pregunta idiota. “El rock es un lenguaje y yo lo uso para decir cosas, eso es todo.”

A las nueve y 15 empieza la segunda prueba de sonido y ahora todo funciona. El arreglo que Ariel hizo para la guitarra acústica es la solución perfecta. El ruido ha desaparecido y pueden concentrarse durante 40 minutos en mejorar un poco el sonido. Aunque los problemas de la tarde han desaparecido, el sonido está lejos de ser ideal. El sistema de amplificación está sobre el piso, eso hace que en el escenario se escuche muy fuerte y que Rot toque con un poco de miedo. Igual, afuera suena perfecto y eso es lo más importante. Tras una prueba rápida y expedita Ariel sube al camerino.

SOLO ROT

El show está completamente vendido, los invitados tendrán que pararse porque todas las sillas están llenas. La fila para entrar al auditorio es larga y casi todos los asistentes son fanáticos que están felices de ver por primera vez en vivo a Rot.

A las diez y media todo está listo. Ariel sale, se cuelga su Gretsch y toca un solo. Apenas termina el público estalla en ovaciones. Rot sonríe y saluda: “Entre la altura y la burundanga estoy un poco enloquecido”. Sus fanáticos ríen y aplauden felices. Toca una versión lenta y blusera de “Debajo del Puente” y es un éxito total. Durante el concierto la gente no para de aplaudir y canta cada palabra. Entre canción y canción piden sus preferidas a gritos. El sonido en el auditorio está muy bien, su voz se entiende perfectamente y cada sonido y sutileza que produce en la guitarra flota en el aire el tiempo exacto para ser digerido.

Llegando a la mitad del concierto mientras toca “Los Tipos Duros No Bailan”, una hermosa canción con riffs muy al estilo de Keith Richards, un cable de la guitarra se suelta. Ariel se detiene por un segundo y mira al público con complicidad mientras Fede corre al escenario y lo vuelve a conectar, al cabo de un segundo y medio la canción continúa como si nada hubiera pasado. Ese momento de complicidad hace que ese público que ya está en el cielo con la interpretación de Rot se enamore todavía más de él. Tras esa canción se pasa al Piano para empezar la segunda mitad del show.

Las versiones de sus canciones en el piano, como todo en este concierto, son más íntimas, las letras toman un lugar central y cada historia cobra vida. por eso “Pólvora Mojada” es muy especial, y más cuando hace una larga explicación de cómo las groupies pueden ayudar a escribir excelentes canciones y el público se ríe a gusto. Su última canción en el piano es “Dos de Corazones” un clásico de su carrera como solista que sus fans han estado pidiendo durante todo el concierto.

Tras una hora y diez minutos Ariel agarra la guitarra acústica pero antes de que empiece a tocar Fede le avisa que sólo puede tocar 3 canciones más. Es casi la media noche y la organización del festival no quiere que el concierto sea más largo que eso. Rot vuelve al escenario y le habla al público “me acaban de dar una noticia muy triste… yo soy transparente con ustedes, me han dicho que puedo tocar sólo dos canciones y un bis…” mira hacia tras bambalinas donde está el director del festival y le dice “o dos, ¿no?” Sonríe con picardía y empieza a tocar. Toca tres canciones más y entre enormes aplausos sale del escenario.

Por supuesto el público pide otra. Ariel regresa, se sienta al piano y hace una hermosa versión de “La Milonga del Marinero y el Capitán” probablemente la mejor canción que escribió para “Los Rodríguez” y que hoy, luego de casi 20 años, sólo con un piano y su voz, suena perfecto. El público se vuelve loco.

BAILE DE ILUSIONES

Ariel sale del escenario tranquilo. Recibe los abrazos de las representantes de su disquera y de los organizadores del festival. Todos están de acuerdo en que estuvo increíble. Dio una clase de rock, de cómo cantar perfecto, de cómo tocar con gozo y delicadeza. Para él fue diferente, “Nunca estuve del todo cómodo” me dice cuando sube al camerino. El sonido era muy grande y tuvo que controlarse demasiado. Pero está tranquilo, como si toda la dinamita que tenía adentro ya hubiera explotado. Se toma un vino, y dice que esperemos un poco para salir a encontrarse con los amigos.

Pasados unos veinte minutos bajamos. Algunos fans lo están esperando a la salida del teatro. Se toma fotos con ellos, firma algunas de las copias de “La Huesuda” su nuevo disco que acaba de prensarse en Colombia. Recibe palabras de éxtasis y amor de sus fans. Es la primera vez que Rot viene a Colombia, pero no será la última: se habla de conciertos en festivales en diferentes ciudades. Inclusive le ofrecen otra fecha para el viernes antes de que se vaya. Hay una enorme fanaticada que llevaba años esperando y ahora no lo quiere dejar ir.

Caminamos hasta “Magitinto” un pequeño bar al lado de la fundación. Allí esperan varios conocidos que abrazan a Ariel y le dan las gracias. Piden unos tragos y se sientan a conversar. Por un rato Calamaro suena de fondo y luego ponen la música de Ariel. Entonces él se levanta y le dice al dueño “pone Chet Baker, algo así”. Lentamente los acordes de “Almost Blue” empiezan a sonar. De ahí en adelante la noche continúa e inevitablemente se convertirá en una fiesta, o mejor en un baile porque… “la vida es un baile de ilusiones/ y el que no baila está muerto”.

         

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enero
11 / 2014