The Batman, la película más oscura y realista de DC Comics
Revista Diners
Sí, es verdad que la trilogía de Batman de Christopher Nolan puso la vara muy alta. Por eso las expectativas que recaen sobre las historias de este personaje siempre son exigentes. Pero la versión de Matt Reeves, The Batman, está muy a la altura del hombre murciélago.
A nivel técnico, la película es de alta calidad. Tiene buenas actuaciones, la fotografía es cuidada, la escenografía, también. Los vestuarios y la música funcionan bien.
Estos son detalles generales, pero a partir de aquí, en este texto van a empezar a salir algunos spoilers, así que si no la ha visto y no quiere arruinarse la trama, tenga cuidado.
Este Batman de Robert Pattinson es más o menos primerizo, aunque no nos muestran su origen. Cuando la historia empieza, es el segundo año en el que el solitario y tosco Bruce Wayne ejerce su rol de vigilante en Ciudad Gótica, que como en otras historias, parece una versión oscura, corrupta, peligrosa y decadente de Nueva York.
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=fWQrd6cwJ0A&w=686&h=386]El vigilante nocturno se ha hecho una reputación en el bajo mundo de la ciudad y su imagen tenebrosa asusta a los criminales, que siempre miran las esquinas poco iluminadas esperando que en cualquier momento aparezca Batman.
Cuando tiene las cosas más o menos controladas en la ciudad, llega la noche de Halloween y la policía encuentra muerto al alcalde en su apartamento.
La escena del crimen está llena de teatralidad. Tiene indicios que el asesino dejó intencionalmente: mensajes cifrados, pistas, desafíos, como si se tratara de un juego macabro que Batman debe resolver.
Desde ahí, todo se empieza a torcer. La mente detrás del crimen es Riddler (en español, el Acertijo, interpretado por Paul Dano). Es un asesino en serie, un loco, y sus víctimas tienen en común que son poderosas, ricas y, sobre todo, corruptas.
Detectives y mafiosos
A esta altura, el policía Jim Gordon (Jeffrey Wright) ya es la mano derecha de Batman. Trabajan en llave de una manera cercana y confidente. La relación de ambos personajes como compañeros detectives refuerza el carácter de la película, que tiene toda la estructura de un thriller policial y tiene, también, el componente de película de gánsteres.
Como las noches para el murciélago son largas y extenuantes, escribe un diario para registrar lo que hace. Lo lee en voz alta al principio y al final de la historia, justo como hacían los agentes en las viejas películas de detectives.
De hecho, algunos comparan a The Batman con Se7en (1995), de David Fincher. También se parece a The Little Things (2021), de John Lee Hancock. Y, en las escenas relacionadas con los mafiosos y políticos, es inevitable pensar en El padrino (1972) o en Casino (1995).
Es en ese ámbito de la historia en el que se desarrolla el personaje del Pingüino, un mafioso cínico, feo y poderoso. Esta interpretación del clásico villano de Batman, encarnada por Collin Farrell, es muy distinta a la que hizo Danny DeVito en Batman Returns, la película dirigida por Tim Burton en 1992 y protagonizada por Michael Keaton.
El Pingüino trabaja para el mafioso Falcone (John Turturro), quien tiene gran protagonismo en la historia y hace parte del engranaje de corrupción que Riddler intenta desenmascarar con sus asesinatos y juegos terroristas.
Falcone tiene, además, relaciones con dos personajes claves de la película: el difunto Thomas Wayne, el papá de Bruce, y Catwoman -o Selina Kyle-, interpretada por Zoë Kravitz, quien le da al personaje una onda callejera y sexy, y es una aliada importante de Batman y Gordon.
El componente realista
Selina Kyle, Falcone, el Pingüino, Gordon, Riddler y Bruce –con un Robert Pattinson triste, no muy elegante, sucio, malhumorado, inspirado vagamente en Kurt Cobain– tienen algo en común: todos son personajes verosímiles, posibles.
En este sentido, esta versión de Batman se parece a la que Christopher Nolan logró construir de la mano de Christian Bale en la trilogía que empezó en el 2005 con Batman Begins y contó con elencos aclamados y guiones potentes.
Esto establece la estética que Mat Reeves quiere lograr en lo que será una nueva trilogía: un escenario realista y oscuro, alejado de posibilidades fantásticas, cosa que sí pasó con el Batman de Ben Afleck en el universo que compartió con Superman y la Mujer Maravilla en la década pasada. Y no fue muy brillante ni aclamado.
Batman, en este caso, no tiene un despliegue tecnológico como otros. La plata no se le ve por todas partes: su Batimovil es ruidoso y un poco rudimentario, su moto es de diseño sobrio y sin juguetes, y para saltar de los edificios necesita un traje especial y un paracaídas, poco efectivos.
En esta trama policíaca en la que Batman se inmiscuye en los secretos políticos de la ciudad gracias al plan de este Riddler trastornado –y tan diferente al que hizo Jim Carrey en Batman Forever, 1995– Alfred, termina herido, en un hospital, lo que muestra la vulnerabilidad del detective nocturno, que no es invencible y que, de hecho, puede hacer muy poco para detener al Acertijo.
Al final, no se puede decir que los buenos ganan, pero tampoco los malos. Eso es una muestra de un atributo importante: no es una película predecible. Durante casi tres horas de duración, mantiene al público concentrado, siguiendo los pasos del murciélago para desentrañar un enredo de podredumbre que involucra su pasado, su infancia, sus miedos y lo obliga a crear nuevos vínculos.