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La artista estadounidense Lesley Dill presenta en Cartagena un resumen de su trayectoria artística, que se destaca por la intersección entre el lenguaje y las bellas artes. Diners conversó con ella.
La artista estadounidense Lesley Dill presenta en Cartagena un resumen de su trayectoria artística, que se destaca por la intersección entre el lenguaje y las bellas artes. Diners conversó con ella.
En su cumpleaños número cuarenta la madre de Lesley Dill le regaló un libro de la escritora estadounidense Emily Dickinson. Aunque nunca había sido una gran admiradora de la poesía, porque le parecía “muy lenta para su mente”, Dill amaba la prosa y solía sumergirse en autores de ficción como Henry James, León Tolstói y Gabriel García Márquez.
“No tenía muchas expectativas. Por eso fue una sorpresa abrir el libro y sentir una reacción inmediata en mi mente y corazón. Mi mundo interior se iluminó y en medio de una sacudida de electricidad, comenzaron a aparecer imágenes en mis ojos. Sentí que había encontrado un libro mágico para mis procesos de creación artística. No solo estaba la potente extrañeza de sus palabras e imágenes, sino que hablaba a menudo de una experiencia de éxtasis interior”, le cuenta a Diners Lesley Dill.
La artista nació en Bronxville, Nueva York, hace 72 años, y se graduó de la maestría en Bellas Artes en el Maryland Institute College of Art en 1980. Desde entonces ha participado en más de cien exposiciones en solitario y sus piezas forman parte de colecciones como las del Museo Metropolitano de Arte y el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Su particular intersección entre el lenguaje y las bellas artes ha sido su batuta artística, que la ha llevado a explorar distintas disciplinas como la escultura, la fotografía, los grabados, las instalaciones y la performance. De esta manera, sus piezas están conectadas por letras y palabras que danzan entre sí, entonadas por su propia voz.
Ese profundo interés por la palabra escrita aplicado en un ámbito estéticamente atractivo rige la exposición de Lesley Dill que se presenta en NH Galería, de Cartagena, hasta el 5 de marzo de 2022 y que está compuesta por dieciséis obras de la artista.
Diners conversó con Dill en su visita a Cartagena para la inauguración de su exposición, en el marco del Hay Festival 2022:
Cuando recibí ese regalo de mi madre fue como si me hubiese vuelto ciega al mundo exterior. Hasta el día de hoy sigo buscando palabras de escritores y poetas que produzcan en mí esa combustión.
En este punto, me he expandido del uso exclusivo de las palabras de Emily Dickinson a trabajar con textos de un pequeño círculo de poetas y escritores como Salvador Espriu, Pablo Neruda, Rainer Maria Rilke, Franz Kafka, John Donne, William Faulkner y Tom Sleigh.
¡No tenía idea de que mi arte se desarrollaría de esta manera! Sin embargo, una vez que comencé a usar palabras y textos en mi trabajo, llegué a un lugar de realización. Es decir, siempre y cuando haya una base de lenguaje poético, es permisible y puro para mí trabajar con cualquier material, ya sea alambre, metal, madera, tela o papel.
Pero también con cualquier forma, no solo la escultura. Así que los textos me llevaron a la fotografía, a piezas de pared, a grabados y luego a la colaboración en lo que al principio fueron pequeñas performances.
Sí. Me empezaron a llegar ideas cada vez más grandes para la interpretación y la música. Las ideas surgieron dentro de mí, como un desfile. Y pronto este desfile se convirtió, sin ninguna expectativa previa, en una ópera épica que llamé Divide Light.
Contó con un coro de cuarenta personas. La música se hizo en colaboración con el compositor Richard Marriott y el libreto se compuso únicamente con palabras que elegí de Emily Dickinson. Ahora se conserva como Divide Light Film, un largometraje del cineasta Ed Robbins.
Ese primer libro está literalmente hecho jirones. He leído y releído cada palabra mil veces y, sin embargo, aún surgen nuevos descubrimientos. Me inspira esa pequeña mujer que escribe sobre ideas enormes, incluso mientras evoca los detalles más pequeños de la vida a su alrededor con emociones matizadas, que pueden ser como latigazos o resultar en una paz profunda.
Dos palabras vienen a mi mente al pensar en su trabajo: conmovedor y fuerza. Esta mezcla de belleza y vanguardia en sus palabras es lo que llevo a mis obras de arte.
La ropa es la piel que vestimos. Busco en mi armario metafórico para encontrar las palabras y las emociones correctas para expresar al mundo, y eso me ha llevado a usar el vestuario como una forma de arte. Todos usamos ropa que refleja quiénes somos o creemos que somos, y dónde vivimos.
Por ejemplo, yo vivo en Nueva York y en lugar de colores caribeños, usamos negro todo el tiempo. Pero sobre todo, creo que la ropa es la casa que alberga el alma.
Nohra Haime, mi galerista, me ha hablado de su amor por este lugar durante mucho tiempo y sobre lo especial que es estar en Cartagena.
Ahora me ha traído hasta aquí y me ha demostrado que es verdad. Es un gran honor estar en esta ciudad donde la palabra escrita ha sido tan poderosa. Especialmente en las imágenes transformadoras y el tejido de palabras de Gabriel García Márquez.
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