Las nuevas esclavitudes del siglo XXI en Colombia: ¿algo ha cambiado?

En mayo de 1851 se abolió la esclavitud en Colombia, ¿pero realmente fue así? Hablamos con una experta sobre las nuevas esclavitudes del siglo XXI.
 
Las nuevas esclavitudes del siglo XXI en Colombia: ¿algo ha cambiado?
Foto: Foto de Clement Eastwood en Pexels / C.C. 0.0
POR: 
Maria Camila Botero

En mayo del 2020 el caso de una celadora retenida durante 28 días en su lugar de trabajo –ubicado en el sector de Rosales– tuvo una fuerte exposición mediática tanto a nivel nacional como internacional. Frente a esto, sin duda surge una pregunta: ¿es este un ejemplo de las nuevas esclavitudes del siglo XXI?

Edy Fonseca aseguró que durmió sobre un sofá –recién fumigado por la presencia de roedores– en un espacio frío y oscuro de apenas 4 m2 . Tan solo le daban un par de cobijas, 15.000 pesos diarios para alimentarse –cuenta que 11.000 pesos le costaba el almuerzo y 4.000 el domicilio– y debía trabajar de 6:00 a.m. a 9 p.m. “Si durante la madrugada llegaba algún domicilio o algún residente, me tenía que levantar a abrir”, aseguró Fonseca para El Tiempo.

No es el único caso. Más o menos por la misma fecha, se conoció la denuncia de una mujer de 42 años que trabajaba en servicios domésticos en un conjunto residencial de Usaquén a quien no se le permitió salir por cuenta de la pandemia por más de un mes. “Trabaja en una casa cuidando niños y limpiando. No está aguantando hambre ni malos tratos, pero no la dejan ir a su casa en Suba”, dio a conocer su hermana.

Y hay más ejemplos, por lo que la pregunta vuelve y juega: ¿son consideradas estas historias parte de las nuevas esclavitudes del siglo XXI? ¿El hecho de que la mujer no hubiera aguantado hambre ni malos tratos es indiferente a que estaban coartando su libertad? Hablamos con María Camila Díaz, historiadora de la Universidad Javeriana y doctora en Historia y Etnografía de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México.

¿Cuáles son las nuevas esclavitudes del siglo XXI?

La esclavitud era definida como “el estado o condición de un individuo sobre el cual se ejercitan los atributos del derecho de propiedad o algunos de ellos”, según consta en la Convención sobre la Esclavitud de 1926.

En la actualidad, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) define a las nuevas esclavitudes como “todo trabajo o servicio exigido a un individuo bajo la amenaza de una pena cualquiera y para el cual dicho individuo no se ofrece voluntariamente”. Aquí se incluyen los matrimonios forzados y la trata de personas.

Al respecto, María Camila Díaz cree que “la definición dada por la OIT hay que ampliarla porque hay trabajos que no implican una trata de personas ni un matrimonio forzado, pero sí hay casos –incluso en Colombia– donde se limita la libertad de movimiento, continúa el castigo físico o se hacen descuentos absurdos del salario”.

En este orden de ideas, las denuncias realizadas por las personas que trabajaban en servicio doméstico podrían ser consideradas parte de las nuevas esclavitudes del siglo XXI. Además de las ya mencionadas, entraría la explotación sexual y el trabajo infantil.

Diferencias entre la esclavitud moderna y la del pasado

Un aspecto fundamental para entender las diferencias entre la esclavitud antigua y la moderna, es que hasta el 21 de mayo de 1851 –cuando la entonces República de la Nueva Granada declaró libertad para todos los allí esclavos– esta era legal e incluso los esclavistas gozaban de una posición privilegiada dentro de la sociedad.

“Ahora son las redes clandestinas vinculadas al crimen internacional las que practican la esclavitud y los Estados tienen la responsabilidad de perseguirlas. Y aunque ya no es tan masiva como lo era en la antigüedad, sigue siendo igual de violenta e inhumana”, agrega Díaz.

Explica que aunque muchas veces se piensa que la esclavitud del pasado está estrechamente relacionada con las labores agrícolas o domésticas, no era así. “La minería del oro fue el sector económico más importante en la historia de Colombia. Prácticamente todo fue explotado por personas esclavizadas de origen africano”.

Niños esclavizados

A finales del siglo XVIII e inicios del XIX, durante la Revolución Industrial, abundaron denuncias sobre esclavitud infantil. “Muchos dueños de fábricas en Inglaterra preferían a los niños para operar ciertas máquinas porque tenían manos pequeñas y podían ingresar a espacios reducidos de manera fácil. Sin embargo, no recibían pago, eran víctimas de castigo físico y no tenían libertad de movilidad”, relata la historiadora.

¿Ha cambiado mucho en la actualidad? Cuando Alamín tenía 11 años le confesó al diario El País de España que trabajó durante 10 horas diarias fabricando chanclas de plástico junto a otros 10 niños de su edad en Daca, Bangladesh. Mensualmente recibió 1.000 takas (43.000 pesos) y cuando finalizaba su jornada, a las 10 de la noche, regresaba a su hogar donde debía dormir en el suelo porque la única cama la ocupaban sus padres, su hermano pequeño y su abuela de 80 años.

Alamín es solo un niño más de los 10 millones que –según el más reciente informe de la OIT– se encuentran en condición de esclavitud. Esta investigación revela que hay 40,3 millones de víctimas de la esclavitud moderna, lo que quiere decir que una de cada 4 personas son menores de edad. Además, “el trabajo forzoso afecta en forma desproporcionada a las mujeres y niñas, que representan el 99 % en la industria sexual comercial y el 58 % en otros sectores”, indica otro documento de esa organización.

¿Cómo estamos en Colombia?

La Organización Internacional para las Migraciones publicó un informe en el que se muestra que desde el 2013 hasta julio de 2020 –de acuerdo con cifras del Ministerio del Interior– en Colombia se han registrado 686 casos de trata de personas, de los cuales el 82 % corresponde a mujeres y el 18 % a hombres.

Infografía realizada por la Organización Internacional para las Migraciones


Por su parte, el Índice Global de Esclavitud 2018, elaborado por Walk Free Foundation, determinó que para el 2016 había 131.000 víctimas de esclavitud moderna en Colombia –2,7 personas por cada 1.000 habitantes–. Esta cifra ubica al país por encima del promedio de la región, que es 1,9 por cada 1.000 habitantes.

Pese a los datos preocupantes, María Camila Díaz asegura que pueden ser peores . “Las personas que llegaban a América en el pasado eran registradas en los puertos. Por lo tanto, se podía tener un registro sobre la cantidad de personas esclavizadas. Ahora, como es clandestino, no existen tantos informes”, explica.

La esclavitud moderna es un negocio redondo

Según cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo forzoso genera 150.000 millones de dólares al año.

“La cifra equivale a más que el Producto Interno Bruto (PIB) de la mayoría de los países africanos y tres veces los ingresos de Apple”, señaló el Foro Económico Mundial en el 2016.

¿Por qué sigue existiendo la esclavitud?

Díaz tiene una respuesta corta a esta pregunta: la desigualdad social y económica. “Siempre y cuando esta esté tan marcada como en Colombia y América Latina, hay más víctimas potenciales de explotación porque quienes viven por debajo de la línea de pobreza siempre están buscando alternativas para subsistir dignamente”, explica.

Nuevas esclavitudes del siglo XXI Tomada de la campaña 50 for Freedom de la OIT. Fuente: Estimación Mundial sobre el Trabajo Forzoso 2012


Agrega que la pandemia ha sido una excusa para amenazar a las personas con que si no aceptan ciertas condiciones perderán su trabajo y otras situaciones por el estilo. Por lo tanto, cree que la coyuntura actual ha empobrecido a millones de personas en el mundo y es probable es que las cifras de esclavitud se disparen.

¿Cómo abolir la esclavitud?

Lo principal para María Camila Díaz es que se reconozca qué está pasando y cuál es la magnitud de las nuevas esclavitudes del siglo XXI. Después de esto, asegura que es esencial que los Estados se comprometan en trabajar para combatirla.

“Tienen que hacer políticas públicas que permitan tratar el problema más allá de las fronteras y que garanticen los derechos de las víctimas y un castigo para los victimarios”, puntualiza.

Y aunque la esclavitud moderna no es exclusivamente racial, Díaz asegura que hay un racismo estructural muy profundo y sobre todo unos discursos culturales muy marcados respecto a roles de inferioridad y superioridad que, en cierta medida, explican esta práctica tan violenta que es la esclavitud.

En marzo del 2021, el activista indio y ganador del Premio Nobel de Paz en 2014, Kailash Satyarthi, compartió para la OIT su postura frente al tema y las posibilidades que tenemos como sociedad para que la esclavitud pase de una vez por todas a la historia.

“Me niego a aceptar que nuestro poder colectivo, riqueza, tecnología, constituciones y leyes no puedan poner fin a la esclavitud moderna. Podemos hacerlo y lo haremos. La ratificación no es suficiente. Hay que demostrar la máxima voluntad política”, ratificó.

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junio
2 / 2021