Los 6 colombianos que han sido nominados al Global Teacher Prize
Revista Diners
Cada año los profesores más prolíficos del mundo se dan cita en Dubái para conocer qué iniciativas se están desarrollando en diferentes países con el fin de acercar la educación y volverla más llamativa para estudiantes que viven bajo presiones sociales, culturales y económicas. En este encuentro se entrega el Global Teacher Prize, conocido como el Nobel de la enseñanza, organizado por la Global Education & Skill Forum y la Varkey Foundation, en donde se premia al mejor profesor del año.
En 2019, el profesor keniano Peter Tabichi se llevó 1 millón de dólares bajo el visto bueno de 32 ministros de educación, 6 jefes y exjefes de Estados, entre ellos Juan Manuel Santos y más de mil maestros de 153 países.
Tabichi recibió este reconocimiento por trabajo en la secundaria Keriko Mixed Day, en la zona rural de Nakuru (Kenia). Allí, el profesor de 36 años donó el 80 % de su salario para ayudar a los jóvenes huérfanos y padres solteros, quienes tienen que caminar seis kilómetros para llegar a la comunidad educativa.
Ahora con este premio, el docente podrá mejorar las aulas para alentar la curiosidad, talento e inteligencia de sus estudiantes. “Estoy seguro que dentro de poco África producirá científicos, ingenieros y empresarios famosos que irán a todos los rincones del mundo”, aseguró Tabichi cuando recibió el premio.
Aunque ningún colombiano ha logrado alcanzar este mérito internacional, sí son varios los que han quedado nominados. Conózcalos a continuación.
Luis Emiro Ramírez (2019)
Este profesor de Caquetá quedó entre los 50 mejores del mundo. Su trabajo en la Institución Educativa Avenida El Caraño, ubicada en la zona rural de Florencia, fue reconocido por el mundo por crear la Agromática, un proyecto que combina la tecnología y la agricultura para predecir cómo serán los cultivos en el futuro.
Ramírez, de 36 años, transformó la vida de 440 estudiantes de primaria y secundaria, quienes mejoraron las prácticas agrícolas de sus familias, además de revitalizar los cultivos de caña y huertas que sufrían daños irreparables por daños en las fuentes hídricas de la zona.
A su vez, el profesor aseguró que “así ayudó a evitar la deserción, haciendo del estudio algo que pudieran aplicar, agradable, motivador y empresarial”, durante la ceremonia del Global Teacher Prize.
Luis Miguel Bermúdez (2018)
Este profesor de ciencias sociales del colegio Gerardo Paredes, en Suba (Bogotá), diseñó un plan de estudios sobre la sexualidad, con el que logró reducir a cero el número de embarazos no deseados en la institución. Gracias a este proyecto, que salió de su pasión por la profesión, Bermúdez pasó de ver a 70 niñas embarazadas por los corredores a mujeres empoderadas de su cuerpo que entendían qué era un anticonceptivo, el respeto y la igualdad de género.
Por este trabajo, Bermúdez, de 37 años, quedó entre los mejores 10 maestros del mundo en una competencia en la que ganó la británica Andria Zafirakou, quien diseñó un plan de estudios para atender a los estudiantes, quienes vienen de África, Medio Oriente y Asia. Para ello creó un coro escolar somalí, horarios alternativos para deportes exclusivos para las comunidades conservadoras, lo que llevó el equipo de cricket femenino a ganar la Copa McKenzie.
Jhon Alexander Echeverri (2018)
En 2018, este profesor de la Institución Educativa Comercial de Envigado, y otros dos colegios de la región, llegó a Dubái con una idea que revolucionó la forma en cómo sus estudiantes perciben el cuidado del medioambiente.
Bajo el nombre de ‘Metodología de investigación socio-ambiental’, Echeverri logró que sus estudiantes desarrollaran un programa para mitigar la contaminación del aire, la proliferación de plagas, construcción de huertas hidropónicas y paneles solares que mejoraron notablemente la contaminación de la zona 6 de Envigado.
Carlos Enrique Sánchez (2018)
Este profesor del Técnico Industrial San Juan Bosco en Contratación, Santander, logró fusionar la frescura de las nuevas tecnologías con la importancia del trabajo que los jóvenes deben afrontar luego del colegio. Desarrolló un software para el aprendizaje de dibujo arquitectónico y varias teorías de ingeniería, habilidades para la televisión, prensa e incluso mantenimiento y reparación de computadores.
Alexander Rubio (2017)
Este profesor de Educación Física logró impartir una clase alternativa de yoga y mindfulness en la Institución Educativa Rodrigo Lara Bonilla. A sus clases asistían 40 o 45 estudiantes de Ciudad Bolívar en Bogotá, donde aprendieron a encontrar la calma a través del yoga. Su trabajo con estos jóvenes, víctimas del conflicto, desplazamiento forzado, pandillas, tráfico y robo encontraron en el colegio un refugio.
Así fue como Rubio, de 49 años, logró un récord nacional de yoga en 2012, en el que participaron 1200 estudiantes de la escuela, lo que llamó la atención de los organizadores del Global Teacher Prize, la revista de investigación de la Universidad Bolivariana y la Secretaría de Educación de Bogotá.
En 2017, la profesora canadiense Maggie McDonnell ganó el Global Teacher Prize por su trabajo en el pueblo Salluit, ubicado en el extremo norte de Canadá. Aquí el principal problema era las temperaturas bajas y el aislamiento de los jóvenes que los llevaba a las drogas y el suicidio. Sin embargo, logró cambiar esto gracias a su método Life Skills, donde empoderó a los estudiantes para que participaran activamente en el colegio y recibieran atención por sus logros.
Katerine Franco (2016)
La profesora de tecnología e informática del colegio José Asunción Silva, ubicado en Las Brisas (comuna cinco de Medellín), logró que sus estudiantes se interesaran en aprender del mundo a través de las nuevas tecnologías que ofrece internet. Por medio de métodos únicos, Franco puso a sus pupilos a jugar, hablar y exponer temas de matoneo con estudiantes de Chile, Puerto Rico, República Dominicana, México y Ecuador a través de videollamadas.
Por otro lado, también motivó a los estudiantes a aprender inglés a través de videojuegos y charlas con jóvenes de Malasia, quienes les ayudaban a reforzar el vocabulario y conocer sus costumbres. De ahí que la Varkey Foundation contactó a la profesora para anunciarle que estaba entre las 50 finalistas del concurso en 2016.
Ese año ganó la palestina Hannan Hroub, quien creció en un campamento de refugiados en su país y le dio las enseñanzas suficientes para escribir el libro We Play and Learn, que luego usó para dar clases a jóvenes refugiados del conflicto actual entre Palestina e Israel.