¿Cuándo fue la verdadera fundación de Bogotá?

La fundación de Bogotá fue, jurídicamente, el 27 de abril de 1539. El 6 de agosto Jiménez de Quesada desafió al que se opusiera, pero no hubo fundación.
 
¿Cuándo fue la verdadera fundación de Bogotá?
Foto: Pedro Szekely from Los Angeles, USA/ Wikimedia Commons/ (CC BY-SA 2.0)
POR: 
Arturo Abella

Primero, hagamos cuentas. Si lo que celebramos es la entrada de los españoles a Bogotá, estamos equivocados. Porque los conquistadores, con Quesada a la cabeza, o bajo su dirección, llegaron al Valle de los Alcázares el 22 de marzo de 1537.

Es decir, que hemos debido conmemorar esa llegada cuando se cumplieron los 450 años del llamado Descubrimiento. Que no lo fue, porque hacía milenios que diversas razas, entre ellas la muisca y la chibcha, habían descubierto a Bogotá. No se llamaba Bogotá, sino Bacatá.

También la denominaron Gogotá y Bogotoyá. Después se llamó Santafé de Bogotá. Como la bautizó Quesada. Y finalmente el Libertador ordenó que su nombre definitivo fuera Bogotá. Y así quedamos.

Pero como no celebramos la entrada de los españoles hace un año los historiadores nos obligaron a decir que el 6 de agosto de 1538, hace 483 años, se fundó a Bogotá.

La fundación de Bogotá

Según las leyes para fundar una ciudad se requerían una serie de normas y de número de habitantes que no existían el 6 de agosto de 1538. Quesada, entonces, cumplía una misión del gobernador de Santa Marta, luego no podía jurídicamente fundar la ciudad.

Puesto que además no sabía que el dicho gobernador, Pedro Fernández de Lugo, había muerto. Y por lo tanto no podía, repetimos, fundar la ciudad. Sólo el 21 de abril de 1537, los conquistadores ocuparon a Bacatá, la sede del Zipa. Que no estaba en lo que hoy llamamos la Plaza de Bolívar. Sino en Funza.

Posesionado del terreno, por ocupación o invasión, como quiera el lector, Quesada se consagró a recorrer el territorio “descubierto”. Era el imperio muisca o chibcha, el más rico de la Sabana.

Recorrió Tunja, Sogamoso y ciudades aledañas y consiguió oro y esmeraldas, en menos cantidad de lo que esperaban y aspiraban los conquistadores. Pero logró una suma extensa. Como se vio a la hora de la repartición. Debe anotarse de paso, que algunos de los soldados, como quien no quiere la cosa, se embolsillaban tal cual tejuelo de oro o tal cual esmeralda, cuando se descuidaban los miembros del estado mayor de Quesada.

En todas estas vueltas y revueltas, Quesada decidió tomar posesión efectiva del territorio. Contra la voluntad de algunos de sus soldados, que le pedían, “Pirú, Pirú”, porque allí era la verdadera tierra de Eldorado. Quesada se impuso. Se quedaría en Bacatá.

Pero antes iría a España para obtener la recompensa de lo “descubierto. El 12 de junio de 1538 ordenó “el arqueo y el reparto del tesoro … cuyo monto ascendió a 247.032 Pesos en oro fino… 1.815 esmeraldas”. Cada conquistador recibió su parte “según justicia razón y méritos”.

Pero los indios -en cierta manera precursores de la Independencia (¿Cuál?)- incendiaban de noche los alojamientos en la planicie, donde se alojaba la tropa de Quesada.

“Ni de noche ni de día nunca dejaron de darnos guazabaras (escándalos) y muchas escaramuzas y nos pusieron en mucho aprieto de cansancio así de personas como de caballos”. Quesada decidió salir de la planicie, previa consulta diplomática con los propios indios, a quienes pidió le indicasen un sitio seguro. Los indios, que no eran tan brutos, le dijeron: Escoja el sitio y nosotros construiremos las casas. Ello se desprende de los relatos de los cronistas de Indias.

Además de las erratas ya anotadas viene la de “fundación”. Quesada comisiona a Pedro Fernández de Valenzuela para que inspeccione el oriente de Bacatá. Y se emboca en el sitio preciso, para evitar el ataque por la espalda de los indios: el pie de los cerros, “el monte”, donde precisamente había tenido su “casa de placer”o veraneadero el Zipa. El sitio se llamaba Teusaquillo.

Pero no el Teusaquillo de hoy, donde los arquitectos del año 30 comenzaron con el sarampión estilo inglés. Teusaquillo quedaba en la que hoy es Calle 14 con Carrera Segunda, que después de la “posesión” se llamó Pueblo Viejo y hoy Plazuela del Chorro de Quevedo.

¿Entonces qué sucedió con la verdadera fundación de Bogotá?

Más abajo debería levantarse el Humilladero y abrirse el mercado en la Plaza de la Hierba (esquina del Parque de Santander), donde nació y murió el 9 de abril el Hotel Regina y donde se levanta el edificio de Avianca. Perdón por la desviación del tema.

Estamos, pues, en Teusaquillo, al pie de los cerros de Monserrate y Guadalupe. “Es este -dice el cronista Aguado- un sitio alto y algo escombrado y que de la sierra no les podían ofender los indios, ni en ninguna manera se podían aprovechar en el contra los españoles”.

El sitio fue aprobado por Quesada. El 5 de agosto pasó día y noche Quesada en la inspección del terreno. Al día siguiente, 6 de agosto de 1538, desenvainó la espada, dio cuchilladas sobre la tierra, desafió al que se opusiera y estableció el asiento militar de la ciudad.

Pero no hubo fundación. Para que ocurriera la fundación de Bogotá era necesario el nombramiento de alcaldes, regidores y funcionarios que le diera fisonomía jurídica la ciudad. Celebramos, pues, el establecimiento del “asiento militar de la ciudad”. No de su fundación.

La intención de “fundar” era claro

No lo hizo por los motivos anotados: no tenía autorización. Pero por diferentes conductos supo Quesada del arribo al Nuevo Reyno de Granada, así bautizado por él, de dos conquistadores que venían por distintos caminos.

Se llamaban Nicolás de Federman (alemán) que caminaba desde Venezuela, y Sebastián de Belalcázar, ducho en fundación de ciudades, para conquistar lo conquistado por Quesada. Y seguía sin fundar la ciudad. Comienzos de 1539.

Quesada, lo hemos dicho, tenía dos caminos: combatir contra dos enemigos, que se unirían forzosamente contra él. O los dos nuevos invasores. Y después pagarles. Federman necesitaba plata. Porque su tropa apenas se cubría con pieles de tigre. Era el más interesado.

Belalcázar, que traía peruanos -los peruleros según el ingenio ya bogotano- venían muy bien vestidos y con mercancía para vender esparcimientos de los cuales no dejaron constancia, resolvieron irse los tres conquistadores a España.

¿Por qué pedir permiso en otro lado para la fundación de Bogotá?

Belalcázar, “canchero” en fundaciones, y a sabiendas de que había muerto el gobernador Fernández de Lugo, le aconsejó a Quesada que debía fundar la ciudad, con base en que si él (Belalcázar) “hubiera sido el capitán en cuya suerte ha caído reyno tan poderoso y opulento, como es este de Bogotá, ya tuviera fundadas en él tres o cuatro ciudades y hechos los repartimientos de los naturales con graduación legítima de los servicios de tan valerosos soldados”.

Reconoció Quesada que Belalcázar tenía razón. Por tanto escogió cambiar el “asiento militar” y fundar la ciudad en la planicie donde hoy está la Plaza de Bolívar. La ceremonia, presidida por Jiménez de Quesada, Sebastián de Belalcázar y Nicolás de Federman, se efectuó el domingo 27 de abril de 1539, día en que jurídicamente se efectuó la verdadera fundación de Bogotá. Pero de ese día y año, nadie, y menos los bogotanos, se acuerdan.

Los papeleos y estatutos

Ese día se nombraron regidores (cabildantes) y alcaldes. Se señalaron las manzanas o cuadras y las calles principales. La plaza Mayor (ahí se efectuó la fundación jurídica), donde habrían de edificarse la Catedral y los solares y edificios para los funcionarios públicos.

Desde luego no fue una señalización perfecta. Teusaquillo quedó como el Pueblo Viejo, al pie de los cerros. Es decir que la primera carrera habría sido la quinta, segunda la sexta y tercera la séptima, donde sería la Calle Real y la espina dorsal del centro de Bogotá. Antiguo y moderno.

La ceremonia de fundación de Bogotá, aquel domingo 27 de abril de 1539, debió ser muy “solemne”, por la presencia de tres conquistadores, nuevos visitantes, y comienzo de la nueva raza que se había iniciado en 1537, por el contacto y vivienda de españoles con las indias, cuya generosidad con los españoles no sólo les habían señalado el camino de la sal, sino el mestizaje que hace parte de los misterios de la ciudad.

Porque la otra fe de erratas, en la fundación de Bogotá, surge también del nacimiento, del primer mestizo o mestiza en Bogotá. Es posible que no se pruebe jamás. No hay archivos, no hay documentos, no hay investigadores que nos puedan definir el punto.

Esta nota sobre la verdadera fundación de Bogotá fue publicada originalmente en la Revista Diners de julio de 1988. Edición Número 220

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agosto
6 / 2023