“El río Ganges podría desaparecer en menos de 100 años”
Sandra Martínez
India, tan cercana y lejana a la vez; país lleno de contrastes, sabores, olores, historia, riqueza y espiritualidad. Su río sagrado, el Ganges, inspiró a un grupo de cineastas colombianos para recorrerlo, desde su origen hasta su desembocadura, y relatar las milenarias tradiciones que se celebran a orillas de sus aguas. En contraste, también cuentan los problemas que está enfrentando debido al cambio climático que afecta a todo el planeta.
Una visión poética sobre una dura realidad, un llamado de conciencia para hacer cambios y entender que todos somos parte de la naturaleza. Diners conversó con Roberto Restrepo, director colombiano de cine, sobre esta producción que se estrena el 6 de junio.
Usted vivió en India de 2014 a 2017 como consejero de la embajada de Colombia en Nueva Delhi ¿Por qué se interesó, específicamente, en contar una historia sobre el río Ganges?
La idea de hacer una película vino antes de asumir el trabajo en la embajada. En 2001, mientras terminaba de hacer mi tesis de grado de filosofía, empecé a practicar yoga, y comencé a interesarme por la civilización donde se originó esta práctica. Unos meses después estaba viviendo en el Bihar Yoga Bharati, un ashram en el corazón de la India rural. La ventana de mi cuarto daba al Ganges.
Viví en ese lugar por un año, y por la interacción con los locales, descubrí aspectos y valores de la cultura india que al comprenderlos me dieron muchas luces acerca de la crisis ambiental actual, que en aquel entonces no era un asunto tan sonado, pero que ya era un tema capital para mí. Sobre todo, me sorprendió entender la inexistencia del concepto de basura para la gente en India, que es un tema central de la película.
El trabajo en la embajada vino después, ya iniciado el proceso de producción de la película hace unos años. Sin embargo, estar de nuevo en la India me permitió confirmar y desarrollar varias de las hipótesis del documental, y aprender más de esa civilización que, de algún modo, ya hace parte de mí.
¿Qué encontró cuando se fue a vivir allá?, ¿cómo cambió su percepción?
Lo primero que uno encuentra cuando va a la India es una sobreabundancia que excede los propios umbrales perceptivos. En la India todo es excesivo y contradictorio para uno. Los olores de jazmín e incienso se mezclan con otros olores menos agradables; en los saris de las mujeres convergen colores como el rojo y el verde. Muchedumbres multicolores. El thali, la comida tradicional, mezcla los seis sabores y todas las espesuras y contexturas de las preparaciones: de lo caldudo a lo sólido, de lo dulce a lo picante.
Octavio Paz señala el espíritu conciliador de la India, que trae la diversidad de lo real a la unidad, no en un orden sucesivo o dialéctico, sino en un solo momento. Creo que eso es verdad. Sin embargo, nuestra película va más allá, puesto que muestra cómo el tiempo cíclico, que es el tipo de temporalidad que permite que todos los estadios de los procesos pasen en un mismo momento, no permite que haya concepto de basura. Así como la gente reencarna, no existe el concepto de desecho. Todo entra en el ciclo metabólico del tiempo.
Me sorprendió mucho la presencia de lo que para mí era basura casi en todas partes, la inexistencia de canecas, lo mucho que barren (…) Todo eso lo comprendí después, y es lo que me motivó a escribir e investigar sobre India, y después, querer hacer una película.
Me llamó la atención que el guión tuviera esa mezcla poética y espiritual con el tema medioambiental. ¿Por qué quería mostrar esas dos facetas?
Los documentales medioambientales y sobre la naturaleza generalmente ven lo humano como algo separado de la naturaleza, y eso es justamente lo más particular que para nosotros tiene nuestro documental: muestra que la cultura y la naturaleza son parte de un todo indisociable, y que la espiritualidad es uno de los aspectos más sublimes en los que se hace patente esta unidad. Quizás podamos culpar a esta división de lo natural y lo humano de la crisis que empezamos a enfrentar. Creo que es momento de recuperar una visión holística del mundo, del mundo como procesos y relación.
Espiritualidad y caos medioambiental, ¿cómo vivió eso usted y todo su equipo?
No podría hablar por todo el equipo, pero creo que muchos de nosotros nos sentíamos viviendo en una paradoja. Ver cómo Varanasi, por ejemplo, que es la capital de la pureza ritual de la India, es a la vez el lugar donde se contamina más el río, y ver cómo para los devotos el río sagrado sigue siendo puro, a pesar de la evidencia ostensible, hace que el Ganges sea una paradoja que fluye. De algún modo los contrastes de la India hacen que uno entre, a veces, en una especie de estado alterado de consciencia.
¿Qué tan fácil fue conseguir a los expertos medioambientales que hablan en el documental?
Fue relativamente fácil, teniendo en cuenta el nivel y la inaccesibilidad de los expertos que colaboraron con el documental. Uno de los personajes principales es Vandana Shiva, premio Nobel Alternativo de 1993, quien recientemente canceló una visita a Colombia. Otro personaje sobresaliente es el profesor Veer Bhadra Mishra, considerado por la revista Forbes como uno de los diez héroes ambientales del planeta. Mishra murió un tiempo después de darnos la entrevista.
Tengo que resaltar el trabajo de Ana Piñeros, investigadora y productora asociada de Ganges, quien hizo los contactos y la agenda con estos expertos después de una juiciosa investigación sobre los temas del río.
¿Qué fue lo más impactante de estar tres meses en ese país grabando una película?
Adentrarnos en la India rural y su diversidad, desde los Himalayas hasta la desembocadura de Ganges en el manglar más grande del mundo. Creo que para todos fue una gran experiencia. Tuvimos que exponernos a condiciones de temperatura extrema, del frío del glaciar de Gangotri a los 53 °C de la isla de Mousuni, en Bengala, la temperatura más alta que experimentamos. Algunos del equipo, a lo largo del viaje, se bañaban por la noche con la pijama puesta para poder dormir.
Uno de las cosas más lindas de la película es la fotografía. ¿Quién estuvo a cargo y cuál fue el mayor reto? Y más cuando se hizo al revés de lo que habitualmente se hace. Primero se editaron las imágenes del río y luego se añadieron los expertos.
Tuvimos la suerte de contar con dos excelentes directores de fotografía, Helkin René Díaz y Felipe Aguilar, quienes aportaron con su mirada y experticia técnica a que la imagen de la película sea impecable. También resalto el trabajo y la sensibilidad de Talía Osorio, codirectora del proyecto.
Para la edición, el primer corte fue hecho solo con las imágenes del río, sin intervenciones, para poder aprovechar al máximo el lirismo de esas imágenes registradas con las que se narró el curso del Ganges y sus problemáticas. Teniendo este primer corte, nos pusimos en la tarea de realizar el guion y poner las entrevistas. Aquí tengo que destacar el cuidadoso trabajo de Gabriel Baudet, montajista principal de la película.
¿Cuánto costó hacer la película y cómo logró el tema de financiación?
Solo el viaje a la India costó alrededor de 130 millones. Era lo que teníamos para poder rodar la película, y lo conseguimos por medio del patrocinio de una empresa que se acogió a la ley del cine. Pero este fue solo el principio. De resto, el proyecto ha sido completamente auto gestionado. Las ganas de sacar esta película y compartir su mensaje han implicado algunos sacrificios, pero estamos seguros de que valió la pena. Ana Piñeros y yo, quienes estamos desde el principio al frente del cañón, hemos trabajado por años sin recibir un peso.
¿Cuál cree usted que es la lección más grande para Colombia que le puede dejar la India?
India y Colombia comparten algunas realidades y es necesario que empiece a haber algún tipo de aproximación. Ambos países son mega-diversos, con vocación agrícola, y muy vulnerables al cambio climático. Creo que empezar a cooperar en este sentido será importante en lo que se avecina. Pero, el mensaje de Ganges inspirado completamente en la tradición india, tiene un valor universal. Tenemos que revisar nuestras formas de producción y de consumo, porque ya no son viables. Tenemos que acompasar nuestra actividad con los ciclos regenerativos de la naturaleza, y no al revés, imponiendo la lógica temporal del consumo capitalista a la naturaleza, pues terminamos alterando los procesos de los que depende nuestra propia subsistencia, como ocurre con el ciclo del agua.
Nuestros ríos comparten las mismas problemáticas que encontramos en el Ganges: altos niveles de contaminación, represamiento, sobreexplotación de los recursos, minería, deforestación, sumado a los efectos del cambio climático que para el caso del Ganges podrían llevarlo a su desaparición en menos de cien años.
Varias personas en India ya vieron el documental. ¿Podría contarnos cuáles fueron sus apreciaciones?
Los indios valoran el amor y el respeto hacía su tradición y su cultura por parte de la película. Su río sagrado y los principales personajes del activismo ambiental en India, reconocidos mundialmente, son los protagonistas. De hecho, el lanzamiento de la película se hará con la colaboración de la Embajada de India en Colombia, en el contexto de la celebración de los 150 años del nacimiento de Gandhi, cuyos principios de autoabastecimiento y autogobierno son más relevantes que nunca.
¿Qué le diría a un espectador colombiano para que se anime a ver Ganges?
¡Venga a verla! Si le da curiosidad la espiritualidad de la India, le interesa la historia viva, la problemática ambiental del río y el cambio ambiental global, es una película que no lo va a decepcionar.