Crónicas desde Rusia: Los hinchas colombianos en Kazán

Kazán es una de las ciudades más frías de Rusia durante todo el año, sin embargo, durante el mundial, el clima veraniego ayudó para que los hinchas colombianos se sintieran como en casa.
 
Crónicas desde Rusia: Los hinchas colombianos en Kazán
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Adolfo Zableh

El equipo de hockey de Kazán es el actual campeón de la Liga Continental Europea, el segundo torneo más importante del mundo después de la NHL, ya que reúne equipos de nueve países del continente, incluido Rusia.

Y es lógico que así sea, la tercera ciudad de este país apenas tiene tres meses de calor y temperaturas de hasta -15 grados centígrados en invierno. En Kazán, la gente es fanática del Rubin, su club de fútbol, pero enloquece con el Ak Bars, su equipo de hockey.

Hinchas colombianos en las afueras del estadio de Kazán.


Eso cuando no hay mundial, porque el pasado domingo la ciudad se detuvo para ver jugar a Colombia contra Polonia, y no precisamente por sus habitantes. En las calles los colombianos se contaban por miles y por unas cuantas horas el hockey le cedió su reinado al fútbol.

Ese 24 de junio fue el día más caliente en lo que va del año en Kazán. Se registraron 32 grados, y el clima ayudó a que los seguidores del equipo de Pékerman se sintieran en casa porque, para que entiendan, entre la gente que había, el ambiente que se respiraba y el clima que hacía, ese lugar parecía El Rodadero en Semana Santa.

Y no digo que eso fuera bueno ni malo, solo que así fue. Todos hemos visto u oído cómo se pone el balneario vecino de Santa Marta cuando llega Semana Santa: entre festivo e invivible.

Por todo lo largo de Baumana, la calle peatonal más concurrida, y los alrededores del Kazán Arena, se inundaron de colombianos en pinta de verano, como si fueran a la playa, y de atuendos alusivos al país: la camiseta de la selección, pelucas del Pibe Valderrama y banderas tricolores. También había gente con camiseta de su equipo: Cúcuta, Once Caldas, Junior, Bucaramanga, y hasta de Millonarios.

La felicidad daba para todo y los noticieros hicieron su agosto con las famosas notas de color, que son una lata (de hacer y de ver). El fútbol da para todo, es fuente de miles de historia y los medios han tomado el camino fácil de coger hinchas ebrios de alcohol o de alegría y ponerlos a saltar y a gritar incoherencias.

Las notas de color, una lata de ver y de hacer.


Podrían ser más imaginativos, digo, y sumarle al torneo con información interesante, en vez de ponernos a ver a los hinchas haciendo malabares y diciendo que Colombia es lo más bello y que va a golear al que se le ponga al frente.

El ruso es seco y frío, tanto, que parece que siempre estuviera de mal genio. Y en un destino tan distante como Kazán, a ochocientos kilómetros de Moscú, ver un puñado de latinos exaltados en la mitad del corto verano debe ser un espectáculo exótico.

Quizá después de ver la fiesta que armamos antes del juego y que continuamos luego del 3-0 a favor quedaron con una imagen equivocada de nosotros. Deben creer que somos un pueblo feliz y amigable, no deben tener ni idea que lo cierto es que nos agarramos del fútbol en parte porque no tenemos mucho más por lo cual sentirnos orgullosos, pero también porque buscamos cualquier excusa para no trabajar y evadir nuestras responsabilidades.

Habría que decirles a los rusos que esa felicidad que vieron no es tal, es más bien desfogue y que con cualquier chispa se convierte en incendio. Para comprobarlo están las cifras que botó la Policía Nacional en el marco de la celebración por el triunfo de la selección: ocho homicidios y 73 personas heridas: 20 con arma de fuego y 53 con arma blanca. Eso, y casi cuatro mil peleas. Y eso que fue un partido de primera ronda.

Para completar el marco playero, en la madrugada se vieron largas filas para abordar los trenes de regreso a Moscú, lo que vendría siendo la flota Santa Marta – Bogotá, pero antes, mucha gente enguayabada y cansada comiendo en McDonald´s y KFC, eso sí idéntico a lo que ocurre en El Rodadero.

Después de la fiesta, los hinchas siempre se reúnen a comer. Entre más barato, mejor.


Después del enorme gasto que representa viajar y de todo el voltaje gastado en la fiesta, toca llenar el estómago con lo que sea, y si es barato, mejor. Ya se comerá mejor de vuelta en casa.

         

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junio
27 / 2018