100 años del asesinato de Francisco Fernando

Con el asesinato del archiduque Francisco Fernando por el serbio Gavrilo Princip, la Primera Guerra Mundial era inminente. Hoy se cumplen 100 años de este incidente.
 
POR: 
Gabriel Iriarte Núñez

En la edición 171 de 1984, Gabriel Iriarte Núñez conmemoró los 70 años del asesinato del archiduque Francisco Fernando. Hoy, cuando se cumplen 100 años de este acontecimiento recordamos ese texto.

“Si no prestamos atención, la próxima guerra comenzará por un asunto insignificante en los Balcanes”.

Frase pronunciada por el mariscal de campo Helmuth von Moltke, en 1870.

Cuando el 28 de junio de 1914 Gavrilo Princip hizo los disparos que causaron la muerte al archiduque Francisco Fernando, heredero al trono del imperio austro-húngaro, y a su esposa, Sofía Chotek, muy pocos pensaron que el atentado de Sarajevo desencadenaría en cuestión de pocas semanas una espantosa conflagración que duraría más de cuatro años y en la que perderían la vida casi nueve millones de seres humanos. Princip y sus cinco camaradas que lo acompañaban en la aventura pertenecían a una organización llamada “Joven Bosnia”, cuyo objetivo esencial consistía en lograr la independencia de Bosnia y Herzegovina (dos provincias anexadas por los austro-húngaros en 1908) y unirlas al reino eslavo independiente de Serbia. A su vez esta última aspiraba a conformar una “Gran Serbia”, ampliando sus territorios a todas aquellas regiones, como Bosnia, estuvieran habitadas por poblaciones de origen mayoritariamente serbio. En fin, entre muchos pueblas eslavos sometidos a la dominación de los Habsburgos prevalecía el ideal de crear un país de los eslavos del Sur (“Yugoslavia). En los círculos militares serbios existían corrientes que favorecían de manera decidida las reivindicaciones bosnias, y fue un grupo secreto —la “Mano Negra”— dirigido por el coronel Dragutin Dimitrievic, el que proporcionó las armas a Princip y los suyos.

La creciente, agitación de los pueblos sometidos, las tendencias separatistas y la actitud desafiante de Serbia mantenían en ascuas al multinacional imperio austro-húngaro, cuya fragilidad se ponía de manifiesto a cada paso. Y fue el atentado de Sarajevo la ocasión escogida por Viena para acabar de una vez por todas con la arrogancia de Serbia y dar una lección a sus súbditos eslavos,  no obstante que la Rusia zarista se hallaba ligada a Serbia militarmente y comprometida  con la causa de sus “hermanos eslavos” del Sur”. Es así como, luego de prolongadas consultas con sus abades alemanes y con un “cheque en blanco” del emperador  Guillermo II en la mano. los austríacos presentaron el 23 de julio a las autoridades de Belgrado (capital de Serbia) un ultimátum en el que se exigían entre otros, los siguientes puntos: promesa del gobierno serbio de no participar en ningún movimiento paneslavista, prohibición por parte de Serbia de toda propaganda contra el imperio austro-húngaro, destitución de todos los funcionarios miembros del “movimiento para la Gran Serbia” y participación de agentes austríacos en la investigación del asesinato de Francisco Fernando. Viena daba 48 horas de plazo para una respuesta. Pese a que no hay evidencias que permitan implicar al régimen serbio en el atentado, éste aceptó la mayor parte de las exigencias imperiales, pero se negó a que representantes austríacos supervisaran las pesquisas en torno al crimen de Sarajevo por considerar que ello violaba la soberanía de la nación. Ante la negativa serbia, Austria-Hungría declaró la guerra el 28 de julio y ese mismo día cañoneó la ciudad de Belgrado. Había transcurrido apenas un mes luego del magnicidio y ya la contienda se encaminaba hacia su internacionalización. El 30 Rusia decretó la movilización general y el 1o. de agosto Alemania respondió rompiendo hostilidades contra el zar Nicolás 11; un par de días después Berlín declaraba la guerra a su archirrival, Francia, al tiempo que invadía a Bélgica, pisoteando la neutralidad de este país.  Por último, Inglaterra, que había tratado de mantenerse como el fiel de la balanza en los conflictos europeos, decidió entrar a la lid al lado de Francia, Serbia y Rusia. La I Guerra Mundial había comenzado.

Tales fueron los hechos que provocaron el estallido de la lucha. Sin embargo, desde hacía varias décadas contradicciones irreconciliables entre las potencias imperialistas venían enrareciendo el ambiente político y militar del Viejo Continente y preparando las condiciones de un choque en el que se definirían supremacías y esferas de influencia y se llevaría a cabo una redistribución del orbe entre un puñado de gigantes.

         

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junio
27 / 2014