Sebastiao Salgado: los ojos del Amazonas

El mítico fotógrafo brasileño falleció a los 81 años. En Diners le contamos su irreverente trayectoria y su apuesta por las imágenes en blanco y negro.
 
Sebastiao Salgado: los ojos del Amazonas
Foto: Focus Pix/ Shutterstock
POR: 
Revista Diners

A Sebastiao Salgado le hervía la sangre. En una rueda de prensa para rendir homenaje a su trabajo de más de cuatro décadas como fotógrafo documental de la naturaleza del Amazonas y las atrocidades que le rodean le dijeron: “Hiciste una estética de la miseria”, a lo que el fotógrafo contestó con cierta ira en sus palabras: “¡Ridículo!, lo que yo hago es fotografiar mi mundo”, acompañado de una mirada inquisidora, que dejó en silencio el salón.

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De esta escena ya pasaron seis años, en los que Salgado aprovechó hasta el último de sus alientos para completar 30 reportajes sobre 13 tribus a través de fotografía aérea, porque así, explicó él: “es posible ver la extensión del bosque y de los ríos en el Amazonas”, a su investigación la acompañó de su preocupación auténtica por la evaporación de las corrientes aéreas de humedad que garantizan la lluvia en gran parte del planeta, así como de la erosión del sistema montañoso del Amazonas y, como no, en los animales que habitan este pulmón del planeta.

A Salgado lo acompañará por la eternidad su irreverencia, desde los años 80 defendió su trabajo y lo valoró como si fuese la cúspide de la fotografía mundial. Su autoconfianza lo llevó a ganar el premio W. Eugene Smith de Fotografía Humanitaria de 1982, así como el World Press Photo de 1985 y el Hasselblad de 1989. Eso sin mencionar su mención como Caballero de la Legión de Honor de Francia y el premio Príncipe de Asturias de las Artes en España.

“Me merezco esos premios, creo que soy la persona que más ha caminado este planeta”, comentó en una entrevista para el diario El País de España de hace dos años, cuando reveló que ya había recorrido 130 países por su cuenta. “Quiero creer que soy como los hombres que en la Edad Media, llevados por la curiosidad, iban de ciudad en ciudad para conocer cosas y transmitirlas. Y es que esa es la vida de los fotógrafos: mostrar el espejo de la sociedad, una función que no existía hace 100 años y que ahora está condenada a desaparecer en 20”, comentó el brasilero nacido en el humilde municipio de Aimorés, del estado Minas Gerais.

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El trabajo de Sebastiao Salgado

Poco se habla, pero antes de enamorarse de la fotografía, Sebastiao Salgado se formó como economista, y casi a los 30 años se dio cuenta que podía ser un fotógrafo empírico cuando empezó a retratar pinturas de Rembrandt. Ahí dijo: “Yo también puedo crear esas mismas luces y profundidades”.

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Eso le dio rienda suelta para perfeccionar su técnica y empezar a romper los límites de la cámara, eso lo llevó rápidamente a trabajar en Magnum donde conoció a grandes fotógrafos con los que compartió sus afinidades, el amor por el planeta y la naturaleza, además de técnicas de iluminación natural.

Desde entonces empezó a documentar historias de desplazamiento, trabajo, pobreza, migración y resistencia. Su cámara se convirtió en el testigo y la prueba de las tragedias olvidadas del mundo. Colecciones de fotos como Éxodos, Trabajadores y Génesis, se convirtieron en obras de arte, donde sus fotos, siempre en blanco y negro, encontraron un espacio en el mundo del arte donde está equilibrado el dolor y la belleza.

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Sebastiao Salgado activista

Con los años, el fotógrafo del Amazonas se convirtió en un activista junto a su esposa Lélia Wanick, con la que fundó Instituto Terra, una iniciativa para plantar árboles nativos en el sureste de Brasil y con la que logró devolverle la vida a un ecosistema que estaba a punto de morir. Ha sido uno de los pocos fotógrafos que pasó de retratar un desastre a subsanarlo.

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“No me gusta que me digan activista, porque simplemente es mi forma de vida y lo que pienso. Por eso me ofende que digan que creo una estética de la miseria, porque soy una persona del Tercer Mundo”, comentó Salgado en esa rueda de prensa, donde un momento atrás respondió con ira, así como la que demostró también cuando su hijo Juliano Salgado y Wim Wenders, lo “invitaron” a participar en el documental La sal de la tierra de 2014.

De esta forma, Salgado se despide del mundo, dejando su obra como un archivo de la compasión humana y sus errores, un recordatorio visual, un legado y una historia bella y rota, donde queda claro que el fotógrafo solo busca generar conciencia con su trabajo.

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mayo
23 / 2025