México gourmand
Gabriela Sáenz Laverde
La avenida Campos Elíseos de Ciudad de México es una de las más lujosas de la capital azteca. A ambos lados aparecen boutiques de alta costura, restaurantes con terrazas hacia la calle y residencias estilo europeo que recuerdan a la Ciudad Luz. En medio, un edificio de cuarenta pisos, ejemplo de la arquitectura modernista de los años setenta, se erige como recordatorio de ese brutalismo de las moles de concreto.
Es el Hotel Intercontinental Presidente Polanco, una institución en el mundo turístico de la capital mexicana, reconocido por ser un centro gastronómico de altísimo nivel y que acaba de ser remodelado. A su entrada, la escultura de un gran guerrero azteca da la bienvenida a los visitantes, es La danza de la pluma, del escultor Víctor Guerrero. A un lado, un gran chapulín (grillo local) de piedra, que originalmente estaba en la azotea del edificio, conocido como “El Chapulín”.
Pero vayamos a lo que vinimos. A conocer sus máximas novedades: sus cuatro restaurantes de alto nivel. The Palm, sucursal del de Nueva York, que se hizo famoso durante la Gran Depresión porque servía comida a los dibujantes a cambio de caricaturas, razón por la cual las paredes del local, y de su sucursal en México, están empapeladas de murales con retratos cómicos de celebridades de la vida mexicana. Se especializa en carne y mariscos y sobresalen la langosta y el cangrejo fresco.
Zhen Shanghai, el restaurante chino, tiene su casa matriz en la moderna ciudad china y es una experiencia para los sentidos. El lechón rostizado debe ordenarse con un día de anterioridad, pero la espera vale completamente la pena.
Alfredo Di Roma, por su parte, da la sensación de estar en la escena del restaurante de La Dama y el Vagabundo, con conjunto musical incluido. Es un favorito de la clase política mexicana, y en medio de una cena no resulta extraño encontrarse a un par de ministros decidiendo el futuro del país.
Au Pied de Cochon, la “joya de la corona”, es un restaurante de cocina francesa que, decorado al mejor estilo de la Belle Époque. Tiene una carta de platos exquisitos, como el pato con puré de camote y peras almibaradas con vino tinto, la pierna de cerdo (enorme, compártala) y el mousse de chocolate más suave del mundo.
Estos restaurantes tienen una cava centralizada, la más grande de América Latina, con más de 42.000 botellas, donde puede encontrarse, inclusive, un Romanée Conti valorado en 30.000 dólares.
Para completar el grupo de restaurantes se sumará, a partir de agosto, Chapulín, un novedoso local especializado en cocina oaxaqueña que estará a cargo del chef José Manuel Baños, famoso en su país por el restaurante Pitiona, considerado uno de los 50 mejores de Latinoamérica. El Chapulín tiene un diseño que recuerda a las pirámides aztecas, por lo cual los comensales, una vez se inaugure el restaurante, se sentarán sobre terrazas.
Una vez se supera la experiencia gastronómica, el visitante encuentra unas habitaciones cómodas y de buen tamaño, ataviadas con cubrelechos y tapices exclusivos de la marca mexicana Pineda Covalín. Todas tienen una imponente vista, sobre el Paseo de la Reforma, el Bosque de Chapultepec, el Auditorio Nacional o la avenida Campos Elíseos. El hotel queda enfrente al Bosque de Chapultepec, y a diez minutos caminando de los Museos de Antropología y de Arte Moderno, un abreboca ideal para el turismo en el D.F.
Como no hay felicidad completa, tenemos que decir que la oferta en canales de televisión no es la mejor. Cuenta únicamente con canales locales, o sea que un visitante extranjero no tiene acceso a CNN ni HBO. Un detalle ínfimo para una experiencia sencillamente maravillosa