¿Por qué hay que ver a Iggy Pop en concierto?
Renata Rincón
En menos de seis meses se fueron Lemmy y Bowie, dos iconos mundiales de lo auténtico, de lo original. Aunque de un día para otro aparecieran millones de fanáticos lamentando su partida, son pocos los que la sienten en verdad, esos mismos conscientes de que Iggy Pop es parte del selecto grupo de artistas musicales genuinos aún vivos y en vía de extinción, melómanos que están de acuerdo cuando este ídolo dice que el negocio de la música es malo para los artistas.
A Iggy Pop no le gusta la industria musical y vive en defensa del verdadero arte, el que cuestiona, el que perturba, el creado lejos de la fabricación predecible de éxitos radiales y de conciertos masivos. No tiene pelos en la lengua al confesar su aversión hacia quienes desarrollan una canción superficial de apenas unos segundos pegajosos extraídos de un clásico, como los Black Eyed Peas, y odia las dinámicas del negocio.
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Aun así hace parte de esa industria, pues quien no aspira a no tener problemas económicos y vivir de su talento. Aunque su agente le ha dicho que jamás le faltará el dinero, vive atemorizado por la posibilidad de terminar sus días sentado en un hogar geriátrico abrigándose con una cobija rota. Y por eso, cerca de cumplir los 70, no piensa jubilarse.
De hecho, celebra su más reciente álbum ‘Post Pop Depression’, lanzado hace unos meses, para el cual trabajó en equipo con Josh Home (Queens of the Stone Age). Para lograrlo, Pop envió a Home una descripción técnica de cómo se hicieron ‘The Idiot’ y ‘Lust for life’, sus primeros álbumes como solista hace cuarenta años hechos en colaboración con David Bowie, quien fuera uno de sus más íntimos amigos por décadas.
Este disco no solo evoca aquella época y la legendaria amistad de estas dos estrellas, sino aquel anhelado espíritu de independencia. Pop y Home usaron su propio dinero para no tener ninguna relación con la industria y no sentir la energía negativa que confiesan se apodera de la atmósfera cuando sus perturbadores representantes rondan el proceso de producción.
La creación del álbum fue prácticamente en secreto porque una vez saliera a la luz ninguno de ellos intentaría controlar su destino. Si algo ha aprendido Pop es a concentrarse en el proceso creativo y dejar ir la música cuando la conoce el público. Desde hace algunos años dejó de importarle escuchar ‘Lust for life’ en los comerciales de los cruceros de Royal Caribbean o la versión de ‘Search and destroy’ en la publicidad de los automóviles Audi. Incluso, él mismo se atrevió a protagonizar una campaña de una aseguradora, algo que no ha afectado su imagen rebelde ni le ha quitado peso a su apodo de ‘abuelo del punk’.
Iggy Pop sigue siendo uno de los artistas más respetados de la música moderna, gracias a su larga trayectoria y, en especial, a su banda original ‘The Stooges’, clasificada dentro del proto-punk, como se le dice a la música de los años 60 y 70 que influenció el punk rock. Hoy día, el músico sigue tan vigente, que apenas hace unas semanas acompañó a su amigo cineasta Jim Jarmush al estreno en el Festival de Cannes del documental ‘Gimme Danger’. Allí, como una celebridad, posó de traje y sin camisa en la alfombra roja, como es normal vestirse para él, pues su sello personal es nunca ponerse una.
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Desde que era el vocalista de los Stooges, tuvo claro que cuando subía al escenario era para dar el mejor espectáculo al público, así este no fuera agradable para los asistentes. Sus contorsiones se sumaban a sus constantes desnudos, a sus movimientos obscenos y a su inmersión en el público, un acto lleno de adrenalina y a veces de sangre en su pecho, de pequeñas heridas auto infringidas en momentos de euforia mientras cantaba.
Fue de los primeros en contar la historia de su adicción a la heroína y de sus salidas y entradas del oscuro mundo de la drogadicción y el alcoholismo, y fue pionero en las clínicas de rehabilitación, pues en su primera desintoxicación ni siquiera existían estos famosos centros californianos, que hoy día salen hasta en los realities, donde incluso hay unos dedicados exclusivamente a celebridades.
Actualmente, el artista lleva varios años “limpio” y solo tiene una palabra para las drogas: basura. Los excesos son parte del pasado, a excepción de los que comete en el escenario, lo que la adrenalina en sus conciertos, esa que sentirán los colombianos el próximo 6 de octubre en el Teatro Royal Center de Bogotá, una fecha en la que ‘el abuelo’ demostrará que su energía sigue intacta y por qué se dice que el rock ya no es como antes.