La biblioteca de Ana Marta de Pizarro

Estos son los cinco libros favoritos de la directora del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá.
 
La biblioteca de Ana Marta de Pizarro
Foto: David Rugeles
POR: 
Ana Marta de Pizarro

CIEN AÑOS DE SOLEDAD
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

La mejor manera que encontré en los años sesenta para leer Cien años de soledad fue encerrarme en mi cuarto y meterme en la cama hasta que lo terminé. El realismo mágico, que en ese momento no había sido bautizado, me atropelló con el acervo de imágenes de una región y de unas gentes maravillosas condenadas a sufrir cien años de soledad, como de alguna manera hemos estado condenados todos los colombianos.

ROBINSON CRUSOE

DANIEL DEFOE
Esta historia, leída en mi temprana juventud en un patio de Ibagué, me llenó de emociones: un náufrago en la mitad del inmenso océano Atlántico sin más recursos que su talento y sus manos para construir una nueva vida en soledad. Para su fortuna apareció Viernes, que trajo otras capacidades y talentos, además de la compañía.

EL SEÑOR DE LOS ANILLOS
J. R. R. TOLKIEN
De la magia del trópico a la magia de los mundos de los elfos, de los enanos, de los hobbits, de los trolls y de tantos otros seres que habitan la tierra creada por Tolkien. La aventura de Frodo y sus compañeros para destruir el anillo que daba el poder inmenso a Sauron y a sus ejércitos es una saga inigualable.

LOS VIEJOS MARINEROS

JORGE AMADO

Amado llegó a mi vida en un momento muy importante, justo cuando estaba revisando mi visión política del país y del mundo. Y quién mejor para conducir ese cambio que un ex militante comunista bahiano lleno de vida, de sensualidad y de alegría. Esas cualidades se expresan en todos o casi todos sus libros, pero en Los viejos marineros alcanzaron, para mí, su nivel más alto. Son tres historias de tres capitanes que viven intensamente en una bahía, donde todos hemos deseado vivir en algún momento de nuestras vidas.

EL HOMBRE QUE AMABA A LOS PERROS
LEONARDO PADURA
Hay libros –y este es uno de ellos– que uno desearía que hubieran llegado mucho antes para leerlos, pensarlos y vivirlos, pero la vida no es así: las cosas (y los libros) llegan cuando llegan. Las historias de Trotsky, de Mercader, su ejecutor, de la Revolución bolchevique, se entrelazan con la historia del relator, Iván, y de Cuba y su revolución. La conclusión es triste, pero inevitable, las revoluciones fueron traicionadas mucho antes de que tomaran vuelo y sobrevivieron muchos años después de muertas a punta de mentiras. Padura, debo decir, llegó tarde, pero afortunadamente llegó. Y se mantiene con sus novelas negras, las peripecias del detective Mario Conde, las descripciones llenas de amor y desencanto de una Cuba que se cae a pedazos y se reivindica.

         

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marzo
15 / 2016