El Hobbit, Peter Jackson, y la adicción al CGI

La adicción de Peter Jackson a las imágenes generadas por computador está fuera de control, y esto afecta la calidad de sus películas.
 
POR: 
Juliana Abaúnza

Odié The Hobbit: Battle of five armies. Más allá de los problemas que tengo con que Peter Jackson alargue una historia que se habría podido resolver fácilmente en una sola película, quiero hablar de la fiebre de CGI (imágenes generadas con computador, o “computer-generated images”) que tiene enfermo al director neozelandés.

Quien hace más de 10 años filmó una de mis trilogías favoritas, ahora entra junto a George Lucas, James Cameron y Michael Bay a la lista de los alguna-vez-talentosos directores que ahora son perezosos y enfermos adictos a los efectos especiales hechos en computador.

En algún momento, el CGI le dio la oportunidad a los directores de cine de insertar imágenes que no podrían haber sido logradas de otra forma en entornos reales. The Abyss, Terminator 2: Judgement Day y Jurassic Park fueron películas innovadoras que usaron CGI con cautela. Por más sorprendentes que hayan sido los efectos digitales que usaron, estas películas siguen siendo buenas 20 o 30 años después porque el CGI fue usado para acompañar a los aún más sorprendentes efectos mecánicos, no para reemplazarlos.

Ahora, en cambio, todo es CGI. No solo las criaturas fantásticas sino las cosas normales. Osos CGI, plantas CGI, incluso sangre CGI. No me extrañaría si en la próxima película de Peter Jackson los personajes toman de vasos CGI y comen con tenedores CGI. Ese uso excesivo de los efectos digitales para contar historias, en lugar de confiar en cosas más sutiles como las miniaturas o el maquillaje prostético, es lo que no me permite amar esta trilogía de The Hobbit de la misma forma en la que amo El señor de los anillos.

Aunque hay CGI, las películas del Señor de los Anillos no parecen un videojuego, como las del Hobbit. El uso de modelos hechos en miniatura, el maquillaje prostético y los escenarios naturales de Nueva Zelanda le dieron a LOTR (Lord of the rings) una sensación de realidad. Uno sentía que podía ir a la Comarca de los hobbits o a Gondor y conocer a esos personajes. En cambio, en las de The Hobbit, Peter Jackson hace mucho más uso de CGI y desconecta estas películas de las anteriores. Parece que las dos trilogías no tuvieran lugar en el mismo universo.

No solo hay un exceso de pantallas verdes sino que los paisajes de Nueva Zelanda no tienen ya nada de protagonismo y ninguna de las locaciones se siente como un lugar real. Se supone que la Tierra Media debe ser un lugar en el que debemos creer, no una tierra de fantasía generada por computador.

Confirmé que con el CGI, Peter Jackson se siente como un niño en una tienda de dulces cuando vi a Azog the Defiler en El Hobbit: un viaje inesperado. Azog era un personaje que habría podido ser mucho más realista e intimidante si lo hubieran hecho con prótesis y maquillaje, así como hicieron a los orcos y a los Uruk-hai en el Señor de los Anillos. Pero Jackson cree el CGI es una gran maravilla y no hay poder humano que lo convenza de lo contrario. Cuando veo a Azog o cuando veo esa estúpida persecución en barriles de la Desolación de Smaug, me pregunto cómo se habría visto la muerte de Boromir, mi escena favorita de la trilogía de TLOTR, si en ese entonces Jackson hubiera tenido los recursos para lograr el mismo estilo de acción exagerada hecha en CGI.

Y no solo yo, una vieja que no tiene ningún tipo de conexión con Peter Jackson además de haber visto sus películas, pienso que se está excediendo. Viggo Mortensen e Ian McKellen confesaron lo que piensan respecto a la fiebre de CGI de Peter Jackson. Mortensen, quien hizo de Aragorn en TLOTR, dijo en una entrevista con The Telegraph que aunque en La Comunidad del Anillo existen Rivendell y Mordor, estos eran “ lugares que tenían una especie de cualidad orgánica, los actores actuaban junto a otros y estaban en lugares reales.

En la segunda película ya todo empezó a ser un poquito más exagerado para mi gusto, y en la tercera ya había demasiados efectos especiales. Fue grandiosa pero lo que era sutil en la primera, se fue perdiendo gradualmente en la segunda y en la tercera. Ahora con las del Hobbit, es eso pero a la décima potencia”.

McKellen, por su parte, contó en una entrevista con Contact Music que lloró que durante la grabación del Hobbit: Un viaje inesperado pero sus lágrimas no fueron de felicidad ni de nostalgia por volver a grabar en Bag End. “Tener que actuar como si estuvieras rodeado de 13 personas cuando en realidad estás solo, estira tu habilidad técnica hasta límites absolutos. Lloré, de verdad lloré.

Y después dije en voz alta “yo no me convertí en un actor para esto”. Desafortunadamente el micrófono estaba prendido y todo el estudio me oyó”. ¿Ven lo que hace el exceso de pantallas verdes y la obsesión de meterle CGI a todo? Cualquier cosa que haga llorar al anciano más chévere del mundo o que disguste a la barba de Viggo Mortensen es algo con lo que no puedo estar de acuerdo.

La tecnología es maravillosa y en casos como Pacific Rim o el Planeta de los Simios, soy la que más aplaude el uso de CGI. Pero me desespera ver batallas genéricas de personajes hechos en computador y cada vez que veo a Nueva York siendo destruida mis bostezos son más largos. Me frustra que muchas películas ya no le dejen nada a la imaginación y muestren todo lo que puede ser mostrado.

Me aburre que no le paguen a dobles de acción y que las escenas que deberían ser emocionantes parezcan un videojuego. Y creo firmemente que ya perdimos a Peter Jackson por culpa de la sobrecarga de CGI. Pero no pierdo la esperanza.

No estoy diciendo que desconectemos los computadores y que volvamos a los años 70, pero sí me emociona mucho ver que directores como Guillermo del Toro, J.J. Abrams, Christopher Nolan y muchos otros reducen el uso del computador a lo estrictamente necesario y confían en las bondades de las miniaturas, de las maquetas, del maquillaje, de las prótesis y de los animatronics.

Cierro esta queja larga con dos imágenes. La primera es una foto de Bolg, el orco hijo de Azog, the Defiler, tomada en el set de The Desolation of Smaug. ¿Lo ven? Es probablemente el orco más metalero de la historia y si hubiera salido en la pantalla nadie lo habría olvidado.

Hobbit1

Pero Peter Jackson y sus manitos creativas decidieron pintar encima de esta maravilla hecha con maquillaje prostético y el resultado fue el Bolg CGI que vimos en la película.

Hobbit2

No entiendo por qué Peter Jackson y su equipo creen que la segunda imagen es mejor que la primera. No entiendo en qué cabeza la segunda es más memorable que la primera. No entiendo a Peter Jackson, definitivamente.

         

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diciembre
18 / 2014