Recordando a Roberto Gómez Bolaños ‘Chespirito’

Hoy hace 4 años falleció en México a los 85 años Roberto Gómez Bolaños, "Chespirito", uno de los personajes más importantes de la cultura latinoamericana.
 
Recordando a Roberto Gómez Bolaños ‘Chespirito’
Foto: Revista Diners
POR: 
Daniel Samper Pizano

Publicado Originalmente en Revista Diners No. 101, agosto de 1978.

Un personaje que haría sonrojar de la pena a Superman y que solo puede competir en torpeza física con el famoso inspector Clouseau, de las películas de la Pantera Rosa, es el plato preferido de los niños que ven televisión en una quincena de países y de los sociólogos eminentes y profundos que analizan los platos preferidos de los niños.

Se trata, por supuesto, del Chapulín Colorado, ese hombrecito bueno y regordete que salta todos los domingos en la televisión colombiana, derrumba sofás y tropieza con mesas, cada vez que alguien en peligro exclama una frase premonitora de resbalones y zancadillas: “Y ahora… ¿quién podrá defenderme?”

El programa semanal del Chapulín Colorado entró a Colombia hace apenas año y medio, pero nació en México hace casi nueve años. Solo que en esa época se trataba de un espacio brevísimo insertado en el programa “Sábados de la fortuna”. Lo que empezó como una simple tomadura de pelo a los superhéroes del cine, la televisión y los cómics, ha terminado por volverse desde 1972 una de las series más famosas del continente.

Cuando los niños se instalan frente al televisor embebidos por las locas aventuras del Chapulín, no saben que ese personaje de sacoleva y antenitas de vinilo ha sido identificado por muchos comunicadores y sociólogos como una denuncia al imperialismo.

Álvaro Medina, en el número 2 de la revista de la Cinemateca de Bogotá, escribe lo siguiente: “El Chapulín Colorado es, muy sutilmente, una obra anticapitalista y antiimperialista. Lo colectivo supera a lo individual y es en la unidad que reside la clave para vencer a un enemigo fuerte que en principio lleva todas las de ganar. Esta última, una consigna del proletariado en la lucha de clases”.

¿Sí sabrá el creador del Chapulín Colorado todo lo que se le atribuye? Parcialmente. Roberto Gómez Bolaños, el mexicano que escribe el libreto del programa y actúa en el papel del Chapulín, se propuso inventar una especie de réplica de Superman Un muñeco al cual las cosas no le salieran bien, sino mal; que no fuera valiente, sino cobarde; feo en vez de apuesto; estúpido en lugar de muy inteligente, y débil en vez de fuerte.

Así nació, según sus palabras, “un héroe tercermundista, sin estructura biónica y muy humano”.

Hasta allí el padre del Chapulín. Lo demás -lo del proletariado, el anticapitalismo y la lucha contra el imperialismo- es algo que han querido descubrir los críticos. Sin que Gómez Bolaños, ni los niños ni el propio Chapulín se den cuenta del papel simbólico que tiene el personaje.

Más ágil que una tortuga
Más fuerte que un ratón
Más noble que una lechuga
Su escudo es un corazón

 El himno del Chapulín describe bien sus características físicas. Realmente, a duras penas podría competir con una tortuga en velocidad, en fuerza con un ratón, y en nobleza con una lechuga. Una buena parte de los programas los pasa en el suelo. Tampoco es muy brillante ni recursivo. Su falta de destreza y de astucia (con la cual no hay que contar nunca) están compensadas, eso sí, por su enorme corazón.

El Chapulín podrá no ser veloz ni fuerte, pero nadie puede disputarle  el campeonato de la bondad. Está dispuesto a jugarse la vida -no sin escalofríos de pavor, porque tampoco es muy valiente que digamos- con tal de aplastar al enemigo que detectan las antenitas de vinil. Como anotaba otro analista del Chapulín, José Luis Idárraga, “defiende a los débiles, aunque sean éstos quienes terminen defendiéndolo a él”.

Gómez Bolaños fue durante muchos años el libretista de Viruta y Capulina, pareja cómica mexicana. Después se dedicó exclusivamente a sus personajes, El Chapulín Colorado y el Chavo del Ocho, que protagoniza él también. Ahora los guiones de Viruta y Capulina los elabora un hermano de Gómez, ya que los Gómez Bolaños son más unidos y “colocadores” que familia boyacense.

El protagonista del Chapulín nació en Ciudad de México, tiene seis hijos -cinco mujeres y un hombre- y se niega a confesar su edad, aunque está por los cuarenta y pico.

El bribón de alma sucia
Y el malhechor desalmado
no contaban con mi astucia:
¡El Chapulín Colorado!

Tal vez en lo poco que se parece el Chapulín a sus carnales desarrollados como Superman, Batman y el Hombre Nuclear, es el hecho de que todos luchan contra el mal. Pero ocurre que los primeros cuentan con habilidades especiales que les permiten vencer las dificultades de cualquier índole y el Chapulín, en cambio, sólo cuenta con la ayuda del libretista.

Para él, el problema más sencillo se convierte en un complejo obstáculo, porque siempre habrá una pared contra la cual golpearse o una escalera de la cual caer. Al final, gracias en parte a su buen corazón, pero sobre todo a que el autor de los guiones está de su lado -finalmente son la misma persona- el Chapulín sale avante.

Si Batman tiene su particular característica para designar cosas relacionadas con él (la baticueva, el batimovil), la del Chapulín tendría que ser la letra CH, que lleva con orgullo en medio de un corazón en el pecho. Hasta en eso, podría anotar cualquier análisis inteligente, es nuestro el Chapulín; se distingue con una letra que en realidad son dos y que aparece con cupo propio en el alfabeto castellano. Todo lo que tiene que ver con el Chapulín lleva la CH: su autor es más conocido como “Chespirito”, su arma es el Chipote Chillón, su personaje paralelo es el Chavo, el que lo antecedió en la televisión mexicana era el “doctor Chapatín”, su exclamación favorita es “Chanfle”.

Que, dicho sea de paso, no significa nada distinto -según reconoce el mismo libretista- que la palabra empleada en todo el continente para designar ciertos tiros curvos en el fútbol (Lo sospeché desde un principio).

En cambio, la palabra Chapulín proviene, en buen mexicano, de un grillo color rosa que es el que determina el disfraz del personaje: antenas, sacoleva, piernas que quieren ser largas y flacas. David Sánchez Juliao ve en la adopción del término para designar al héroe una razón muy profunda: explica que el grillito en México (¿qué no se come en México?) con chile, es decir, con ají picante. “El Chapulín Colorado embadurnado de chile es una herramienta que los mexicanos usan para burlarse del extranjero”, anota (Alternativa, No. 159).

Pero la verdad es que el Chapulín sólo se parece el grillo de su nombre en la inofensividad. No propiamente en lo ágil…

Gómez Bolaños explicó alguna vez que el término que tomó para su personaje es de procedencia azteca y -dato para arqueólogos y curiosos- en el Museo Antropológico de México hay uno de estos grillos elaborados en piedra por los aztecas.

Tarzanes y kalimanes

le rinden admiración

Batmanes y Supermanes

le van a pedir perdón

Tarzán nació en 1912; Kalimán apenas 5 años; Batman fue creado en 1939; Superman en 1938. ¿Quién no los conoce? ¿Quién no los quiere? Pues aunque el lector común y corriente lo ignore, no todo el mundo adora a los superhombres de las historietas. Desde hace algunos años se ha abierto paso un movimiento crítico que los mira como expresiones del ultraderechismo y el racismo.

Según Irene Herner de Schmelz, Tarzán representa “la enajenación capitalista”; para René Rebetez, Batman es “el líder de la imbecilidad”; “Superman -dice el italiano Umberto Eco- es un ejemplo perfecto de conciencia cívica completamente separada de la conciencia política”; James Bond es, de acuerdo con Mario Picchi, un reaccionario que “no se preocupa de que en el mundo haya gente que sufre”; y podríamos continuar indefinidamente citando a otros personajes aún más criticados, como Terry el de Terry y los Piratas, o el Hombre Nuclear.

El Chapulín Colorado marcha a la vanguardia de los enemigos de los superhéroes, por el hecho de que su forma de atacarlos es aún más golpeante: la parodia. A los analistas de izquierda, por ejemplo, les gusta mucho que el Chapulín carezca de vínculos con la policía, al paso que Superman, Batman, James Bond y otros, los tienen y están a su servicio.

Y a los escrit0res les encanta saber que el Chapulín tiene una inmensa dimensión humana: “sí es posible ser Chapulín -observa Sánchez Juliao- pero es imposible ser Superman.

Lo interesante y lo importante es que el Chapulín ha logrado conjugar el éxito entre audiencias masivas de poca educación (¿algo menos educado que un niño?) con el regocijo que despierta entre los intelectuales. No es frecuente esta coincidencia. Por eso el Chapulín Colorado es uno de los programas que merece su alta sintonía.

¡Síganme los buenos!

         

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noviembre
28 / 2018