Jazz que suena a flamenco
Camilo Sánchez
El maestro del piano Chano Domínguez acaba de desempacar las maletas hace solo tres días en Seattle, adonde ha llegado para instalarse indefinidamente. Además de cierto agotamiento por la tormenta de la crisis española, el deseo de “ofrecerle una crianza diferente a sus hijos” lo ha impulsado a esta nueva excursión. Ahora, “entre la búsqueda de colegio para los chiquillos” y el jaleo de la mudanza, prepara su viaje a Bogotá, donde presentará en el Festival de Jazz su nuevo trabajo titulado Chano & Josele. Se trata de la unión del piano de Chano y de la guitarra flamenca de Niño Josele. Un trabajo que en España ya hay quien ha etiquetado de clásico y que es altamente probable que los asistentes a su recital del próximo domingo 14 de septiembre, en el Teatro Libre de Bogotá, tarden en olvidar.
La historia del ensamble entre el pianista y el guitarrista empezó en un estudio de grabación neoyorkino, donde coincidieron por casualidad para grabar un tributo a Miles Davis, que se titula Miles en español, interpretado por músicos que trabajaron con el maestro de Illinois y músicos españoles admiradores de su trabajo. Todos bajo la batuta del saxofonista estadounidense Bob Belden. “En un momento en que no había grabación”, cuenta Chano Domínguez por teléfono desde su nuevo domicilio, “nos pusimos a tocar de un tirón, y el productor vio lo que estábamos tocando y dijo ‘Yo quiero grabar eso para el disco’”. Ahí nació una versión de Beautiful love, que el productor dejó consignada en el disco-tributo.
Después vino la intermediación del cineasta, amigo de Chano y ganador de un Óscar con Belle Époque (1993) Fernando Trueba. Un amante del latin jazz, y quien logró este maridaje con el guitarrista flamenco. “Fernando ha sido muy importante en la producción. Él venía desde hace rato pensando en ponernos a tocar juntos. Y luego nos mandaba temas y temas y temas y entre todos ellos Josele y yo íbamos decidiendo qué era lo que más nos gustaba”, apunta el pianista gaditano. El resultado es una selección que él mismo adjetiva como “ecléctica”. Y del que resalta tres temas en especial: Lulza, del brasilero Antonio Carlos Jobim; ¿Es esto una bulería?, en homenaje a Django Reinhardt y una versión de Je t’attendrai, de Michel Legrand, como homenaje también a la película francesa Los paraguas de Cherburgo.
Está claro que la reunión de los dos artistas fluyó con nitidez. “Fue una unión muy orgánica. Porque tanto Josele como yo somos criados bajo un mismo paraguas que se llama Andalucía”. Nombres como Bill Evans, Charlie Parker o John Coltrane, entre otros, los aceraron a la influencia de la música anglosajona, o venida del “otra lado del charco”, como define Chano. “Josele, además, ha captado toda la impronta y el lenguaje de la música improvisada”, remata.
¿Qué aporta la guitarra de Josele? “Me aporta una riqueza musical y de colores fantásticos, cuando en realidad el diálogo entre piano y guitarra no se da con naturalidad, porque los dos abarcamos acompañamiento, ritmo, melodía, y armonía. Con lo cual podemos estar en las mismas tesituras. Pero yo creo que Josele y yo hemos llegado a un entendimiento armónico, melódico y rítmico, que nos ha permitido a los dos tener una gran libertad y no taparnos el uno al otro. Por el contrario logramos compartir espacios sonoros diferentes y hacer que el piano y la guitarra sean uno”.
Si tratar de explicar en qué consiste un sentimiento como el flamenco resulta por lo general una empresa compleja, el maestro Domínguez tiene una fórmula que puede funcionar y que consiste en dejar sonar dos canciones del recientemente fallecido Paco de Lucía. Se refiere a Río ancho, “más conocida fuera de España que en España”, y de la rumba eterna Entre dos aguas. Dos melodías que recogen la expresión de una forma de ser y que Paco de Lucía encarnó como pocos. Por eso, en el concierto en Bogotá se le rendirá tributo a la memoria del maestro, con el que Chano tuvo la suerte de tocar. “Es un personaje y un músico de referencia, con el que nos hemos criado y hemos aprendido”.
Con Chano y Josele se cierra una etapa para el pianista nacido hace 60 años en Cádiz, ciudad del extremo sur conocida como “la tacita de plata”. Uno de los puertos más antiguos del Mediterráneo y un lugar con cierto aire a Cartagena de Indias. Una similitud cultural que el pianista halla en la arquitectura, en la cultura: “La verdad es que Colombia es un país al que me encanta ir a tocar, porque la música que yo hago vosotros la entendéis a la primera. Yo me siento muy cómodo cuando estoy allí”.
Y recuerda su primera visita al país, cuando participó en1998 en Jazz al Parque. Se presentó en el Festival de piano clásico de Bucaramanga y en una calurosa Barrancabermeja. Y después ha venido con su trío, y con su cuarteto, y alguna vez con la cantante Martirio. Cuenta el maestro que uno de los palos, o estilos del flamenco se llama precisamente “colombianas”. Explica que es una de las versiones para interpretarlo y que encaja dentro de los “cantes de ida y vuelta”, que son palos flamencos inspirados en la música popular latinoamericana. La música que surgía del trasiego de los barcos que cruzaban el Atlántico para atracar en el Nuevo Mundo o en los puestos de la península Ibérica.
Un intercambio cultural de ida y vuelta, con algunos momentos de mayor vitalidad que otros pero que no ha cesado de enriquecer el panorama musical en ambas orillas. “Yo creo que el aporte más importante que hemos hecho al latin jazz es el haber incorporado los ritmos del flamenco: por bulerías, por soleás, por tanguillos, o por alegrías. Un montón de ritmos desconocidos y que hoy en día se están utilizando”.
¿Qué queda del joven Chano Domínguez que publicó su primer trabajo en 1978 con el grupo de rock andaluz Cai? “Yo creo que permanece casi todo porque fíjate que soy un músico que desde mi primer disco hacía música improvisada, eso se mantiene hasta hoy. Soy un músico que desde el primer trabajo utilizaba la música y la cultura con la que me he criado. Todo el bagaje cultural del flamenco está en el primer disco que hice, esa es otra cosa que se mantiene. Lo único que ha cambiado es la posibilidad de tener un gran piano acústico para tocar y practicar. Pero nunca olvidé los teclados y los sintetizadores de mi primera etapa porque he hecho discos en los que los he vuelto a utilizar”.
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