¿Por qué tanto amor por la tecnología ‘retro’?

La generación X y los millennials formaron una alianza, quizás involuntaria, para crear el entorno perfecto en el que discos de vinilo, consolas de videojuego de los ochenta y cámaras análogas vuelven a ser protagonistas.
 
¿Por qué tanto amor por la tecnología ‘retro’?
Foto: Maria Clara Gómez
POR: 
Daniel Zamora

En la era de la información, las redes sociales y pisando un futuro donde cada vez es más difícil marcar una línea divisoria entre realidad y virtualidad, las personas han vuelto a poner sus ojos en formas de entretenimiento que se sentían lejanas y abrazadas por el polvo. Consolas de videojuego de los ochenta, discos de vinilo y celulares sin cámara ni internet son algunos de los productos que están en la mira de curiosos, nostálgicos y grandes empresas.

La melancolía retro viene encontrando eco en un mundo digital donde convergen dos generaciones relativamente lejanas: la X y los millennials. Por un lado están los que nacieron a mediados de 1960 y finales de 1970. La generación X fue testigo, por ejemplo, de cómo se transformó el ritual de escuchar música del tocadiscos al formato mp3 y también vio la evolución de la fotografía análoga a la digital. Esta generación “fue testigo de la revolución tecnológica. Sus miembros recuerdan cómo era el mundo antes de internet, pero se adaptaron rápido a los continuos cambios del panorama tecnológico”, escribieron Netta Gross y Brianne Janacek, directora de marketing de productos y directora editorial de Google respectivamente, en un artículo que habla sobre las características del consumidor de la generación X. Por eso no resulta extraño ver que adultos de cuarenta años, con todas las posibilidades de la tecnología actual, se emocionen con el lanzamiento de la nueva-vieja-consola de Nintendo o con la más reciente Polaroid.

Lo que a simple vista no resulta tan obvio es que los millennials, nacidos entre 1980 y 1995, disfruten con la misma pasión casi melancólica de la generación X, de rollos fotográficos, discos de vinilo y consolas de 8 bits. En esto se fijó David Sax, periodista de medios como Vanity Fair y The New Yorker, quien escribió el libro The revenge of analog, real things and why they matter, seleccionado por The New York Times como uno de los mejores de 2016.

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Desde Toronto, Canadá, Sax explica que “para los millennials lo análogo es un fenómeno nuevo y en eso radica la diferencia. Para las demás generaciones, los baby boomers o la generación X, lo digital fue lo novedoso. Ahora los jóvenes están oyendo vinilos y usando cámaras análogas, tipo Polaroid o Fujifilm, porque en ellas descubren cosas nuevas, para ellos la tecnología digital es algo del día a día, no tiene magia, y son las experiencias análogas las que les pueden ofrecer opciones diferentes, especiales”.

NES: el principio de todo

Con gorras de superhéroes, camisetas de Dragon Ball Z y accesorios que hacen referencia a videojuegos, decenas de personas aguardan a que la tienda de Nintendo, en Nueva York, abra sus puertas para comprar la nueva consola de ocho bits en la que podrán jugar Super Mario Bros, Donkey Kong, Pac Man y otros más. Adultos y niños esperan el momento para tener de primera mano el nuevo sistema de videojuegos que tanto han esperado. Aunque la escena sugiere algún instante de hace más de treinta años, ocurrió el pasado 10 de noviembre, un día antes de que Nintendo relanzara al mercado la nueva NES Classic Mini, creada originalmente en 1980 y que llegó a América en 1985.

La consola no solo se agotó en las tiendas físicas, sino que le bastó un minuto para colapsar la página web de Amazon. “Creo que el interés por esta consola se da porque uno se siente muy parecido a cuando era niño”, describe Alexandra Montenegro, filóloga de la Universidad Nacional y quien estuvo en la búsqueda de la consola durante varios años. “Tener el control en las manos y darte cuenta de que recuerdas los movimientos, los trucos que te sabías cuando tenías siete años y sentir que el cuerpo tiene memoria es emocionante”, añade.

A sus 25 años, Montenegro encuentra un encanto especial en los videojuegos antiguos. Aunque ha vivido más la época de la PlayStation y la X-box, aún conserva los casetes de las consolas viejas con los que jugaba cuando era pequeña, los guarda junto a su obsequio de pregrado y está en la búsqueda de la Nintendo 64, otra consola estrella de los noventa. “Me recuerdan cosas simples y bonitas de la infancia, en la que pasaba las noches enteras jugando con mis primas y hermanas, incluso con mis papás. A veces vuelvo a jugar con ellos, la consola hace parte de la familia”.
Después de vender 1,5 millones de NES, Nintendo anunció en abril que no la producirá más, argumentando que no estaba en sus planes que fuera un producto a largo plazo. Sin embargo, no significa que les dé la espalda a los videojuegos retro, pues el 29 de septiembre relanzará la Super Nintendo, su consola de 16 bits más famosa durante la década de 1990.

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El atractivo de no tener WhatsApp

En 2014 la periodista Jane Shilling estaba caminando por Greenwich Park, en Londres, mientras le enviaba un mensaje de texto a su hijo. De repente un niño se le acercó y le dijo con tono crítico: “Señora, ese es un teléfono muy triste”. Se trataba de uno de los modelos antiguos de Nokia que no tenía cámara fotográfica ni acceso a internet. “Soy una señora de mediana edad, ¡eso quiere decir que debe ser un celular triste!”, le respondió con humor, y registró la historia en una de sus columnas de The Telegraph.

La pregunta acerca de cuándo compraría un teléfono inteligente era constante. “Pronto”, respondía con disciplina. Poco a poco la idea de reemplazar su teléfono empezó a rondarle la mente. Sin embargo, cuando vio que Anna Wintour, la editora de Vogue y uno de los símbolos de la moda usaba uno igual, desechó la idea. “Celebridades como Rihanna y Kate Beckinsale los rechazan y abrazan los celulares antiguos”, escribió para convencerse de que no necesitaba renovarlo.

No se trata de un interés particular. A comienzos del 2017 Nokia anunció que durante el segundo semestre relanzará su modelo 3310, que desde su debut en el año 2000 vendió 120 millones de unidades. Sus virtudes pasaban por la batería de larga duración –que en la nueva versión alcanza a durar hasta 22 horas de llamadas continuas–, resistencia a golpes y el icónico juego de Snake.
A pesar de las bondades que trae la nostalgia de los viejos celulares, dos años después de escribir el artículo, Shilling le confiesa a Diners que sucumbió ante el iPhone. “Podría volver al viejo teléfono en un abrir y cerrar de ojos sin extrañar muchas de las características del iPhone. Mi pareja cree que el teléfono es como una forma de declaración de estilo, pero no lo he sentido así (a menos que sea, claro, una especie de estilo como el de Anna Wintour)”, concluye.

Entretenimiento de carrete
“A veces me resulta irritante este asunto de decir que la preferencia por la cámara de rollo es una moda hipster, sobre todo cuando acusan de ello a la gente joven. Es desmerecer el talento creativo de toda una nueva generación, sin saber apreciar el tiempo y la dedicación que la gente joven vuelca en una tarea que hoy es casi artesanal”, así defiende Lorraine Healy, poeta y fotógrafa bonaerense de 51 años que vive en Washington, la tarea de sus contemporáneos.

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Después de que empresas como Nikon y Kodak redujeran al mínimo sus opciones en fotografía de rollo y revelado químico a comienzos del milenio, para entrar de lleno en la era digital, los caminos para los que se resistían al cambio se hicieron cada vez más angostos. “Una enorme proporción de amantes de la fotografía se opuso a la fotografía digital y se encontró con que ya no se conseguían ciertos tipos de rollos”, narra Healy.

En ese contexto, iniciativas que no se unieron al cambio como Lomography –cuya primera tienda se inauguró en 2001–, y nuevas empresas como Impossible Project, aprovecharon el vacío que dejaron las grandes compañías en el mercado y se hicieron de un lugar privilegiado en la defensa de la fotografía análoga. “En el caso de Lomography buscaron cámaras soviéticas y chinas que se estaban dejando de usar y las presentaron en el mercado occidental. En el caso de Impossible Project, fue un proceso similar con la fotografía instantánea o Polaroid”, explica Healy.

La fotógrafa argentina cree que lo digital se convirtió en sinónimo de masivo, y en ese sentido las fotografías de cumpleaños y fiestas continuarán siendo digitales, porque de otra forma no sería práctico, sin embargo, aclara que “lo que no va a desaparecer es la técnica análoga como forma de expresión creativa o artística. Los fotógrafos amateur o profesionales queremos tener la posibilidad de elegir qué medio usar. Yo estoy tratando de aprender a manejar cámaras estenopeicas, sin lente. Requieren trípode y exposiciones muy largas. Obviamente, no es el tipo de cámara que utilizaría para capturar una escena en un mercado, pero me gusta saber que existen rollos para usar con ellas y que hay laboratorios que después me los pueden revelar”, puntualiza.

Melancolía de 33 rpm
El periodista Jorge Yáñez terminó por azar en un local de discos de vinilo en el centro de Bogotá. Acompañaba a un amigo a comprar un disco que le quería regalar a su abuelo. Ese día Yáñez se fijó en tres elepés: Abraxas, de Santana, y Criollo y Loco por ti, de los Hermanos Lebrón. “Yo no tenía tocadiscos, pero igual los terminé comprando, los escuché por primera vez tres años después”, cuenta riéndose.

Yáñez, de 27 años, tiene una colección de 300 elepés que comenzó con un disco de vinilo de 33 revoluciones de Rod Stewart, y que termina –por ahora–, con Led Zeppelin IV, que importó desde Inglaterra. “Hay una magia en todo esto, ese sonido pastoso me fascina. Uno de los álbumes que más me gusta es de Bob Marley, suena horrible, pero me encanta porque uno sabe que suena a viejo”, explica.

En el momento de la historia en el que más facilidades hay para escuchar música a través de plataformas digitales, las ventas de discos de vinilo crecen como espuma. El año pasado sus ventas alcanzaron más de tres millones de copias en Reino Unido y en Estados Unidos crecieron 26 %. Para David Sax, la explicación pasa porque “es una experiencia social, física, se trata de que te puedo invitar a mi casa para probar un disco y, además, cuando lo compro, tengo algo directamente en mis manos, lo que no pasa con lo digital. Me permite vivir una historia alrededor de él, no es una cuestión de calidad de sonido, sino una experiencia”, explica.

La industria descubrió que el mercado de la nostalgia tiene grandes oportunidades, no solo para satisfacer los deseos de algunos por revivir el pasado, sino que de verdad existe un interés genuino en volver periódicamente a opciones de entretenimiento que se creían obsoletas. “No creo que el interés vaya a desaparecer y tampoco va a volver a ser como era en los años ochenta, ese mundo ya es pasado, la cosa consiste en que vemos que en los últimos diez años cuanto más avanza la tecnología digital, el valor de lo análogo también crece; mientras más tecnología digital exista, más vamos a querer lo analógico, lo antiguo”, concluye Sax.

         

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julio
19 / 2017